Simplificar lo complejo

En la vida de las personas y los pueblos hay situaciones que podemos expresar de manera simple y coloquial, o de modo extenso y minucioso. Esto último era propio del inmortal Kant y lo utilizó cierto día, cuando vivía en una casa próxima a la prisión, en donde a diario obligaban a los presos a cantar ritos religiosos, lo que enfurecía al filósofo cada que abrían las ventanas. Estando “hasta la coronilla”, y deseoso de que se callaran, escribió a su amigo, el alcalde de la ciudad, la carta siguiente (lo cuenta Kuno Fischer, biógrafo suyo, en 1875):

Os suplicamos encarecidamente que libertéis a los moradores de esta vecindad de las oraciones estentóreas que hipócritamente entonan los que en la prisión se encuentran. No digo yo que carezcan de motivo y de causa para quejarse como si la salud de su alma corriera peligro al cantar un poco más bajo, y que no pudieran oírse ellos mismos, teniendo las ventanas cerradas. Si lo que buscan es un certificado del carcelero, en que conste que son gentes temerosas de Dios, no creo que necesiten armar ese escándalo para que no deje de oírlos él, pues, si bien se mira, podrían rezar en el mismo tono con que rezan en su casa los que son verdaderamente religiosos. Una palabra vuestra al carcelero, si os dignáis darle como regla lo que acabo de deciros, pondría para siempre término a este desorden y aliviaría de una gran molestia a aquel por cuya tranquilidad os habéis incomodado tantas veces.

Kant también pudo decirlo, por ejemplo, así: “Le pido el favor de que no obligue a los presos a cantar porque el escándalo que hacen perturba mi concentración para escribir”. Simple. 

Aterrizando el tema en Colombia, si alguien cree, dijéramos, que Iván Duque debería ser más persuasivo en sus propuestas y decisiones como jefe de Estado para lograr el respaldo general, puede hacerlo con gotas al estilo kantiano: “Si el presidente Duque se vale de los recursos de la persuasión para buscar el apoyo ciudadano a sus propósitos y decisiones, su tarea se tornará más inteligente y productiva al contar con la voluntad y el entendimiento de los gobernados”. Pero, en gracia a la brevedad y a propiciar una rápida comprensión del mensaje, otra posibilidad es: “O Iván Duque se vuelve más convincente o no tendrá ningún doliente”. 

Es otro estilo, mejor o peor, que en esta ocasión aplico, para tratar de conseguir cierto efecto, a tres dirigentes públicos: Iván Duque, presidente de Colombia, Sergio Fajardo y Gustavo Petro, aspirantes a serlo.  

Respecto de Duque 

• O muestra mano firme o se queda sin quién lo afirme.
• O se integra más al pueblo o el pueblo lo tira al suelo.
• O se sintoniza con la gente o no será más dirigente.
• O sale de su encierro o invitarán a su entierro.
• O acierta en las acciones o “se la mientan” en canciones.
• O se ayuda de buenos asesores o se atiene a sus censores.
• O hace lo que tiene que hacer o llega al 22 “sin nadita que comer”.

• O recarga sus pilas o lo echan de la fila.
• O escucha a Uribe Vélez o lo saca de sus carrieles.
• O habla con los expresidentes o los ánimos siguen calientes.
• O acierta en la reforma o la ciudadanía no se conforma.
• O coge la sartén por el mango o lo lanzan al fango.
• O deja la carajada o quedará como si nada.
• O se para en los talones o le bajan los pantalones.

Respecto de Fajardo 

• O se pone “bravo” o la araña “le pica el rabo”.
• O es más concreto o no podrá con el reto.
• O da soluciones viables o sus ideas sonarán triviales.
• O se define o es posible que no termine.
• O muestra verraquera o su triunfo queda en espera.
• O es más cercano o no será expresidente colombiano.
• O resuelve sus líos o se le mueren los bríos.

Respecto de Petro

• O le niegan el micrófono abierto o Colombia será un desierto.
• O le cantan la tabla o hará incendios con el habla.
• O se recuerda su pasado o el futuro será más pesado.
• O lo desnudan en lo ideológico o se creerá que no es demagógico.
• O se habla de sus bolsas de dinero o el país será un chiquero.
• O le sacan todas sus mentiras o llenará a Colombia de piras.
• O los medios le ponen el ‘tatequieto’ o en el 2050 lo sucede un nieto.

Por supuesto, las ideas expuestas en esas frases simples también pueden expresarse de una manera kantiana, densa, exhaustiva, pero no, gracias: lo dicho, dicho está.

INFLEXIÓN. Como se lee en los evangelios, “el que quiera entender, que entienda”.

Por: Ignacio Arizmendi.

08/05/2021
 

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