Esta reseña contiene spoilers.
“Mujer Maravilla 1984” abre con unas olimpiadas en las que compiten mujeres extraordinarias por la gloria de la victoria o por demostrar su disciplina. Compitiendo se encuentra la pequeña Diana, la amazona próxima a convertirse en la Mujer Maravilla, quien decide tomar un atajo para poder aventajar a sus contrincantes. Cuando pierde la competencia, su tía le recuerda que “la grandeza no es lo que cree”. Esta frase define el dilema emocional de los personajes de esta historia ya que deben decidir entre su identidad y sus ambiciones.
Buscarle lógica o consistencia a un filme así es una tarea absurda, sobretodo cuando la presente pieza está más interesada en profundizar en su discurso que en explicar porqué suceden las cosas. El evento incitador en “Mujer Maravilla 1984” es el contacto estrecho que tienen sus protagonistas con una Piedra capaz de cumplir sus deseos más íntimos. Más en el estilo de los cuentos de hadas que en el género de superhéroes, la historia nos presenta personajes dispuestos a realizar peticiones inmensas a una Piedra que les presenta lo que más quieren pese a arrebatarles lo que más necesitan.
Barbara Minerva es una científica con muchos títulos pero es ignorada por sus pares hombres y mujeres. Del mismo modo, es sujeta al abuso psicológico de hombres depredadores que la esperan en la calle para hacerle daño, como por hombres inteligentes, educados y cordiales que afirman desearle cuando en realidad quieren manipularla para sus propósitos. Barbara, interpretada con gran ternura por Kristen Wiig, tiene graves problemas de autoestima porque no es capaz de apreciar su propia calidez y humor. Cuando conoce a Diana quiere verse reflejada en el estilo, el carisma y el magnetismo de otra. Con la Piedra en la mano, Barbara desea ser Diana así adquiriendo su gracia y físico.
Respecto al arco de Barbara, “Mujer Maravilla 1984” hace un comentario sobre un tropo muy frecuente en el cine comercial. Muchas historias deciden violar y golpear una mujer hasta convertirla en una “badass” o una versión hipermasculina del héroe. En “Batman Regresa”, por ejemplo”, Selina Kyle es una mujer tímida que, después de ser asesinada, se convierte en Gatúbela, un “bombón” peligroso y mortal, continuamente revictimizada por sus adversarios y que decide morir por su venganza. Barbara está construida en esa lógica pero con ciertas actualizaciones. Esta nueva mujer se deleita con su nueva apariencia; sin embargo, cuando llega el momento de enfrentar de nuevo a su atacante, ella abraza las crueles posibilidades de su poder. Al parecer, la mujer graciosa e inteligente jamás pudo haber sido fuerte siendo ella misma: Barbara decide entonces convertirse en “el mayor depredador” posible, buscando olvidar su humanidad en el proceso. Eso sí, la película se queda corta al no poder entregar una conclusión más emocionante para el conflicto entre las aspiraciones de Barbara y la moderación de Diana.
Mi reseña sobre Batman Regresa: https://www.patreon.com/posts/batman regresa-39794672
Maxwell Lord es el antagonista principal de la historia y, creo, una de las razones por las cuales la trama se desarrolla en 1984: una época idónea para que personas vulnerables se vean reflejadas en las ilusiones de grandeza que les provee una celebridad. Lord es un charlatán de TV que promueve empoderamiento personal y “positivismo” chimbo, alguien que promete mejorar vidas a cambio de supremacía. Al darnos cuenta que Lord está buscando la Piedra, entendemos el fracaso andante que él es: no busca trabajar por sus logros como aparenta en TV, solo busca salidas fáciles para convertirse en el hombre más poderoso del mundo. Lo triste de la vanidad de Max Lord es que se concentra por adquirir grandes concesiones para si mismo, ignorando a su pequeño hijo, alguien que está dispuesto a amarlo incondicionalmente. Cuando Lord se apodera de la Piedra, un Apocalipsis de orden público se desata; un armagedón que, en la vida real, se ha gestado y explotado desde antecitos de los años en los que se desarrolla la película.
“Mujer Maravilla 1984” comenta sobre todo un planeta que desea participar en una cultura de consumo promovida por la televisión y la extravagante década de los ochenta. Lord, un magnate del petróleo, apela a los deseos de una población que ha pasado por la pobreza y el desasosiego económico de la década anterior; en el caso de Estados Unidos: una guerra fútil, la corrupción de un Presidente, y años de recesión económica y desempleo producto de la Crisis del Petróleo de 1973. Este tipo logra explotar la Piedra de manera que todos los deseos de la población de la Tierra se cumplan: ser famoso, ser rico, tener una granja, etc, etc. Las acciones de Lord terminan causando un desorden público gigantesco cuando el individualismo vacío de la humanidad se toma las calles. La única solución para este caos es que cada persona renuncie a su deseo, pero … ¿quién quisiera renunciar a algo que se ha soñado toda la vida? Aquí entra Diana…
Regresamos a la vida de Diana después de los eventos de la primera película. Habiendo abandonado su pueblo y perdido al amor de su vida, Diana se siente realizada al trabajar todos los días en un trabajo genial como antropóloga cultural y como superheroína. A pesar de este sacrificio, Diana se siente sola y cree que lo único que merece son unos momentos adicionales con su amor perdido. La Piedra regresa a Steve Trevor y el romance florece entre ellos de nuevo. La química de
Gal Gadot y Chris Pine es increíble, tanto como para hacernos sufrir por las consecuencias que tiene el deseo de Diana en su cuerpo.
Gal Gadot brilla tal como Christopher Reeve lo hizo con su Supermán. La presencia de Gadot va más allá de su físico: Gadot nos permite ser testigos de cómo la ingenuidad de Diana regresa para hacerle aferrarse a Steve como nunca antes. Pero en un punto crucial, la lección aprendida durante los juegos olímpicos en Themischira regresa a su mente. No hay atajos, solo verdades incómodas y así, al borde de la posibilidad de ser mortal, Diana tiene que recordar cuáles son sus valores y decidir si estos pueden convivir con el deseo más profundo de su alma.
Si bien la acción y la duración de “La Mujer Maravilla 1984” no son intrigantes teniendo en cuenta la fatiga que tenemos como audiencia debido a las películas de superhéroes, me encontré en la sala de cine muy emocionado por la experiencia. Patty Jenkins y compañía realizan una película que podría existir en el reino de los cuentos de hadas al tentar a sus protagonistas con un objeto mágico, pesar su reacción al ver su deseo cumplido, enfrentar las consecuencias y aprender una moraleja sobre aceptar nuestras limitaciones y evitar buscar el camino fácil. Son dos horas de cursilería extrema, que terminaron por inspirarme bastante… (EXCEPTO por los CLICHÉS de MEDIO ORIENTE encabezados por un heroísmo conveniente muy desvergonzado).