Medellín, marca ciudad…

Hace pocos días, la alcaldía de la capital antioqueña, en manos, hasta ahora y aparentemente, de Daniel Quintero, abrió un concurso en busca de una “marca ciudad” para Medellín con siete objetivos: posicionarla dentro y fuera del país; identificarla como proveedora internacional de soluciones, productos y servicios; generar recordación con atributos como la innovación, el emprendimiento, la biodiversidad; atraer inversiones; aumentar el sentido de pertenencia; revelar una ciudad transformadora, resiliente, creativa y visionaria, y reflejar la calidez de su gente. 

El propósito es laudable, si bien tiene unos cuantos retos nominales, dado que a nuestra ciudad, aparte de su nombre histórico, se le han colgado otros, a manera de marcas, que le hacen una terrible competencia y es bueno ventilarlos, no sin empezar con su nombre tradicional.

Medellín. Denominación histórica que evoca en muchos una ciudad de búsqueda de soluciones, de bienestar, amante del progreso, solidaria, cívica, pujante, con vocación de ser de las mejores de América, moderna, fuerte, laboriosa, ordenada, con tradiciones gratas, festiva y seria, liderando e implementando procesos de transformación, de buen clima, acogedora, habitada por ciudadanos llanos, como nuestro valle del Aburrá, y miras altas, como las montañas que nos rodean, felices, orgullosos del terruño, de alrededores coquetos, rutas turísticas, ciclovías, metro, centros comerciales, restaurantes, museos. 

Medeyín. “Marca” que designa a una ciudad que apela al espíritu “yin” (de bluyín) para proyectarse “embluyinada”, deportiva, espontánea, ligera, juvenil, creativa, pilosa, chévere, informal, desenredada, de paisas y visitantes gozones. Tan embluyinada, que incluso le cabe el mote de “putona” por el abundante comercio sexual y de sustancias “prohibidas” de libre compra… La palabra Medeyín se halla en google, pero las interpretaciones son de este escribano. Ignoro quién la creó. 

Medehollín. El “apodo”, que también figura en internet, creo que lo puso el arquitecto León Jaime Arango, quien lo usaba en las ingeniosas caricaturas que, con el seudónimo “Tomtus”, publicó en los años 80 del siglo 20 en el desaparecido diario El Mundo, de Medellín. Al menos conocí la palabra en sus ilustraciones, palabra que denota un lugar con una pesada contaminación. A propósito, en la edición del 1 de abril de 2016, la revista Semana publicó un informe sobre el problema en nuestra ciudad en el que sostenía que aquí había “más smog que aire”, y que Medellín era “la ciudad más contaminada de Colombia”. Además, empleaba el término “Medehollín”, que molestó al entonces alcalde, Federico Gutiérrez, quien contestó a la revista en Twitter: “Estamos viviendo una emergencia ambiental. Somos Medellín, no Medehollín. De esta también salimos”.

Miedollín. En octubre de 2020 se presentó el estudio “Gobierno criminal en Medellín: panorama general del fenómeno y evidencia empírica sobre cómo enfrentarlo” (verlo en https://tinyurl.com/thmz558), elaborado por varias instituciones, en el cual se afirma que en la ciudad hay alrededor de 350 combos, la mayoría subordinada a una de las 15 a 20 bandas criminales que existen en la capital antioqueña, vergonzosa “maravilla” que explica la sofocante e inverosímil frecuencia de delitos como extorsión, hurtos, secuestros exprés, asaltos, atracos, microtráfico, sicariato, asesinatos, oficinas de cobro, etc. (Si alguien quiere ahondar en el negocio de estas últimas, puede ingresar a https://tinyurl.com/hh2ms8r9 para leer “La tenebrosa radiografía de las oficinas de cobro en Medellín”, de la Fundación Paz & Reconciliación, 2018). ¿Cómo no hablar, entonces, de la marca “Miedollín”? También existe en google, pero ignoro su autoría. Con razón se dice que en nuestra ciudad cogobierna el hampa. (¿De ese cogobierno también saldremos, exalcalde Gutiérrez?).

Mierdellín. Por último, esta quinta “marca” nace en “La vaca loca”, tertulia de Medellín, en la que sus integrantes hemos estado hablando de las torpezas de Daniel Quintero, alcalde desde enero de 2020, rol en el que a diario se proyecta como una persona con un intenso e impredecible desafecto hacia los ricos tradicionales de la ciudad, poseedora única de las soluciones correctas, convencida de su genialidad, con visos de megalomanía, con decisiones contrarias al buen gobierno y a las instituciones medellinenses, etc. Por ello, uno de los “vacaloqueros” afirmó que, si él fuera el burgomaestre, agregaría un nuevo objetivo de marca ciudad: “Posicionar a nuestra capital como el lugar donde gobierna un hijo del barrio Tricentenario, que la está volviendo mierda para que los ricos no se la puedan comer”… ¡Uao! 

¿Cuál marca prevalecerá? La respuesta es fácil: una que empieza con M y termina en n… 

INFLEXIÓN. Si el alcalde Quintero quiere que la historia lo recuerde, que se olvide de la histeria.

Por: Ignacio Arizmendi Posada 

17 de abril de 2021. 

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