Tres lecciones para la Democracia en Latinoamérica

El incipiente 2021 ha comenzado a un ritmo vertiginoso. Todos hemos sido testigos de eventos que, estoy convencido, cambiarán en un futuro no muy lejano las estructuras de políticas y sociales de nuestra realidad.

De los tantos sucesos acaecidos en los primeros días de este Enero, quisiera discutir con ustedes tres temas que considero interesantes de analizar a la luz de la democracia en nuestros países. Veamos.

Nuevo tiempo en EE.UU. Los retos que enfrenta el recién instaurado Biden son enormes, pero quizás uno de los más delicados es manejar el extremismo ideológico de fuerzas internas, expresado en movimientos supremacistas raciales y de corte anti-político. Los resultados de sus éxitos o fracasos en controlar estas fuerzas pueden dejarnos grandes aprendizajes para enfrentar nuestros propios extremos. Latinoamérica tiene dolorosas experiencias con los extremos, de izquierda y derecha, es una espada de Damocles que pende tristemente sobre nuestras democracias.

El totalitarismo en Venezuela y la demagogia populista en Brasil son vivos ejemplos de amenazas reales, que causan estragos económicos y sociales. La manera con la que Biden y su novel equipo enfrenten a sus extremos internos serán insumo para el manejo de los nuestros, en especial para crear mecanismos constitucionales y democráticos que controlen los avances de estos radicales y sus ideas.

Rusia y la vanguardia totalitaria. El regreso y posterior detención del principal opositor al régimen de Putin, Alexei Navalny, tiene que traer reflexiones en el mundo democrático. La Rusia de Putin ha sido el principal apoyo de sistemas totalitarios como Cuba, Irán y Venezuela, donde se han normalizado las detenciones arbitrarias, la persecución implacable de opositores y violaciones continuadas de derechos humanos.

La detención de Navalny trajo consigo importantes manifestaciones en la capital rusa que me hacen sentir optimista: todavía existen fuerzas civiles dispuestas a enfrentar el totalitarismo a riesgo de su propia seguridad y libertad.

¿Cómo evitamos que regímenes totalitarios como el cubano o venezolano se repliquen en Colombia y demás países del continente? La respuesta no es una ni es simple, pero mucho aprenderemos de los próximos tiempos en la fría Moscú.

La ciudad como eje de transformación democrática. La pandemia ha puesto a prueba la resiliencia y adaptabilidad de nuestras ciudades. Si bien cada país diseñó sus respuestas, lo cierto es que cada ciudad tomó rumbos diferentes, basado en sus propias posibilidades. Basta comparar los resultados de las estrategias tomadas en Bogotá, Cali y Medellín, y se entienden las diferentes necesidades que deben satisfacer. Una sola respuesta no sirve para un país, cada urbe requiere de atención especial y estrategias adaptadas a sus propios retos.

¿Qué podemos aprender para la democracia? Ahora requerimos de un liderazgo político local sensible a estos fenómenos, conocedores de los temas más importantes de sus ciudades y capaces de ofrecer y ejecutar políticas públicas que enfrenten estos nuevos retos. Piensen en los hoy adolescentes que ejercerán por primera vez su voto dentro de 4 o 5 años, habiendo vivido cuarentenas y limitaciones por pandemias: ¿Cuál mensaje le parecerá importante? ¿Cuáles criterios usarán para definir lo que comprenden como un “líder político”?

Sin duda la oferta y demanda electoral cambiará, agregando al debate político lo que entendemos por ciudad, ciudadanía y democracia. El reto para nosotros será ayudar a innovar y sembrar en las nuevas generaciones valores democráticos de libertad, igualdad y solidaridad.

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