La acusación de brujería que cobró dos vidas

Mar, 11/11/2014 - 07:32
Mireya Ramírez y Erney Valderrama Ortiz dormían en su humilde habitación hecha de latas, cartón y madera. Sobre las tres de la madrugada un ruido estruendoso, proveniente del techo, los habría
Mireya Ramírez y Erney Valderrama Ortiz dormían en su humilde habitación hecha de latas, cartón y madera. Sobre las tres de la madrugada un ruido estruendoso, proveniente del techo, los habría despertado. Minutos más tarde ambos fueron asesinados con brutalidad. A ella, a quien sus verdugos tildaron de bruja, le pegaron un tiro en la cabeza, y a él, quien trabajaba como vigilante, lo apuñalaron. Luego les prendieron fuego a sus cuerpos dentro del humilde lugar donde vivían. El escabroso hecho ocurrió el pasado domingo en La Isla, una zona de invasión, ubicada en los altos de Cazucá, en Soacha. Un allegado de los esposos asesinados comentó que un par de hombres, uno calvo y otro encapuchado, cometieron el doble crimen. El familiar de las víctimas, quien por su seguridad no reveló su identidad, dijo que sobre las tres de la madrugada su hija recibió una llamada. Era Mireya. A gritos, según él, la mujer pidió auxilio. Mireya dijo que los iban a matar, que por favor los ayudaran. Luego colgó. La mujer que recibió la llamada y una prima suya salieron corriendo hacia La Isla. En el camino se encontraron a la policía, según ellas, los uniformados les dijeron que venían de arriba y que no habían escuchado nada por el sector. Luego, los uniformados se marcharon. Un amigo que también se encontraron en la ruta los acompañó. Cuentan que al entrar a la casa de Mireya y Erney, la mujer estaba de rodillas frente a un hombre calvo. Estaba siendo golpeada. Erney, un hombre de visión escasa, estaba a tres metros de su esposa, arrinconado, apuñalado y suplicando por su vida.

Pareja asesinada Cazuca

La pareja asesinada en Cazucá El hombre calvo volteó a ver a las tres personas. No las esperaba. Pero no se atemorizó con su presencia. Por el contrario las intimidó con el cuchillo que tenía en su mano y las obligó a entrar bajo amenazas de muerte. Las tres personas obedecieron. Al presenciar la extraña escena imploraron por la vida de sus familiares. Fue inútil. Uno de los testigos narró que minutos después un hombre encapuchado ingresó por la puerta de la humilde casa: un cuadrado de tres por tres. Aquel sujeto tenía en su mano derecha un arma de fuego y en la otra un galón de gasolina. El calvo miró a Mireya y le dijo: “Usted es una bruja... todos mis problemas son por su culpa... la voy a matar”. Erney fue levantado a la fuerza. El sujeto lo sacó de la casa y lo botó a un pequeño barranco. Mireya, de 40 años, también fue sacada a empujones. La mujer, al ver al hombre con el que compartió 22 años de su vida tirado en suelo, se abalanzó hacia él. Un disparo sonó. El encapuchado había usado su arma. Mireya cayó muerta a los pies de su amado. Los tres familiares de la pareja, según sus versiones, estaban a un lado de la casa de hojalata. Volvieron a suplicar por su vida y por la de Erney. El encapuchado volvió a levantar el arma y apuntó a la cabeza del vigilante. Ante la vista de los testigos haló el gatillo. El arma se atascó. Erney imploró que no lo mataran. Los criminales decían que él estaba maldito. Que Mireya lo tenía así y que también tenía que morir. El hombre que acompañaba a las mujeres fue herido. El calvo lo apuñaló con el cuchillo. Al parecer también iba a atentar contra las mujeres. Pero una de ellas, con lágrimas en su rostro, se cogió la barriga y le pidió al hombre que por el bebé que esperaba no les hiciera nada. Los cuerpos de Mireya y Erney fueron entrados de nuevo al rancho. El encapuchado vació el tanque de gasolina sobre ellos, roció las pocas cosas y las paredes de lata y madera. Erney, de 39 años, seguía vivo. El hombre calvo miró a sus tres testigos y les dijo que si no querían morir huyeran montaña abajo. El vigilante le imploró a sus familiares que no lo dejaran solo. Ellas, con el dolor en sus corazones e impotencia, empezaron a correr por la ladera de un pequeño riachuelo. Mientras bajaban de la montaña una llamarada iluminó el cielo. Cuando la policía y los bomberos llegaron a la casa a de los Valderrama Ortiz en el lugar solo había cenizas y entre ellas dos cadáveres calcinados. Un familiar de Erney contó porqué Mireya estaba siendo tildada de bruja en el sector donde vivía. "Tal vez era porque ella no salía de su casa. Nunca se arreglaba. Ambos (Erney y Mireya) se habían convertido al cristianismo y por eso muchos no los apreciaban. La historia de ellos es triste. Siempre fueron muy pobres. Él era casi ciego y trabajaba como vigilante ocultando su discapacidad. Ella, desde que el Bienestar Familiar le quitó a sus hijos, se encerró en la soledad de su casa. Perdió la alegría de vivir. Se los quitaron por la pobreza en la que vivían." La pareja de esposos tuvo cuatro hijos. Tres mujeres y un hombre, el mayor, quien tiene 22 años. El ICBF, debido a las condiciones en las que vivían, les quitó la patria potestad de sus hijos. El mayor, según los familiares que hablaron con KienyKe.com, vive en Bogotá pero no quiso saber sobre el trágico destino de sus padres. La menor de la familia, quien tiene 15 años, vive en Dinamarca. Fue adoptada desde que era una bebé. De las otras dos niñas, quienes tendrían 17 y 20 años, no se tiene información.
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