Protocolos y cultura ciudadana

Ningún país ni gobernante del mundo, estaba preparado para afrontar una situación de crisis, como la que estamos viviendo en estos tiempos, debido a la pandemia del Covid-19; sin excepción han tenido que ir aprendiendo sobre la marcha, para establecer medidas sanitarias, económicas y así poder contener los efectos colaterales de este virus; algunos han obtenido mejores resultados que otros, todo ha dependido de diversas variables que van desde el sistema político, la oportunidad en el establecimiento de las medidas de aislamiento preventivo, tipos de tratamientos, el avance en programas de ciencia y tecnología, la capacidad de los sistemas de salud, la capacidad económica, rigurosidad en los protocolos y la cultura ciudadana como mecanismo para autorregularse.

Es claro, que las realidades socioeconómicas y políticas son distintas en cada país, pero hay que aprender e implementar las buenas prácticas, liderazgos y experiencias exitosas que se han desarrollado para contrarrestar los efectos económicos y sociales que dejan el contagio del virus SARS-CoV-2 y así poder actuar con celeridad, responsabilidad y determinación. Miremos algunos casos: China, país en el que se inició el brote del virus, allí se implantaron medidas tempranas de aislamiento y confinamiento por dos meses, específicamente en la ciudad de Wuhan en la que se concentró el 60 % del contagio, y posteriormente, el aislamiento de otras ciudades, cerrando sus fronteras, una fuerte campaña de cultura ciudadana en materia de prevención y construcción de hospitales en tiempo récord; así, China terminó la cuarentana y podría decirse que hay una relativa calma y control de la pandemia. Otros casos como los de Suecia y Nueva Zelanda son "Paradigmáticos", con protocolos de aislamiento social, lavado permanente de manos, sin confinamiento, sin límites al transporte público, hábitos constantes de cultura ciudadana y una mortalidad de 22 por cada 100.000 habitantes, lograron controlar el contagio, sin afectar la vida social, ni sus economías. En general los países escandinavos han sido modelos en el manejo de la pandemia con decisión, rigurosidad, carácter, sin confinamiento obligatorio y por supuesto, un fuerte sistema sanitario;  Corea del Sur es otro ejemplo para destacar,  su tasa de mortalidad es del 0.6 % por debajo de China y Japón que están alrededor de 6 muertes por millón de habitantes, de seguro, su éxito radica en que inició una campaña temprana para diagnosticar la presencia del Covid-19 en su población, con una extensa red de diagnóstico y control de la tasa de mortalidad como estrategia fundamental. El gobierno Surcoreano y sus autoridades sanitarias tienen controlada la pandemia en su país y el impacto económico no ha sido tan fuerte.

Actualmente, el gran dilema de los gobiernos es cuándo suspender la cuarentena y el aislamiento obligatorio, cuál es el momento ideal, para que ello no conlleve a un incremento de contagios y muertes por el Covid-19 y paralelo a esto, evitar al máximo las graves consecuencias sociales y económicas, el aumento exponencial del desempleo y los niveles de pobreza; luego, lo que se puede analizar es que la clave puede ser diseñar y establecer  unos protocolos de riguroso cumplimiento, en los niveles empresarial, comercial, servicios, laboral, familiar, educativo y un sistema de salud bien dotado, acompañado de unos fuertes programas de cultura ciudadana que cambie conceptos antiguos, para que todos entremos en el camino de la autorregulación y el autocuidado, como conceptos fundamentales en los que nos protegemos y protegemos a los otros.

Lo cierto es que ya comienza a sentirse una fuerte crisis, cansancio en las familias, la economía no aguanta más, no hay suficientes recursos para oxigenar por más tiempo los programas asistenciales y financiar los sectores más golpeados por la pandemia, se avizora un panorama de recesión económica, que va a afectar duramente el crecimiento de la economía mundial, que disminuirá el consumo de los hogares, aumentará el desempleo, ampliará el déficit fiscal, profundizará la pobreza y las desigualdades sociales, de no tomarse medidas a tiempo para frenar el impacto.

Por eso urge, que el gobierno nacional, levante cuanto antes la cuarentena y el confinamiento, establezca estrictos protocolos de bioseguridad para todos los sectores económicos, establezca cuales son los puntos críticos que deben tener una alta rigurosidad, alternancia de horarios de trabajo para aquellas empresas y emprendimientos que deben atender público, implementar campañas pedagógicas de alto impacto en cultura ciudadana, implantar equipamientos especiales de desinfección en las empresas,  plazas de mercado, el uso obligatorio y permanente de tapabocas, guantes y todos los aditamentos que puedan ser necesarios, en lugares donde concurran más de 5 personas, con el fin  de  evitar el contagio y  el colapso total de las empresas.

