Los invito a que se imaginen por un minuto en la siguiente situación: Cada cierto tiempo se inunda la zona donde viven con su familia, arrasa con todo, su casa, cultivos, proyectos agrícolas, piscícolas, ganado; y, además, pareciera que no hay una solución para que esto no ocurra más. Al contrario, la inundación es cada vez peor.
Esta es la situación de al menos 150.000 damnificados en La Mojana que debería abarcar más titulares de prensa y generar una movilización mucho más drástica por parte de todos los niveles del Estado. Las soluciones deben ser inmediatas frente a la nueva temporada de lluvias que se avecina, así como a largo plazo con medidas estructurales, pensadas por el Gobierno Nacional, como el desvío del río Cauca por el canal de La Esperanza.
La subregión de La Mojana tiene una inmensa riqueza natural, especialmente en fauna y flora que permiten a la población subsistir alrededor de proyectos productivos. Esta hermosa zona que pertenece a la Depresión Momposina alberga a más de 600.000 habitantes de 11 municipios de cuatro departamentos (Sucre, Córdoba, Bolívar y Antioquia). Para completar, es una de las principales despensas agrícolas de Colombia y tiene como función natural regular los cauces de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge.
Cuenta la leyenda que hace muchos años un grupo de pobladores decidió excavar para permitir que las aguas del río Cauca llegaran hasta Majagual en un intenso verano. Desde ese entonces el río fue erosionando la orilla hasta que se abrió la boca que empezó a inundar miles de kilómetros en invierno. Para el año 2021, el boquete medía 15 metros y, según la Procuraduría General, hoy se extiende a un kilómetro.
Todavía muchos colombianos recordamos el desastre en La Mojana en el año 2010 cuando se inundaron seis municipios de Sucre, afectando a más de 100.000 personas e inundando casi 25.000 hectáreas de terreno cultivado. En agosto de 2021 una nueva creciente rompió el dique del río Cauca en el sector Cara de Gato (San Jacinto del Cauca, Bolívar). Luego, en abril de 2022 se invirtió en una obra que habría costado 20.898 millones en un intento por cerrar el boquete, pero el río se llevó tanto el intento como la inversión. El año pasado en Ayapel, Córdoba, colapsaron 3 puentes tras los desbordamientos de arroyos, dejando incomunicado al municipio. Hoy, de nuevo, se encienden las alarmas en la subregión pues los niveles de agua empiezan a subir y en pocos días inicia la temporada de lluvias.
Es urgente que se tomen medidas para mitigar los riesgos ante la inminente inundación que se avecina. Líderes del ‘Pacto por La Mojana’ han insistido en cerrar con sacos el sector Cara de Gato con apoyo de la Gobernación de Sucre y empresarios de la región. Esta es una solución a corto plazo que debe ser atendida para evitar que los habitantes nuevamente sufran las consecuencias. Sin embargo, respaldo la decisión del Gobierno y de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) de buscar una solución mucho más estructural la cual consiste en desviar controladamente el río Cauca, ampliando el canal de La Esperanza y construir uno nuevo con el fin de disminuir la entrada de agua por el boquete en un 80%.
El clamor de la población es que no se pierda más tiempo y se actúe pronto antes de que ocurra un desastre mayor. Muchos de los habitantes piden que se les escuche en la búsqueda de soluciones para que no se sigan cometiendo los mismos errores que por años se han repetido en la región. Incluso, algunos líderes del sector han anunciado un paro para el primero de abril si no se aceleran las obras. Mi clamor, como senadora y cordobesa, es que el Gobierno Nacional acelere las obras de mitigación y paralelamente desarrolle su plan estructural, toda vez que una cosa no interfiere con la otra. En esta grave problemática, las familias exigen medidas rápidas y drásticas. No se puede perder un minuto más.
