La pelota en llamas

“El fútbol no es de vida o muerte…” El coronavirus, si.

Ha sobrevivido el fútbol a graves males durante su larga historia. El FIFA gate, uno de ellos, con descrédito y vergüenza en sus dirigentes y sus estructuras.

En otras épocas, campeonatos del mundo se frenaron por las guerras y las huelgas, aunque años y años de trampas, violencia y dopaje sin control, no han minado su poder y su influencia entre las gentes que lo siguen.

En Colombia solo un torneo inconcluso, sin campeón, por la muerte de un árbitro, en el 89.

Hoy, por el efecto de “un estornudo”, puntapié inicial para la pandemia que afecta y desmoraliza al mundo, el juego está en crisis.

Todos a 9-15… la distancia de la barrera. Sin tocatas, sin besitos, sin celebraciones efusivas en el gol, sin abrazos en las tribunas, sin cánticos en grupo, ni olores a sudor. Todo esto tan típico en el fútbol a lo largo de los años.

El plan de choque del fútbol colombiano, frente al Covid-19, tiene ideas ciegas. El dinero, el bolsillo, por encima del bien común, por la inminencia de la quiebra y con el velado propósito de favorecer al canal oficial: menos público en los estadios, más ventas. Es la única preocupación ante la forzosa postergación, porque no hay conciencia de que otras reglas dominan el mundo en crisis.

Suspendidas las ligas, los torneos de todo tipo, con deportistas contagiados, no hay actividad en pistas y campos. Hay incertidumbre, por la falta de certezas en las soluciones a la problemática global.

El Covid-19 no entiende de colores y banderas, de rituales de tribunas, de partidos o torneos, de pataletas dirigenciales o de caprichos.  Tantas veces el show siguió activo frente a las catástrofes, pero esta vez es distinto porque la alternativa del fútbol es secundaria frente a la prioridad de la salud mundial.

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