Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Panamá, tan cerca y tan lejos

Nos ocupamos poco de Panamá en Colombia, teniéndolo al lado. No es de extrañar, perdimos el istmo durante la gestión de un presidente que no conoció el mar, mientras se dedicaba a administrar sus propiedades rurales, y a dejar para la literatura colombiana las desventuras de un caballo y las de unos primos enamorados. Estoy hablando de José Manuel Marroquín, a quien uno imagina envuelto en una mantita tomando chocolate en Bogotá mientras Teodoro Roosevelt se quedaba con lo que pudo ser el nuevo Bizancio con aguas en los dos mares. Una vista de lince, la de estos políticos colombianos.

Pero a lo que vamos, al Panamá de hoy que, en cuanto a corrupción, es como si no se hubiera separado de Colombia. Qué tal la frase que soltó en su primer discurso José Raúl Mulino, que así se llama el nuevo presidente: “No voy a ser títere de nadie”. Los que saben latín —yo no lo sé pero hasta aquí sí llego— dicen excusatio non petita, accusatio manifesta. Vendría a ser algo así como que quien se excusa, se acusa. Nadie le estaba pidiendo a don José Raúl que se pusiera la venda antes de la herida.

Y es que todo mundo sabe que el señor es una ficha de Ricardo Matinelli, el polémico ex presidente de Panamá de 2009 a 20014, que no se pudo presentar a la las pasadas elecciones acusado de corrupción, con una  multa de casi veinte millones de dólares pendiente por pagar, con la amenaza de ingresar a la cárcel por varios años y refugiado en la embajada de Nicaragua en Panamá, asombrense ustedes… o mejor dicho, no se asombren. Dónde mejor va a encontrar refugio un presunto delincuente que a la sombra de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Por si quedaba alguna duda el mismo día de las elecciones, José Raúl Mulino acudió a visitar a su mentor (fue ministro de Interior de Martinelli e iba de su vicepresidente en el último tarjetón) a la embajada nicaragüense, cosa prohibidisima. Si algo no podía hacer Martinelli era participar en las pasadas elecciones. Así que será interesante ver en el inmediato futuro las maniobras de Mulino, desde la presidencia, para exculpar a Martinelli. En principio lo tiene complicado si funciona en Panamá todavía la independencia judicial.

Pero lo que es seguro es que vamos a asistir a un nuevo episodio de un término que de repente se ha puesto de moda: lawfare que combina las palabras inglesas law y warfare (ley e ir a la guerra) para referirse a acciones judiciales con fines de persecución política. A que les suena, ¿verdad? Pues eso. Uribe, Petro, Trump, Pedro Sánchez, Puigdemont (un político catalán que fue el desenterrador del término, de la mano de su abogado chileno).

Es decir, seguro que vamos a ver al prófugo Ricardo Martinelli, ya con presidente a bordo, invocando lawfare o persecución judicial por razones políticas. Mulino ya habló de “acabar con la persecución política” y la “manipulación del Ministerio Público”. De momento, con su amigo en el Palacio de las Garzas ya tiene Martinelli prácticamente asegurada la salida de la embajada. Tiempo al tiempo.

En estos días con motivo de la polémica posible fusión de dos importantes bancos europeos, oí a un comentarista hacer una similitud de las entidades bancarias con la política. Decía que el consejo de administración de un banco viene a ser como el gobierno de una nación, las elecciones la junta general de accionistas y los ahorradores son los votantes. Cuando se apagan las luces de la sala de juntas, a los bancos lo único que les importa es el dinero, como los políticos, exactamente igual.

El nuevo “gerente de banco” en Panamá habló, como no podía ser de otra forma, a los “ahorradores”, a los que “tienen hambre y necesitan agua potable en todo el país” y aseguró que “a pesar de todo el daño que me han hecho, no me anima una gota de venganza”. En Panamá se acaba de apagar la luz en la sala de juntas. Vamos a ver cómo les va a los ahorradores.

Y muy especialmente a esa muchedumbre de desheredados de la tierra que entra por el Darién a Panamá en busca de un futuro mejor, ignorados en un mundo que, en materia de tragedias, ya no tiene dónde más mirar.

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