Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Subintelectuales

Ahora que se ha celebrado el día internacional de la educación (24 de febrero) y que los
calendarios académicos en el país se han reactivado, ha venido a mi miente una entrevista que le
hizo Carlos Rangel a Friedrich August von Hayek 1 en la que utilizó el concepto de subintelectuales
como aquellos “diseminadores de ideas de segunda mano”.

Esta glosa viene a lugar por cuanto el debate central en la educación parece ser el rol que jugará,
en este sector, la Inteligencia Artificial (IA). Y digo que parece porque hace un par de años no me
paso por las aulas en calidad de profesor; pero, mi experiencia me hizo recordar muchas
anécdotas que dejaron aquellos años y que no incluyen, de manera alguna, mi labor como
profesor voluntario en Jamestown, Accra.

Si el tema que se da por sentado es que la IA vendrá a mejorar la educación y lo que debemos
hacer es encontrar las vías pedagógicas para potenciarla, a partir de esta “realidad
incuestionable”, creo que ya perdimos la oportunidad de transitar hacia un nuevo modelo
educativo.

Y la razón es que a mi memoria vienen tantas reuniones como foros a los que asistí para afirmar
categóricamente que la IA está instalada en las aulas hace años ya que recuerdo perfectamente
tantos discursos repetidos robóticamente por profesores sin que se pudiera disentir
racionalmente y a la vez no ser declarado como objetivo por estos mismos subintelectuales.

Uno de los tantos ejemplos es el credo de género. Basta escuchar a los subintelectuales que
repiten y repiten y repiten esta retahíla sin pensar que el feminismo interpreta el mundo de
manera tan precaria como el machismo. O que al hacer gala del “lenguaje inclusivo”, solo para
posar como “pensadores” de avanzada, dan muestra de no haber recorrido antes por terrenos
como el galdosiano o haber soñado como Luciano Pulgar. De seguro, más de “un diseminador” de
estos tendría que ir a Google para entender medianamente lo qué quiero expresar.

Otro ejemplo podría ser el tema de la calidad. Acá la robótica viene desde el Ministerio de
Educación Nacional a través de una falacia como la Acreditación. Pero, quedémonos a nivel de las
universidades. No sé, con exactitud, cuántas reuniones presencié en las que se hablaba de calidad
y a renglón seguido venía la observación de no exigir mucho a los estudiantes porque como
clientes siempre tienen la razón. Y es que si de calidad se trata, también el asunto de los salarios
debería ser lógicamente una consecuencia en este sentido.

Incluso, el temita de la inclusión de nuevas tecnologías hizo carrera con tanta fuerza que en su
afán por hablar y hablar y hablar de las TIC´s, olvidaron que los profesores sean testimonio de lo
que saben a través de sus bibliotecas personales. Siempre me indignó que fuera más importante
imponer esas ayudas que exigirles que presumieran (según el argot de hoy) sus bibliotecas. Conocí
tantos profesores, salvo contadas excepciones, que no tenían como parte de su patrimonio una
biblioteca medianamente presentable y heredable.

Y para dejar por acá el listado subintelectual, no podré dejar de un lado el estribillo sobre el
pensamiento crítico. No recuerdo un solo colega que no haya caído en la trampa. Frecuentemente
me cuestionaba la falta de comprensión verdadera en el alcance de esta expresión. Por crítico se
1 Ver, El Tercermundismo. 1982

entiende equívocamente: radical, progresista, revolucionario y demás. Es decir, que usted por ser
vocero de los evangelios progresistas resulta más crítico aún que alguien que se niega, por pensar
libre e independientemente, a replicar sus dogmas.

Todo lo anterior prueba que el tema de fondo no es que futuras máquinas reemplacen profesores
porque según lo explicado, muchos ya vienen actuando mecánicamente como si se tratara de
encarnar el disco de Alan Parsons Project, I Robot.

El verdadero desafío será superar la inteligencia artificial (Léase bien: en minúscula) que se ha
impuesto en las escuelas y universidades por décadas. Creo que debemos mirar con mayor
atención que la educación promueva valores que garanticen mejores ciudadanos con capacidad de
pensar y decidir en libertad fuera de los dogmas, las modas y los lugares comunes y, sobre todo,
con un altísimo sentido común y ético que evite la fractura de los cánones mínimos de civilización.
Por demás, que los profesores no sean simples repetidores de señal de lo que otros han escrito o
pensado a fin de que sus clases sean más autónomas, soberanas y originales. Es importante que
los estudiantes no los recuerden como “diseminadores de ideas de segunda mano”.

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Mario Huertas
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