Alexander Velásquez

Escritor, periodista, columnista, analista de medios, bloguero, podcaster y agente de prensa. Bogotano, vinculado a los medios de comunicación durante 30 años. Ha trabajado como reportero para importantes publicaciones de Colombia, entre ellas El Espectador, Semana y El Tiempo. Ha sido coordinador del Premio Nacional de Periodismo CPB (ediciones 2021, 2022, 2023). Le gusta escribir sobre literatura, arte y cultura, cine, periodismo, estilos de vida saludable, política y actualidad. Cree en la vida después de la muerte, uno de sus temas favoritos. La lectura y caminar una hora diaria mientras escucha podcast son sus pasatiempos favoritos. Escribe su segunda novela.

Alexander Velásquez

Yo, ladrón de libros

Supongamos que soy un ladrón de libros.

Me llamo Alex Velásquez y nací en el año 1.971 d.C.  De niño robé mandarinas.

Pero nunca he robado libros. Los que tengo los compré con mi dinero. Presté libros y no me los regresaron porque la gente no es pendeja. El pendejo fui yo por prestarlos.

Soy lector voraz gracias a mi abuela; cuando me veía ocioso me decía: -Si no tiene nada que hacer, coja un libro y póngase a leer en lugar de perder el tiempo.  Y eso hacía. Y eso sigo haciendo. Y eso haré hasta que mis ojos se oscurezcan. ¡Gracias abuela porque tu consejo despertó en mí el hambre por la literatura!  Me hice lector con los libros de segunda y los que encontraba en la biblioteca del barrio, donde me ocultaba para no ir a catequesis.

De grande aprendí que los libros, como la pareja y el cepillo de dientes, no se prestan. Son como los hijos: nadie los toca, nadie se mete con ellos. En eso me volví terriblemente egoísta, además porque rayo y subrayo las páginas con mi resaltador amarillo para volver a ellas otra vez y otra vez y otra vez...

Si no le prestan libros, no se preocupe. Existen las bibliotecas. ¡Estrénelas! Pero cuando pueda, regálese un libro o pida uno de cumpleaños. Mis géneros favoritos son la novela, la biografía, el cuento, el ensayo y la historia.

Retomo el hilo del monólogo. Si tuviera que robar libros, robaría una librería. Ay, en tantas he sido tan feliz, que viviría dichoso en una de ellas. Llegaría enmascarado como ladrón en la noche en busca de su ansiado botín… ¡y suazzz…!

Se preguntará por qué robaría libros. ¿Acaso no es más lucrativo robar un banco?  Hay razones poderosas que explicaré en estos aforismos:

  • Los libros te salvan cuando se cae internet y te salvan cuando hay internet. 
  • Lees hasta que Morfeo te acoge en sus brazos.  La lectura es cura para los insomnes.
  • Leer es un hábito pero también una inocente adicción. La única “enfermedad” que no requiere pastillas ni hospitalización.
  • Los lectores empedernidos somos almas agradecidas, pero si nos pagaran por leer, tendríamos dinero suficiente para regalar libros.   
  • Leo para tener cosas interesantes que decir o escribir.  (¡Lean, carajo! Y presuman en las redes sociales de lo que han leído para que otros se antojen).
  • Los libros curan a su manera.  Sobre ese poder curativo hablaremos largo y tendido otro día. John Cheever, uno de mis escritores favoritos, dijo estas sabias palabras que Irene Vasco recoge en “El infinito en un junco”: “No poseemos más conciencia que la literatura… La literatura ha sido la salvación de los condenados, ha inspirado y guiado a los amantes, vencido la desesperación, y tal vez en este caso pueda salvar al mundo”.

Sé que la vida no me alcanzará para leer todo lo quiero. Es una de las razones por las cuales creo en la reencarnación. Una vida es insuficiente para tantos tesoros en busca de descubridores. Si no hay más vidas, necesitaré clones para las lecturas pendientes. “La humanidad publica un libro cada medio minuto”, nos dice Irene Vallejo en su maravilloso ensayo de 434 páginas.

Por favor: Sembremos árboles para que nunca se acaben los libros.

Una pregunta para los lectores: ¿Cuál sería la pena justa para una persona que roba libros por el placer de leerlos?

¡Y suazzz… qué me cogieron con las manos en la masa!  Si me atrapan in fraganti a mi favor diré en el juicio.

–Señor, juez, robé por amor. Por amor a los libros. ¡Apiádese de este  ladronzuelo! ¡Denme cadena perpetua dentro de una biblioteca!

FIN

Recórcholis: De la posesión del presidente Gustavo Petro dos hechos me emocionaron hasta la lágrima: las imágenes desgarradoras captadas por el fotógrafo Mauricio Vélez (las cuales forman parte de un libro de Villegas Editores, que resumen 27 años del conflicto interno) y la referencia que hizo en su discurso el primer mandatario a “Cien años de Soledad”, patrimonio de la literatura universal y obra cumbre que le mereció el Premio Nobel a Gabriel García Márquez hace 40 años. ¡Augurio de buenos tiempos para la promoción de la lectura!

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Alexander Velásquez
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