En Colombia aparecen candidatos presidenciales hasta donde no se creía que estaban. Pero para llegar a la Casa de Nariño se requiere más que la simple intención. En esta ocasión les relato la historia contraria, aquellos que estuvieron a punto de gobernar a nuestro país, pero se quedaron en el club de los presidenciables fallidos.
Y no son pocos. Las razones que les impidieron lograr su sueño político no solo pasa por la matemática electoral, la violencia también influyó. La insobornable realidad es que nunca lo lograron. Empecemos.
En 1950 debió ser presidente Jorge Eliécer Gaitán, pero, dos años antes fue asesinado y ese hecho inatajable puso fin a lo probable. El líder liberal había sido alcalde de Bogotá, dos veces ministro y congresista. El 9 de abril es fecha histórica y sangrienta de aquel medio día de 1948.
Otro liberal con la misma energía de Gaitán, también fue abruptamente separado del camino hacia la Casa de Nariño, se trata de Luis Carlos Galán, quien fue concejal de Bogotá, ministro y congresista. Es considerado uno de los grandes políticos del siglo XX. Y mataron al hombre, no las ideas.
Si hay un conservador que mereció ser presidente, ese fue Alvaro Gómez Hurtado, quien aspiró en tres oportunidades, pero nunca logró que el electorado conectara con el gran perfil de estadista que ostentaba. En 1995 fue asesinado. Fue el fin de lo fundamental.
Uno más que hizo tripleta de candidaturas fue Horacio Serpa. Muchos afirman y con razón, que ser escudero del expresidente Samper, le costó alcanzar su propósito. ¡La presidencia de la república le hizo mamola!
Una mujer casi logra un giro en la historia. Se trata de Noemi Sanín, quien en 1998 quedó de tercera en las elecciones presidenciales, posteriormente hizo otros dos intentos, pero el machismo consagrado se lo impidió. Nos perdimos de una gran presidenta.
Tal vez el ex guerrillero más moderado también brilló en las elecciones presidenciales de 1990, con más del 12 por ciento de los votos obtuvo el tercer lugar, tras reemplazar al asesinado candidato Carlos Pizarro. Ese fue Antonio Navarro, después lo intentó de nuevo pero no brilló. El hombre de “Palabra que sí” la presidencia le dijo no.
Un sindicalista como Lucho Garzón dejó las protestas y se metió en la política, alcanzó un tercer lugar en las presidenciales de 2002, que le sirvió para ganar la alcaldía de Bogotá un año después. El denominado “Lula da Silva” colombiano, quien intentó de nuevo la presidencia, pero el tiempo de luz propia se había apagado.
El singular protagonista en 2010 fue Antanas Mockus, por primera vez alguien por fuera de los partidos tradicionales, pasaba a la segunda vuelta presidencial, ganaba en las encuestas, pero en las urnas su propia zanahoria le dio garrote.
Un nieto de ex presidente de la república, como Germán Vargas Lleras, con dos candidaturas a sus espaldas, comienza a tocar las puertas del club de los presidenciables fallidos, pero en su actual posición como columnista e influencia activa en la política, no parece resignarse. En cualquier momento lo intentará, créanlo y no lo olviden.
Cierra esta lista otro ex guerrillero del M-19 , el actual senador Gustavo Petro, con dos intentos fallidos por lograr la presidencia, pero con el antecedente de ser el único hombre de izquierda en alcanzar un segundo puesto con más de 8 millones de votos en la pasada contienda. Va por una tercera candidatura en 2022.
Los golpes electorales, destierros políticos, coscorrones mediáticos, lenguajes incendiarios, posiciones tibias, hacen parte del largo inventario por ajustar de muchos candidatos. El ego presidencialista los separa de la realidad.
Los que buscan la presidencia creen tener la cura para las dolencias de la nación, pero en ocasiones la nación les causa dolencia a ellos.
La pregunta incómoda
¿Estaría de acuerdo con ampliar a cinco años el período presidencial?