Cierre los ojos por unos instantes e imagine a la persona que más quiere. Ahora piense qué haría si no pudiera verla nunca más porque inevitablemente se ha ido de su lado para siempre.
“Si hubiera sabido…” es una frase conocida por todos y que inevitablemente pronunciamos cuando tomamos una decisión equivocada o frente a la partida de un ser querido. Y lo cierto es que la realidad nos enseña a diario que, si lo hubiéramos sabido, la historia sería otra.
Nuestra humanidad supone vivir el fracaso, conocer la culpa y sentir el arrepentimiento. Eso no lo podemos cambiar. Sin embargo, la realidad es otra cuando decimos “Lo sabía y no hice nada”. Aquí las cosas son muy diferentes.
Si conocemos una situación, estamos informados sobre ella y sabemos lo que supone, no nos podemos dar el lujo de tomar malas decisiones. Debemos actuar de manera racional y acorde a las circunstancias, mucho más cuando una acción que realizamos, no solo nos afecta a nosotros, sino también a los demás.
Hoy, cuando hemos superado la tercera ola del Covid 19 me atrevo a asegurar que cada uno de los colombianos tenemos un caso cercano, ya no de referencia, en el que nos arrebató una vida o dejó graves secuelas a alguien que conocemos de cerca. No obstante, seguimos presenciando una resistencia en un grupo importante de ciudadanos frente a la vacunación.
El Gobierno Nacional ha hecho campañas de información y prevención; las empresas realizan enormes esfuerzos para formar a sus trabajadores y la sociedad frente al peligro de la pandemia; los medios de comunicación socializan la devastación que la enfermedad produce en los hogares y la economía y, a diario nos enteramos de cientos de personas que mueren en las clínicas y los hospitales.
La realidad no es otra, el Covid 19 mata personas en todo el mundo, todos los días, de todas las edades y de todos los grupos sociales.
Soy un firme defensor de los Derechos Humanos Fundamentales y creo a toda costa en la libertad de pensamiento, pero también estoy convencido de que la corresponsabilidad social, la solidaridad y el respeto mutuo son la base de nuestra sociedad. Nadie, crea en lo que crea, como en las mentiras que rondan las redes sociales sobre la vacuna o las teorías de la conspiración, puede decir que el virus no mata.
El Covid 19 cada día cobra más muertos, se hace más fuerte y muta en otras variantes, pero lo peor es que siguen existiendo quienes dicen no a la vacuna. Si no lo sabe, le cuento que la nueva variante denominada Delta tiene una capacidad de contagio más alta que el coronavirus original.
Así las cosas, lo invito a que nuevamente cierre los ojos y piense en todas las personas, ya no solo en sus hijos, sus padres, su cónyuge o sus amigos, viviendo en un mundo en el que por la culpa de la no vacunación las clínicas no den abasto, las familias se desmoronen y algunos solamente digan “Lo sabía y no hice nada”.
Está demostrado, las vacunas funcionan, pero se necesita que la mayor cantidad de gente posible las tengan en el menor espacio de tiempo. La vacunación de todos es la única forma de poner fin a esta pesadilla y nunca, nadie, podrá decir “Si hubiera sabido” porque lo sabemos y lo único claro es que quien no se vacune será responsable porque ya lo sabía.
