Tu alimento es tu ciencia

Hacia el año 390 A.C cuentan los historiadores que Hipócrates, que es considerado el padre de la medicina occidental, dijo esta célebre frase que llegaría hasta nuestros días como un lúcido refrán de la sabiduría popular Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento Pero ¿cuánto de cierto tiene y que representa ponerlo en práctica hoy?

Anualmente como país gastamos billones de pesos en curar enfermedades, pero no en prevenirlas ¡Y prevenir genera calidad de vida en una sociedad! Por ejemplo, según cifras del Departamento Nacional de Planeación (DNP), nos vale 4,2 billones de pesos al año tratar las enfermedades respiratorias que genera la contaminación del aire en Bogotá. Con esa misma plata podríamos prevenir y cambiar el SITP provisional, que es una de las principales fuentes de contaminación móvil en la ciudad. 

Somos el país más biodiverso del planeta si se considera la densidad existente de vida por cada metro cuadrado, y esto también se refleja en la riqueza de todos los grupos de alimentos que están presentes en nuestro territorio. Según la encuesta nacional de situación nutricional en Colombia, Ensin, el 85% de la población colombiana no consume frutas y verduras en la cantidad necesaria para aportar micronutrientes como vitaminas y minerales, y sólo un 15% de los colombianos comemos las cinco porciones de frutas y verduras que necesitamos diariamente. 

Si hay una cultura que deberíamos transformar en nuestro país es la cultura de la alimentación, educar para alimentarnos también es ciencia, de modo que no sólo podemos pensar en basar nuestro esfuerzo científico en producir medicamentos. Hipócrates, 2.400 años después sigue teniendo toda la razón: La ciencia también está en prevenir y prevenir es alimentarse bien.

Ojo a estos valores: un aguacate en Londres vale 40.000 pesos, un mango en Tokyo vale 130.000 pesos y una guanábana en New York vale 70.000 pesos. Es real, lo tenemos todo, pero no nos hemos apropiado de esa riqueza porque todo el tiempo hemos vivido 'la tragedia de la abundancia'. Estimular una cualidad tan sencilla como la contemplación nos permitiría detenernos para mirar a nuestro alrededor todas la posibilidades que tenemos.

Muchos hablan de seguridad alimentaria como un elemento aleatorio que adorna sus discursos, cuando en realidad debemos ejercer soberanía alimentaria promoviendo la siembra en el patio de la casa o en la sala de los apartamentos, en los balcones, en las zonas verdes de nuestras ciudades que deberían estar llenas de árboles frutales. Cada uno de nosotros tiene la tierra y puede sembrar, con la seguridad de que aquí la vida brota en cualquier parte y es nuestro mayor privilegio. Si algo nos debe dejar todo lo que estamos viviendo en este momento es entender que, al final, lo que realmente importa en esta vida es tener salud.

Ninguno de nosotros está exento de contagiarse de Coronavirus, pero sí podemos elegir tener un organismo fuerte y capaz de soportar la enfermedad. Ojalá la medicina de nuestro tiempo recuerde a Hipócrates, que ante todo basaba su enfoque curativo en el poder de la naturaleza. En el origen y el equilibrio hay muchas respuestas que ha sepultado el mercado.

Un país y un gobierno con audacia, a pesar de las dificultades que tenga para producir una vacuna, sí puede diseñar una dieta que le permita ante la inminente amenaza mantener con las defensas altas a su población. En estos tiempos y siempre será ciencia una adecuada alimentación

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