Perspectiva de mayor violencia en Centroamérica

Créditos:
alainet.org

Entre las muchas noticias que pasaron casi desapercibidas en estos días, en que todo parece ocuparlo la pandemia y sus consecuencias, unas fotos y unos datos provenientes de El Salvador invitan a la reflexión. Las imágenes eran impactantes. Cientos de hombres jóvenes sentados en el suelo, maniatados, pegados cuerpo contra cuerpo, semidesnudos, con el pelo rapado a cero y tatuajes hasta en el rostro, a la espera no se sabe de qué en el patio de una cárcel, componían un cuadro de degradación humana inquietante y perturbador.

Forman parte de las llamadas maras, bandas juveniles que siembran el terror en aquel país centroamericano. Según las autoridades, cuando la fuerza pública de El Salvador estaba dedicada casi exclusivamente a controlar la pandemia, los líderes pandilleros, desde la cárcel, dieron órdenes de matar a sus enemigos o a quienes por cualquier motivo estuvieran en la mira de sus objetivos. Y por lo visto aquella puesta en escena formaba parte de las medidas de amedrentamiento de las autoridades salvadoreñas. Los métodos para someterlos a la entregada posición que se les ve en esas fotografías son fácilmente imaginables.

El dato, tomado de las informaciones de prensa que acompañaban aquellas imágenes, resulta estremecedor. Según el diario español El País, en las cárceles salvadoreñas hay recluidos en este momento 13.000 integrantes de estas bandas, pero el total de sus componentes es 70.000 individuos. Esto en un país con algo menos de seis millones y medio de habitantes, cuyo territorio cabría holgadamente en el departamento de Córdoba. 

Y, siempre para mantenernos en parámetros colombianos, conviene tener en cuenta que, en momento de la firma del acuerdo de paz en 2016, la guerrilla de las Farc, el grupo violento de mayor desestabilización en Colombia, estaba compuesta por 5.765 individuos en un país de cerca de cincuenta millones de habitantes. 

Las maras salvadoreñas nacieron en las calles de Los Ángeles como reacción al rechazo que despertó en la sociedad norteamericana la emigración proveniente de un país destrozado por una larga y sangrienta guerra civil durante doce años, y su actividad delictiva es la extorsión, el tráfico de drogas y los ajustes de cuentas con grupos rivales. Fueron inicialmente salvadoreñas, pero hoy son un fenómeno transnacional que afecta a toda Centroamérica en mayor o menor medida; una anomalía para la cual los gobiernos de la región, más México y Estados Unidos, concentran sus esfuerzos en combatir.

La chispa que incendió el brote de violencia en El Salvador a finales del mes pasado fue un reciente despropósito judicial que dejó en libertad a alias Wesly, Antonio Ramos, líder de la mara Salvatrucha, condenado a 350 años por 160 asesinatos imputados a su banda. Como respuesta al estallido de violencia, el presidente Nayib Bukele, autorizó a la Policía y al Ejército a utilizar “fuerza letal” para combatir a las maras en “defensa propia o de la vida de los salvadoreños”.

Esta orden expeditiva, cuestionada por organismos de defensa de los derechos humanos, acaba con la relativa paz entre pandillas que se había logrado con el confinamiento en las celdas solo a miembros de una misma mara. “Se acabaron las celdas de una misma pandilla, hemos mezclado a todos los grupos terroristas en la misma celda, en todas las cárceles de El Salvador”, dijo Bukele.

Cerca de 29 millones más de personas caerán en la pobreza este año en América Latina y el Caribe debido al colapso económico provocado por el coronavirus, lo cual revertirá el progreso de más de una década de la región en su lucha para reducir la desigualdad, advirtió en una reciente entrevista una funcionaria de alto nivel de la ONU.

“Nos enfrentamos a otra década perdida”, dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU. “La región ya había tenido siete años de mal desempeño económico incluso antes del virus”.

Las causas de fondo del nacimiento de las maras son la pobreza, la falta de oportunidades económicas debido al bajo nivel de educación, la alta tasa de desempleo y la marginación social. Los datos arriba mencionados hacen de El Salvador el país con la mayor tasa de homicidios del mundo, así que las perspectivas económicas como consecuencia del coronavirus no auguran nada bueno para El Salvador y la región centroamericana.

Más KienyKe
Prisión preventiva para miembro de Clan del Golfo por secuestrar tres personas en Colombia.
Cancilleres de Colombia y Argentina zanjan crisis y abren "nuevo momento" en la relación.
¿Podrá recibir un castigo? 'Llama Trina' no cumplió con la regla de evitar el uso de las duchas dentro de la competencia, sino hasta después de la gala.
Conozca el largo camino que ha atravesado Telefónica, la empresa de telecomunicaciones que desde hace dos décadas llegó a Colombia.
Kien Opina