En el mundo capitalista se reconoce la posibilidad de cualquier ciudadano de tener propiedad sobre bienes inmuebles y muebles. Es así como una persona puede comprar una casa o un carro y tener un documento que ante los demás diga que la propiedad es de él o ella y de nadie más. Sin embargo, en la era del conocimiento, el valor de los bienes muebles o inmuebles se vuelve insignificante frente al valor que tiene la propiedad intelectual.
En este nuevo mundo, las recetas para producir medicamentos cobran especial importancia. Por ello, las farmacéuticas destinan gran parte de sus ingresos para financiar investigación científica que nos permite acceder a innovaciones. Estas, a su vez, dan a conocer al mundo sus recetas, pero exigen que quien las copie les dé regalías. Eso es básicamente la protección que ofrece una patente por un tiempo limitado.
En el contexto de la pandemia producida por el COVID19, la semana pasada el gobierno de Estados Unidos en cabeza de su presidente Joe Biden anunció que llevará a la Organización Mundial del Comercio la solicitud de liberar las patentes que las diferentes farmacéuticas han obtenido para que los laboratorios de diferentes partes del mundo puedan producir las vacunas sin necesidad de pagar las regalías.
Se trata de un pronunciamiento innovador pues por décadas Estados Unidos ha apoyado el derecho, de quienes producen conocimiento, de cobrar a quienes copian ese conocimiento con fines comerciales. Sin embargo, la reacción de los europeos no se hizo esperar: los jefes de los 27 países de la Unión Europea respondieron que consideran que la solución para paliar la falta de vacunas en los países pobres no era suspender las patentes. Ellos consideran que, en vez de abrir las patentes, se deben buscar superar la prohibición de exportar vacunas e ingredientes para elaborarlas impuesta por Estados Unidos y Reino Unido.
La liberación de las patentes no sería permanente sino temporal y se aplicaría a ciertas herramientas y tecnologías médicas COVID-19. Este esfuerzo internacional se haría hasta que la raza humana haya alcanzado la inmunidad colectiva.
Esta solicitud fue propuesta por India y Sudáfrica en octubre de 2020, y ahora cuenta con el respaldo oficial de 58 gobiernos patrocinadores, con alrededor de 100 países que apoyan la propuesta en general, Estados Unidos siendo uno de estos.
Lo anterior es un anuncio para que los laboratorios y los investigadores colombianos vayan revisando sus capacidades para determinar qué parte del proceso o qué parte del medicamento pueden realizar en Colombia. Por este tipo de decisiones se debe mantener la infraestructura científica al día, así como el capital humano que pueda responder a estas decisiones internacionales.
Desde Colombia, consideramos que ese liderazgo internacional que está asumiendo Estados Unidos debe tener todo nuestro respaldo para que se produzcan vacunas en países como Colombia y que, poco a poco, se vaya afianzando en la cultura la importancia de fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación nacional.
