Con base en declaraciones y acciones de Gustavo Petro, se puede decir que es de extrema izquierda, marxista-leninista, como muchos, núcleo ideológico igual al que preside los destinos de Cuba, el que rigió la vida en la URSS y hoy ordena la de diversos países. También podría afirmarse que es un político falaz, ambicioso, temerario, autoritario, impredecible. Por lo tanto, y al puntear, por ahora, en las encuestas, es del caso imaginarse qué pasaría en Colombia si este Putin criollo, como ya se le conoce, gana o pierde las elecciones. Veamos:
Si gana
• La economía tendría un rumbo impredecible y nefasto.
• El impacto en las personas, familias y empresas privadas de altos ingresos sería devastador, con los efectos que ello traerá en la generación de empleo y riqueza.
• La filosofía y la práctica de la propiedad privada darían un vuelco total a la luz de la ideología que llegaría con Petro al poder.
• Ella llevaría, irremediablemente, al desmoronamiento de la educación privada, que termina siendo absorbida por el Estado para ponerla al servicio, no de la sociedad, sino del sistema que empieza a erigirse.
• La tenencia de la tierra rural y urbana quedará a disposición del Estado, que la administrará, lo que incluiría darla en préstamo a quienes apoyen el nuevo orden.
• Las Fuerzas Armadas, con todas sus instituciones, se transformarían en las “Fuerzas Armadas del Pueblo”, adoctrinadas por los ideólogos propios (Barreras, Bolívares, Benedettis, Cepedas…) y muchos otros de gobiernos “hermanos”.
• El Putin nacional disolvería todos los partidos para crear uno único, al que bautizaría pomposamente Partido del Pueblo Patriota, P3, o algo así, que mutaría a Partido del Pueblo Petrista por deseo de las masas.
• Para proteger al nuevo gobierno y a “la naciente revolución popular” de los enemigos “neonazis”, habría una recia persecución a medios, periodistas, analistas y críticos.
• El mandatario se arrogaría el derecho a escoger a su sucesor/a entre su familia, quien, a su vez, lustros más tarde, haría lo propio.
• Andados unos meses, convocaría una asamblea constituyente para que “el pueblo explotado” valide acciones como las expuestas y las declare intocables e irreversibles.
Si pierde
• ¿Sorprendería que el día de los comicios Petro afirme: “¡Me robaron las elecciones!”?
• ¿Que, para apoyar los reclamos y exigir el reconocimiento de su “victoria”, lleguen al país numerosas “misiones” internacionales de izquierda?
• ¿Que haya protestas diarias hasta cuando se le reconozca “el triunfo”?
• ¿Que la Primera Línea bloquee ciudades, calles, carreteras, plazas de mercado, supermercados, farmacias, centros comerciales, hospitales, etc.?
• ¿Que asalten estaciones de radio y televisión, y sedes de medios impresos y online?
• ¿Que se registren atentados contra bienes públicos y privados y personalidades de la política, la empresa, la academia, el sindicalismo, el periodismo, etc.?
• ¿Que Fecode decrete huelga indefinida de maestros?
• ¿Que Colombia deje de ser viable y vivible?
• ¿Que la confianza en el país entre en picada?
• ¿Que la sociedad se fraccione como nunca; las relaciones de unos y otros las marquen el rencor y la rabia; reinen las recriminaciones mutuas; haya reacciones impredecibles en las partes; millones de colombianos huyan (huyamos), no se sabe para dónde, o prefieran (prefiramos) morir en un infierno ya familiar, regidos por un principio vital que dice “mejor malo conocido que bueno por conocer”…?
Alguien dirá: “Ignacio, todo eso es catastrofista”. ¡Hombre! Conociendo al personaje y a la mayoría de las organizaciones y dirigentes que lo respaldan, no puede descartarse nada. Nada es nada. Me refugio en Kant, que llamaba “mentalidad ampliada” a la posibilidad de acoger en nuestra imaginación las posturas de otros.
INFLEXIÓN. A Laureano Gómez (elegido presidente de Colombia para el período 1950-1954), gran orador, lo llamaban “el hombre tempestad” por la dureza de sus intervenciones y el escalofrío que producían. Pasaríamos a hablar de Petro, gane o pierda, como “el hombre tsunami”… ¿Difícil deducir por qué?