Lo contrario, puede desencadenar un estallido social sin precedentes, en el que además de la problemática que ya tenemos, se generen muertes por hambre y violencia; lo que puede convertirse en el caldo de cultivo perfecto para ser aprovechado por algunas organizaciones y líderes en nuestro país, que quieren convertir esta pandemia en una plataforma política, de manera populista y demagógica para poner inclusive en peligro la misma democracia.

Está claro, que entre más larga sea la cuarentena, mayor será el costo para la vida social, económica y aumentará las enfermedades mentales, que incrementarán los presupuestos en atención sanitaria.

El gobierno colombiano, amparado en el Artículo 215 de la Constitución Política declaró la emergencia económica, social y ecológica, que le permitió expedir una cantidad de importantes de decretos con fuerza de ley, para establecer medidas, protocolos y lineamientos para afrontar la crisis ocasionada por el COVID-19. En general las actuaciones del presidente Duque han sido oportunas, mesuradas, ha habido una buena comunicación con la población y los mandatarios regionales en general -a excepción de la alcaldesa de Bogotá-  muchas de estas medidas han sido dirigidas para auxiliar a los sectores más vulnerables de la población, las pymes, sectores económicos más afectados por la cuarentena y al fortalecimiento del sistema de salud.

Sin embargo, el país está entrando en una etapa de agotamiento económico, social y mental por los efectos cuarentena, las medidas tomadas por el gobierno son insuficientes, los presupuestos públicos son escasos para conjurar la crisis y evitar el colapso de nuestra débil economía, el desempleo en el mes de febrero fue de 12.6 % según el Departamento Nacional de Estadística -Dane- y se estima que podría llegar a finales de año al 20 %, el PIB podría caer a menos el 1 %,  los sectores comerciales, industriales, empresariales, de servicios como el turismo, serán duramente golpeados en sus ingresos y empleos.

El panorama no es nada alentador con un sector financiero que obtuvo utilidades por 13 billones de pesos el año anterior, que se ha mostrado  indolente frente a la crisis económica del país, que poca atención ha prestado a los requerimientos del Gobierno para que baje las tasas de interés, pues el margen de intermediación sigue siendo alto, las tasas de captación están en promedio en el 2.7 % mientras, las tasas de interés de colocación se mantienen en niveles del 15 y 23 %, lo cual, no se compadece con la situación del país, el gobierno tiene la obligación de establecer los mecanismos legales para intervenir y bajar las tasas de interés, poner en cintura a las instituciones financieras para que los créditos sean accesibles a los pequeños, medianos empresarios y ciudadanos de a pie, que requieren de apoyo en estos momentos de crisis.

Es urgente ir reactivando la economía por sectores con protocolos de bioseguridad estrictos y bien controlados, es una obligación del gobierno proteger el empleo, implementando turnos las 24 horas para evitar aglomeración en los lugares de trabajo, en el trasporte público y ayudar a financiar por un periodo de 6 meses las nóminas empresariales de las pequeñas y medianas empresas. Por supuesto, ayudar a los trabajadores independientes y quienes han estado en la informalidad que es más del 50 % del empleo en el país, ellos requieren del diseño de una política pública especial, para establecer medidas de apoyo para su financiamiento y formalización.

En lo que respecta a Bogotá, no podemos equivocarnos Alcaldesa Claudia López, el 70 % de las empresas son MiPymes con poca liquidez que se encuentran en riesgo de quiebra, hay una alta informalidad en la ciudad, sectores como los de servicios , turismo, hotelería, restaurantes y bares se encuentran en una profunda crisis y ponen en peligro más  un millón empleos directos e indirectos, por ello, la necesidad de articular estrategias con el gobierno nacional y mantener una buena comunicación, para reactivar la economía de la capital que aporta el 32% del Producto Interno Bruto Nacional. 

Con Bogotá y los capitalinos no se puede jugar, ni improvisar, hay que trabajar con responsabilidad y celeridad, sin egos políticos para abrir la economía, establecer los protocolos que sean necesarios, pensar en la adecuación de espacios con equipamiento para fomentar nuevos hábitos de higiene y saludables, fortalecer las campañas de cultura ciudadana y para ello, cuenta con el Acuerdo 609 de 2015 (del que soy autor) que creo la Red Distrital de Cultura Ciudadana y Democrática, para fomentar la autorregulación como fundamento de convivencia en estos momentos de crisis. Hay que evitar un estallido social en la capital, por el contagio, el hambre, el desempleo y promesas incumplidas.  ¡Bogotá, requiere compromisos serios y decisiones audaces. Protejamos la vida y el empleo de los bogotanos!

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