Carlos Salas
Carlos Salas Silva

No hay de otra: piensa mal y acertarás

Hemos sido arrastrados al escepticismo extremo, no hay de otra: piensa mal y acertarás con este gobierno de porquería. Así sea la “milagrosa” aparición de los niños o la muerte de un teniente coronel como también un “acuerdo de paz”, de nuevo en La Habana, o lo que puedan significar las arengas de un Petro en una tarima ante las “multitudes”, no es cuestión de dudar en las actuales condiciones y conociendo la calaña de personas que conforman el gobierno desde Petro hacía abajo sin excepción alguna, sino de la percepción de curiosas certitudes que se nos imponen por el simple hecho de que  llegan a nuestras mentes como respuesta a cada hecho nuevo que lo vemos ya no en su individualidad sino como continuación o consecuencia del anterior, lo que nos obliga a pensar en que las cosas van de mal en peor.

Como se puede constatar por las redes sociales, en las que quedan atrapadas las opiniones de muchos, lo que sería una noticia que nos debería llenar de emoción como lo fue la de que los niños perdidos durante cuarenta días aparecieron sanos y salvos; por el contrario e inevitablemente nos llena de suspicacias y no es para menos. Cada uno de nosotros ve el hecho con la sombra de antecedentes que nos llenan de sospechas hasta el punto de pensar que los niños estuvieron secuestrados con la complaciente mirada del gobierno o que la aeronave fue derribada. Piensa mal y acertarás.

Ni que decir de todo el imaginario que brotó colectivamente luego de escucharse repetidamente los audios del embajador de Colombia en Venezuela, convirtiendo a cada uno de nosotros en guionistas que dejarían asombrados a los de Black List o House of Cards a lo que se suma el “suicidio” del  teniente coronel Dávila Torres, para nuestra imaginación, lo que obliga referirlo a las chuzadas y lo revelado acerca de la desconocida “mujer más fuerte del gobierno”, Sarabia Torres, sin olvidar el clan Torres del que poco o no nada sabíamos. Quince mil millones de razones para pensar lo peor.

Y nos llega la chiva de una firma de un supuesto acuerdo de paz como si no tuviéramos el nefasto antecedente del circo montado por quién compró el Premio Nobel con nuestros recursos. Una patente de corso con la que la sanguinaria narcoguerrilla podrá secuestrar, extorsionar, reclutar niños, volar oleoductos, traficar con droga mientras el ejército quedará en “stop” en virtud a lo firmado.

Que los favores sexuales sean bien pagados con contratos y puestos burocráticos no es cosa nueva, pero si lo es que se haga de manera tan descarada en el presente gobierno. Y es que en el guion no deben faltar sexo y violencia para que se hagan muy populares nuestros asuntos íntimos en el mundo. Nos están mirando con un desdén muy merecido por tolerar ser gobernados por un mamarracho que no deja de avergonzarnos. A veces bien relatadas pero generalmente ridiculizadas, se escuchan por los medios internacionales las noticias de nuestro país como si fuera el segmento del noticiero dedicado a reírse a costa de los males de otros. Y se comprende porque a nosotros mismos, las víctimas de estas tragedias, se nos escapan risas que no podemos evitar a pesar de lo dolorosa que llegue a ser la situación.

P.S.: Me llegó la hora de salir a marchar como lo hice repetidas veces en compañía de mi padre, cuando tratamos de impedir que el país cayera en el abismo en el que estamos, durante el que fuera el peor gobierno de nuestra historia ya superado por el de Petro. Para el 20 de junio estamos convocados.

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