Mayo, nos convoca a desarrollar la memoria y el conocimiento de los pueblos y culturas africanas antiguas y contemporáneas, así como la historia, las luchas, la realidad y problemática, los derechos y las reivindicaciones de los pueblos afrodescendientes del continente, con énfasis en el pueblo afrocolombiano.
El reconocimiento de la diversidad cultural en Colombia, incluyendo a los afrocolombianos, tuvo un giro definitivo desde la promulgación de la Constitución de 1991, la cual estructuró un articulado legal que garantiza el pleno ejercicio de los derechos y el reconocimiento de la diversidad cultural para todos los asuntos políticos, económicos y culturales.
Así las cosas, el artículo 7 de la Constitución Nacional consagra: “el Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana”. Este artículo es un punto de partida para la reflexión; pues esa diversidad bajo la cual debemos subsistir todos los colombianos estará distante del mandamiento constitucional, hasta tanto no se logre equiparar las condiciones de pobreza, miseria, distribución del ingreso y discriminación en torno a las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Siendo Colombia un país multiétnico y pluricultural, donde sus riquezas identitarias y culturales perpetúan alrededor de las numerosas manifestaciones, expresiones y memorias que fundamentan el desarrollo activo de las poblaciones humanas asentadas en el extenso territorio Nacional; nos permite encontrarnos con la posibilidad imperante de establecer momentos de interlocución, acción e interacción, a través del dialogo cultural.
La reconstrucción de la memoria histórica de los afrodescendientes de todo el mundo, tiene como origen uno de los momentos históricos más lamentables de la humanidad: la esclavitud y la trata trasatlántica de esclavos, es por ello que la comunidad afrocolombiana tiene una historia de lucha por sus derechos y autonomía que se ha articulado a un proceso universal de reconocimiento de la identidad afrodescendiente.
En este orden de ideas, con la resolución 0740 de 2011 del Ministerio de Cultura se conmemora el mes de la herencia africana, que hace alusión al 21 de mayo de 1851 cuando se firmó el decreto de la abolición de la esclavitud en Colombia. El objetivo de esta conmemoración es aportar a la visibilizacion y reconocimiento por la contribución de las comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras en la construcción de la nación.
Asimismo, busca contribuir en la lucha contra la discriminación y el racismo, en el sentido de crear escenarios de reflexión y diálogo intercultural que procuren por el reconocimiento de la participación de los afrodescendientes en las dinámicas sociales, económicas y políticas de nuestro país.
En los años de esclavitud, a través de la cual los hombres y las mujeres negras fueron traídos de África a Colombia (llamada en ese entonces la Nueva Granada), se originó la transferencia de los valores negros africanos y las expresiones derivadas de sus lenguas, pensamientos, formas de organización, tradiciones y costumbres.
Nuestros ancestros secuestrados desde África para trabajar en las plantaciones, nos dejaron una herencia de la cual sentimos gran orgullo y es la que nos ha permitido continuar en nuestras luchas diarias, estos rasgos africanos en las comunidades negras de Colombia, especialmente en las áreas rurales, en términos de literatura, arte, música, ceremonias funerarias, rituales y danzas, son la evidencia de su importante papel.
La concepción africana de la familia extensa, junto con el fuerte sentido de la solidaridad, la educación de los niños, el lenguaje “palenquero” (la variedad de palabras de las cuales algunas son de origen bantú, en su mayoría de África Central y Oriental) se hablan en San Basilio de Palenque (el primer pueblo libre de la América colonial), y el creole (un lenguaje desarrollado en base a África occidental y lexicalizado en inglés que lo hablan en San Andrés y Providencia), están registradas como patrones africanos, negros, culturales y sociales que permanecen en Colombia y que marcan las experiencias de las poblaciones afrocolombianas.
Tanta magia, tanta historia subyacente en la ancestralidad africana, constituye una oportunidad valiosa, no sólo para reflexionar sobre esta etapa histórica que duró más de 400 años y reconstituyó la demografía mundial, sino para entender nuestra propia historia como país multicultural que se enriquece de su diversidad cultural.
En la historia de nuestro país se han vulnerado los derechos de la comunidad afrodescendiente, hemos sido carne de cañón para los violentos que irrumpen en nuestros territorios, por esta razón, se requiere de una reparación moral desde los territorios, desde el reconocimiento de los derechos étnicos y la implementación de iniciativas con enfoques diferenciales, urge que los recursos naturales y las formas de vida de las comunidades negras sean respetados, dándoles espacio a los liderazgos locales y las iniciativas propias.
La Afrocolombianidad no depende del color bonito de la piel que tiene la diversidad humana de Colombia, ni del lugar donde le haya tocado nacer a cada colombiano y colombiana, conforma el ser colombiano al estar presente en la genética, la humanidad, la economía, el lenguaje, la literatura, la política, la religiosidad, la cosmovisión, la estética, la música, la alegría, el deporte, la comida, la vida y la muerte.
El Mes de la Herencia Africana en Colombia nos invita a asumir los compromisos personales, institucionales y comunitarios con el fortalecimiento del proceso organizativo étnico; la denuncia social de la profunda injusticia y desigualdad; la demanda de verdad, justicia y reparación por el crimen de lesa humanidad de la esclavización por los europeos; la eliminación del odio racista y de las formas de discriminación racial y social; el restablecimiento y ejercicio de los derechos humanos y de los derechos étnicos; la escritura y enseñanza de la historia afrodescendiente colombiana; la implementación de la enseñanza de los estudios afrocolombianos en el sistema escolar; el impulso a la movilización política de las comunidades afrodescendientes; y, en general, por reconocimiento y enaltecimiento de la Afrocolombianidad, la mejor manera de conmemorar este mes es con el respeto por la vida de nuestras gentes, nuestros territorios y con el respeto hacia nuestra cultura, costumbres y por la reivindicación de nuestros derechos.
