Resiliencia política y económica

Viktor Frankl un psiquiatra judío sobreviviente del holocausto nazi, concluyó: “El ser humano, en cualquier situación, puede encontrar el sentido de su existencia”. En uno de sus libros describe como aquellos prisioneros que perdían el sentido de su vida eran los que menos posibilidades tenían de sobrevivir. 

La resiliencia es entendida como la capacidad que tenemos para sobreponernos a cualquier situación y salir adelante, seguir con nuestra visión de futuro y encontrar un propósito por el cual levantarse, tras un acontecimiento, experiencia o suceso desestabilizador; desarrollando  potencialidades internas e inexploradas.

En estos momentos históricos, en los que la humanidad está experimentando una sensación  compleja, física y emocionalmente, pues el aislamiento social, pérdida de movilidad, inestabilidad económica e incertidumbre a los que hemos sido sometidos generan graves alteraciones  de salud física y sicológica, es necesario aferrarnos a la capacidad de recuperarnos, que la resiliencia sea el motor, la oportunidad para reinventarnos en medio de la crisis general, que sea el momento de fortalecernos para enfrentar nuevos desafíos. 

Colombia es un país con una capacidad resiliente extraordinaria, hemos superado dificultades de violencia, pobreza, desigualdades y tenemos aún el poder de adaptarnos a nuevas circunstancias para entender las amenazas, analizarlas y aprovechar las oportunidades que se nos presentan.

Hoy los gobernantes, empresarios y la sociedad en general, deben estar dispuestos al cambio, a la adaptación, al resurgimiento de nuevos modelos; se hace necesaria la resiliencia política y social, se impone el rediseño de políticas, programas y proyectos para afrontar el presente que tenemos y el futuro que podamos tener; hay que dar respuestas eficaces y oportunas, potencializar las acciones gubernamentales -que transforme el pensamiento de la población- generando acciones que redunden en el pensamiento positivo, para beneficio de ella y de la nación. Los gobernantes tienen la obligación de desarrollar características resilientes, anticiparse y comprender los cambios sociales, mirar las oportunidades para adelantar tareas pendientes o aplazadas.

Es el momento para avanzar en acciones que se venían aplazando, o adelantando con limitados esfuerzos. Es evidente que existe una deuda pendiente con el sistema de salud colombiano, que ha originado  falta de legitimidad, deficiencias en su marco regulatorio, baja  calidad y crisis financiera que afecta la prestación del servicio, generando graves problemas en los flujos de caja de las IPS. Si bien hemos avanzado en cobertura -hoy en el 95 %-  los niveles de insatisfacción de los usuarios  superan el 70 %. Es claro que esta crisis sanitaria provocada por el Covid-19, debe ser la ocasión para sanear el déficit financiero con las entidades prestadoras de salud, mejorar, renovar equipos hospitalarios, dignificar el trabajo de los empleados de la salud, dotar a los hospitales públicos de Unidades de Cuidados Intensivos –UCI-  y particularmente, intervenir  aquellos hospitales de las regiones más apartadas del país, para que puedan afrontar con eficacia, los rigores de la pandemia actuales y futuros. Sin duda es una gran coyuntura en la que se debe  fortalecer el sistema sanitario del país, aprovechando las facultades excepcionales del gobierno.

También es imperativo que aumente la cobertura de vacunación y el fortalecimiento de las campañas de promoción, prevención de enfermedades contagiosas, replantear la intermediación entre las EPS y las IPS, para que los recursos lleguen oportunamente,  desarrollar estrategias para impulsar la telemedicina y así haya equidad en los servicios de salud, sobre todo en las regiones apartadas del país.

La actual coyuntura nos muestra la necesidad de fomentar mayor inversión en innovación  tecnológica (he ahí otra oportunidad) ya que el aislamiento obligatorio, visbilizó las grandes falencias en el sector público y privado, para adelantar tareas de teletrabajo, no hay suficientes recursos tecnológicos, ni metodológicos para adelantar trabajos fuera de la oficina de manera eficiente. Se llegó la época de repensar esta modalidad de trabajo, realizar las inversiones necesarias en ciencia y tecnología para fortalecer el teletrabajo y lograr ser más productivos y competitivos.

