El bienestar emocional es un estado de ánimo subjetivo, en el cual nos sentimos conscientes y seguros de nuestras propias capacidades. De esta manera, afrontamos los desafíos de la vida desde una actitud optimista que nos permite permanecer en paz y armonía, a pesar de las dificultades cotidianas.
Esta sensación de equilibrio entre los impulsos, las expectativas y los deseos, se logra al encontrar comunicación con nosotros mismos. Por eso, aprender a identificar las causas de la aparición de emociones y sentimientos exagerados en nuestro comportamiento, es necesario para acrecentar nuestra calidad de vida a través de un bienestar emocional estable.
Para alcanzar esta armonía, debemos encontrar un balance entre los aspectos físicos, mentales, emocionales y espirituales. De este modo, ejercitamos la habilidad de disfrutar la vida en el momento presente, incluso afrontando los problemas diarios y adaptándonos a situaciones difíciles.
En resumen, el bienestar emocional es aquel estado de certeza, seguridad y estabilidad en donde somos dueños de nuestros sentimientos y emociones. Además, podemos diseñar estrategias para la resolución de conflictos que nos beneficien a nosotros mismos, a nuestras relaciones interpersonales y a la sociedad en general.
El origen del desequilibrio emocional
En el fondo del inconsciente, los seres humanos somos impulsados hacia la sobrevivencia y el deseo de sentirnos saludables, estables emocionalmente y gozar de una mente serena.
Muchas veces en la vida, esto sucede, pero no se sostiene en el tiempo, pues es natural que también surja una sensación de dolor y malestar que no podemos controlar.
La vida y las circunstancias cambian continuamente. Es importante recordar, que tanto el bienestar como el desequilibrio emocional oscilan con el movimiento pendular de la vida misma. Por esta razón, a veces nos sentimos muy bien y otras muy regular, pero esto hace parte del proceso natural de la existencia.
Por más de que intentemos extender estos ciclos biológicos, no conseguimos dominarlos. Ese es el origen de algunos desequilibrios emocionales, que nos producen una gran frustración al no aceptar nuestra incapacidad para modificar esta realidad.
La vida no es una fiesta de alegría interminable como tampoco es una trágica pesadilla sin fin. Quienes se convencen de tener el poder para alterar estas circunstancias a su antojo, caen en la trampa de utilizar un objeto específico como una sustancia, relación afectiva o comportamiento obsesivo, con el propósito de producir cambios en su estado de ánimo.
En consecuencia, disparan obsesivamente sus pensamientos hacia la realización de una excesiva y utópica felicidad. Estas personas al intentar huir del dolor y el malestar innato de la vida, crecen sin superar sus limitantes e infantiles temores.
Sin embargo, cuando llegan a ser “adultos” cualquier rechazo o frustración les genera grandes desequilibrios emocionales, que los inducen a buscar en la adicción recursos externos para no confrontar ni superar el hábito de estar y sentirse mal. Esta desgastante situación interior es muy difícil de cambiar y reduce de forma dramática la calidad de vida.
Secretos para lograr el bienestar emocional
La emoción es una alteración de nuestro estado de ánimo y cuando aparece, nos impulsa a actuar. Podemos tomar distancia con el fin de observarnos como espectadores de esa emoción y, descubrir el por qué y el para qué de la aparición de esta energía incontrolada en nuestra vida.
Sin duda, cuando una emoción negativa se desborda, no somos capaces de aceptar o comprender nuestros errores cometidos y mucho menos el de los demás, por lo que los disimulamos señalando sus defectos.
Efectivamente, esta actitud crea desconfianza y anula la empatía necesaria para la interacción laboral, social y afectiva, pues al no sentir ni generar amor, flexibilidad y consideración hacia el otro, quedamos excluidos de albergar sentimientos positivos y sanos. Si en nuestra mente sólo habita el rencor, impediremos los sentimientos de perdón y reconciliación que son la base del bienestar emocional.
Muchas veces, las emociones que nos invaden y llevan al desequilibrio emocional son por lo general las del resentimiento, la angustia, la ansiedad, la culpa, la tristeza, la negación, la ira, la envidia, el odio, la preocupación y la vergüenza, entre otras.
Por el contrario, algunos de los sentimientos que nos producen bienestar al experimentarlos son amor, aceptación, alegría, entusiasmo, esperanza, gozo, pasión, ilusión y satisfacción personal.
Para empezar a gozar el beneficio de estos primeros auxilios emocionales, debemos aprender a controlar la respiración ante cualquier situación. Esta es una práctica que nos ayuda a ejercitar el bienestar emocional, siendo la base para lograr el equilibrio interior.
