Por una Colombia empresarial

La importancia de Colombia para Latinoamérica, en materia económica, radica en su estratégica ubicación geográfica y en el potencial de recursos que van desde el agua pasando por la agroindustria, hasta el turismo. 

Por ahora, en el país producimos 1 de cada 15 dólares en la región, concentrando el 12% de las empresas registradas, es decir que alcanzamos las 2.7 millones compañías. Asimismo, Colombia -antes de la pandemia- contaba con uno de los mercados laborales más amplios con 22,5 millones de ocupados, en donde los protagonistas son las actividades de servicios con el 62% del mercado, la industria con un 31% y la agricultura con el 7%. 

El Banco Mundial calificó a Colombia como un país fácil para hacer negocios, ubicándonos en el puesto 67 a nivel mundial, tan solo por debajo de Chile y México en Latinoamérica. Esto gracias a las particularidades de nuestra nación, las oportunidades que ofrece y los recursos potenciales con los que cuenta nuestro territorio. 

Pese a lo anterior, también es cierto que hoy la economía colombiana se enfrenta a grandes retos, por lo tanto, la iniciativa empresarial tiene que superar dificultades adicionales a las existentes. 

Al respecto, la ANDI (2018) asegura que los desafíos están relacionados con la formalización laboral, la necesidad de aumentar la productividad empresarial, la urgente superación de los obstáculos en materia de competitividad y la implementación de políticas concretas de desarrollo empresarial.

Solo 6 empresas colombianas están dentro de las 2.000 más grandes del mundo y tan solo 36 vendan más de 1.000 millones de dólares al año, estas son banderas rojas que prenden las alarmas que necesitamos para cambiar el rumbo de una economía que con todo el potencial, se ha recostado sobre el petróleo, los negocios informales, ilegales y el consumo interno. 

No podemos tener un 50% de desertores en educación superior y esperar que la cifra de desempleo en jóvenes baje. No podemos tener el tercer aeropuerto con más flujo de pasajeros en Latinoamérica y no tener vías, ni sistema férreo para transportar de manera eficiente las mercancías. No podemos seguir creciendo demográficamente sin tener una agroindustria productiva. No podemos seguir explotando la tierra de manera ilegal, como tampoco podemos permitir que las empresas serias paguen hasta el 70% de sus ingresos en impuestos. 

Es deber del Estado garantizar un clima competitivo para los negocios, con un enfoque de alto gasto público, que genere confianza inversionista para generar empleo en un país lleno de oportunidades. La idea de que existan más ricos es que haya menos pobreza. La bancarización y el acceso a crédito facilitarían enormemente la creación de negocios en el país, así como reducir trámites lo cual a su vez tecnifica el manejo de datos. 

Para que nuestra economía progrese y se dinamice es necesario enfocar la educación superior en proyectos productivos e incentivar la libre competencia. Además, debemos revisar regulaciones absurdas, muchas veces no interferir en las decisiones libres de las personas es la mejor opción. 

Nota:

A partir de esta columna recomendaré un libro semanal. El de esta semana es del autor Thomas Sowell y se titula: Economic Facts and Fallacies. Es un tratado que desmiente muchas falacias económicas argumentando con hechos y estadísticas verdades que muchos no vemos.

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