Ha habido mucha improvisación y quedó a la vista en el sector educativo, muchas instituciones  de educación básica primaria, secundaria y superior, no estaban lo suficientemente preparados con recursos tecnológicos, ni equipo humano docente, para afrontar al ciento por ciento las clases virtuales; así que el gobierno nacional, a través del Ministerio de Educación debe realizar las inversiones necesarias, dotando a los colegios públicos y universidades, de los equipos tecnológicos de mayor desarrollo pedagógico en el mercado, será como puedan interactuar efizcamente docentes y  estudiantes, mediante sesiones de clases virtuales, clases presenciales y semi–presencial, todo ello en procura de mejorar la calidad  educación en el país.

Es el tiempo preciso para que el gobierno profundice en el diseño de políticas públicas que impulsen mayor inversión en la producción, innovación, conocimiento, ciencia y tecnología, pues de ello dependerá el desarrollo del país en los años venideros. Se requiere una verdadera revolución tecnológica en la educación pública colombiana, tanto urbana como rural.

En cuanto a la informalidad laboral en el país, es otro de los graves problemas por solucionar, existen grandes retos; esta franja puede representar más del 50 % del empleo total en el país, y en la actual crisis, podría incrementarse a un 70 %, pues muchos pequeños y medianos empresarios quedarán en insolvencia financiera, incrementado las cifras de desempleo que  según el Dane,  en el mes de marzo fue del 12.6 % incrementando en  1.7 millones, las personas sin vinculación laboral y podríamos llegar a niveles verdaderamente preocupantes de entre el 20 % y 22 %  de desempleados al finalizar el año, con las gravísimas consecuencias sociales y económicas.

Pero esta amenaza, puede convertirse en una fortaleza, si el gobierno diseña una política pública ambiciosa, de mediano y largo plazo para el financiamiento, capacitación y formalización de quienes sobreviven en la informalidad. No solo mejoraremos la calidad de vida de estas personas, sino también la posibilidad de que se afilien al régimen pensional y por tanto aporten al régimen contributivo de salud,  pues solo el 57 % de los ocupados se encuentran vinculados a este régimen.

La resiliencia económica tiene que ver entonces,  con la capacidad y oportunidad de recuperarnos de los efectos negativos que deja la crisis generada por el Covid-19, en materia de crecimiento económico, desempleo, consumo y déficit fiscal, la velocidad para  tomar medidas necesarias para minimizar el riesgo, evaluar las vulnerabilidades que pueden implicar eventos costosos para la economía, tomar decisiones macroeconómicas oportunas para evitar una recesión de incalculables consecuencias. Así que las políticas económicas, monetarias, fiscales y de gasto público que se implementen en el corto y  mediano plazo, serán determinantes para mitigar el impacto que pueda generar la pandemia en nuestro país.

La contracción económica mundial que se avecina producto de la Pandemia, va a generar grandes desequilibrios políticos, sociales, económicos que posibilitan las condiciones propicias para una resiliencia económica, la necesidad de reinventarse desde la crisis para enfrentar los efectos devastadores en las economías y mitigar su impacto en los indicadores macroeconómicos. Es necesario el fortalecimiento y acompañamiento del sector privado para impulsar el proceso de reactivación económica, se requiere de parte del gobierno nacional mayor audacia en materia de política macroeconómica, propiciar condiciones para la inversión privada y la generación de nuevos empleos.

Es imperioso, fomentar estrategias para una reestructuración a fondo de la economía, mitigar los efectos de la crisis, dando especial atención a la pequeña, mediana empresa y proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad, para evitar un estallido social; se requiere actuar con responsabilidad y seriedad en todas las esferas de la sociedad, será la resiliencia, la que nos brinde la capacidad de adaptarnos, transformarnos para afrontar la crisis con coraje, positivismo  y salir fortalecidos. Recuperemos el tiempo perdido y prioricemos las acciones que nos cohesionen como sociedad.

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