Proponemos una Policía capaz de evolucionar!

El asesinato de Javier Ordoñez nos conmovió a todos. El video evidenció la forma cruel e inhumana en que dos uniformados se ensañaron contra un ciudadano, sin compasión y sin el mínimo respeto por su integridad. Un día después, sabríamos que Javier fue asesinado salvajemente a puños dentro del CAI. Estos hechos son escandalosos, y deberían unirnos como país para exigir que jamás vuelvan a ocurrir.

Sin embargo, los politiqueros no desaprovecharon la oportunidad para llevar la situación a un debate polarizado y lleno de mentiras, donde insisten en clasificar a los colombianos entre buenos y malos, entre la “gente de bien” y la chusma, la derecha y la izquierda, quienes odian a la Policía y quienes la idolatran sin reconocer los abusos.

Ese no es el debate real. Eso solo son ilusiones políticas que usan los extremos de lado y lado para mantenernos distraídos, para perpetuar sus falsas divisiones que les resultan tan útiles para conseguir votos y mantenerse en el poder.

Sin embargo, los bogotanos han protestado, en las calles y en las redes. La ciudad, siempre valiente, crítica y pensante, quiere que se abra un debate honesto y real sobre la Policía. No porque se odie a la institución, ni porque “todos” los policías sean culpables de los abusos que cometen algunos de sus miembros, sino porque Bogotá merece y necesita un cuerpo de policía que esté a la altura de los tiempos modernos, que sea capaz de evolucionar al ritmo de la ciudad.

Bogotá ha evolucionado, y quiere ser una metrópolis moderna, justa y sofisticada. Cada día trabajamos para mejorar la educación, la salud, el transporte y la movilidad, cuidar el medio ambiente, ser incluyente y respetuosa de la diversidad, pero seguimos con el mismo cuerpo de policía de otras épocas, donde las prioridades de la ciudad giraban alrededor del terrorismo, el miedo y la guerra.

La Policía que tenemos hoy en día es la herencia de décadas de conflicto armado, donde la Policía se convirtió en otra fuerza armada, que se fue acomodando para cumplir labores que demandaba el conflicto. Llegamos a tener una de las mejores policías del mundo, por sus éxitos en la lucha contra el terrorismo, las guerrillas y el narcotráfico. Miles de policías sufrieron en primera línea la crueldad de nuestra guerra, y eso conllevó a que su formación y capacitación girara en torno a la guerra.

Pero los tiempos cambian, y de igual forma la Policía debe ser capaz de evolucionar y adaptarse a los retos que hoy tenemos como colombianos. La Policía debe recuperar su misión y su naturaleza como cuerpo civil. No podemos seguir con un cuerpo de policía militarizado dedicado a la guerra. En especial, los centros urbanos como Bogotá requieren un cuerpo de policía capaz de mantener el orden y la seguridad de los ciudadanos, no viéndolos como posibles objetivos, sino viéndolos como su razón de ser.

El debate que tenemos que tener claramente no es sobre la eliminación de la Policía como lo han sugerido falsamente los politiqueros de siempre que quieren engañar y viciar el debate ciudadano. El propósito que tenemos es el de ayudar a que la Policía evolucione y se modernice. En esta época de postconflicto, debemos ser capaces de diferenciar las funciones que tienen las Fuerzas Armadas y la Policía. El Ejército y las demás fuerzas armadas deben ser capaces de contener a los grupos al margen de la ley, y la Policía debe dedicarse a las labores propias de su naturaleza.

Por eso la alcaldesa Claudia López ha propuesto una reforma profunda, entendiendo que la Policía debe ser un cuerpo cívico, con una formación cívica, y sometida al control ordinario de la justicia. Es urgente que el carácter guerrista y militar de la Policía sea reemplazado por un carácter cívico, basado en el respeto de los derechos humanos, y que sea capaz de entender los retos y problemas de la vida urbana.

Bogotá necesita un cuerpo de policía entrenado y preparado para resolver los problemas de una ciudad cosmopolita y moderna; que sea capaz de enfrentar las redes y dinámicas de la delincuencia urbana, desde el microtráfico y los robos a los ciudadanos, hasta la siempre latente amenaza de terrorismo. Necesitamos una policía que adopte realmente el uso de la tecnología para cuidar, vigilar y prevenir la delincuencia; un cuerpo de policía formado en los mejores métodos para contener protestas, movilizaciones, y para comprender y atender cada una de las dinámicas propias de la realidad urbana.

Estas no son propuestas ingenuas, ni tampoco son propuestas que ataquen el honor de la Policía ni que pretenda eliminar o disminuir sus capacidades. Por el contrario, creemos que la Policía debe contar con las herramientas más modernas y eficientes para ejercer su función, debe tener una formación y educación que adopte las mejores prácticas de otros cuerpos de policía del mundo, y sobre todo, debe garantizar a sus miembros unas condiciones de salarios, apoyos y oportunidades competitivos y justos para que ser policía sea una dignidad y una opción de vida llena de honor para sus miembros.

Eliminando su carácter guerrerista, transformándola en un cuerpo cívico, y dotándola de los recursos y presupuesto necesarios para dar una formación vanguardista y profesional a sus miembros, con salarios y oportunidades competitivas, lograremos que la Policía mantenga su honor, y además, que recupere la confianza y admiración de todos los bogotanos. Bogotá no se conformará con menos

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