Primero, debemos entrecerrar los ojos, respirar lenta y profundamente con el propósito de observar cómo el oxígeno entra a nuestros pulmones y los expande. Luego, sentimos un gran descanso al exhalar el aire que nos libera de la tensión interior causada por el estrés.
De esta forma, los pensamientos agresivos y tóxicos se van disolviendo en nuestra mente. Más relajados, podemos tomar conciencia si estamos incluyendo a excluyendo a los otros o a nosotros mismos ante la situación que nos generó esta confusión mental.
Dejar pasar unos momentos sin luchar contra esta emoción, nos ayuda a recuperar la sensatez. Recordemos que una emoción liberada dura poco tiempo y una emoción reprimida continúa haciéndonos daño.
Lo importante es no dejarnos dominar por las emociones y tampoco temerles. Antes bien, es necesario empezar a conocer de qué están compuestas realmente y cuál fue la causa de su aparición en nuestra vida. De este modo, lograremos recuperar la confianza en nosotros mismos.
Más estrategias para nuestro bienestar emocional
Una manera útil de iniciar un trabajo de auto observación para el bienestar emocional es escribir todo lo que sentimos en un papel sin racionalizar ni justificar.
Posteriormente, algo más descongestionados, adquirimos la práctica de anotar cada día en nuestro diario de emociones, aquellas reacciones y comportamientos ante los demás que nos afectan sin juicios de valoración.
Después de observarnos a nosotros mismos, aprenderemos a caminar hacia pequeños objetivos que estén a nuestro alcance hacia el bienestar emocional. Con ello reforzamos la capacidad de valorar nuestras fuerzas y disfrutar de los logros para aumentar la confianza.
Tratarnos de forma amable y flexible, mejora la autoestima y el valor que tenemos de nuestro yo integral. Buscar momentos de intimidad personal para meditar por lo menos de cinco a diez minutos diarios, habilita una mayor atención en el momento presente erradicando las culpas del pasado y las angustias del futuro.
La visualización curativa, también es muy apropiada para sentirnos mejor. Todas la imágenes tanto negativas como positivas nos producen reacciones nerviosas y bioquímicas. Si tenemos algo de sentido común, elegiremos imágenes de ambientes naturales como el mar en calma, un bosque apacible y pequeños ríos cristalinos.
Estos paisajes, limpian y refrescan el cerebro de tantas cargas tóxicas que nos invaden y perturban la paz interior. Dormir bien, como mínimo de seis a ocho horas diarias, en una habitación ordenada y armonizada con luz tenue y sin aparatos electrónicos, equilibra y repara todas nuestras energías.
Fortaleciendo el bienestar emocional ante el COVID – 19
La preocupación ante el futuro causada por la actual crisis de salubridad mundial es una de las principales razones para sentir este malestar social, el cual se acrecienta frente a la incertidumbre que se ha extendido durante estos meses en casi todas las áreas del ser humano.
Por eso, no parece ser el momento adecuado de provocar ninguna crisis por pequeña que sea, ni tampoco tomar decisiones de fondo sobre temas laborales, de pareja o personales. Mantener la vida simple y darle prioridad a sobrevivir a este terrible virus, es la estrategia más sabia.
En mi opinión el día que los médicos me entreguen el certificado de vacunación contra el coronavirus, y sienta alguno de mis brazos con el ardor de su aplicación, quizás sólo en ese momento y no antes, comience a futurizar los planes para mi nueva vida.
Por esta razón, lo que más nos causa malestar en medio del confinamiento es el permanecer alejados de nuestros seres queridos y las respectivas actividades laborales.
A diferencia de la soledad, este no es un sentimiento sino un estado personal de frustración, el cual nos impide comunicar nuestros sentimientos y que lleguen a nosotros los sentimiento de los demás.
También necesitamos compartir nuestra vida con otras personas para sentirnos aceptados, valorados y amados. Lo más triste es sentirse solo a pesar de convivir con otras personas.
La soledad es un sentimiento y no sólo una situación personal, de ahí que podemos vivir solos y no sentir soledad. Recordemos que la conexión del corazón es universal y resuena en todas las personas a pesar del confinamiento social.
El bienestar emocional, normalmente se da al elegir transitar por el “camino medio” de la vida. Este término proviene de la filosofía oriental y se encarga de “orientar” a sus practicantes hacia la serenidad personal.
Finalmente, al conciliarnos con nuestro mundo interior, podremos repotencializar nuestros maravillosos recursos espirituales y abrir las puertas de un nuevo bienestar emocional que perdure en el tiempo. Sin duda, esta premisa se basa en la solidaridad y ayuda para la solución de los problemas de quienes más lo necesitan.