Fue una puñalada certera. Fue una sola. Se la propinó su esposa, la mujer con la que llevaba tres años conviviendo. Él se llamaba Francisco Javier Guerra.
Dicen algunas personas, que era una pareja que ante los ojos de los demás estaba plenamente enamorada. También dicen que en los últimos meses ella se había puesto un poco más celosa, tanto que días atrás, tras una escena de celos, había acabado los muebles de la sala con un cuchillo.
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El día que la muerte apareció en medio de Francisco y su esposa, se celebraba el día de las madres. Ese día, ese trágico día, Francisco, ella y un hermano de él, fueron a beber a una cantina del barrio El Paraíso, localidad de Usme, al sur de Bogotá.
La tarde avanzó y botellas de cerveza se iban desocupando con el paso de los minutos. El momento de tensión empezó cuando Francisco, obrero de construcción, se levantó de la mesa, se dirigió a la rockola y puso varias de sus canciones preferidas, todas del Cacique de la Junta, Diomedes Díaz.
Cada tema que iba sonando estaba acompañado de la voz de Francisco, quien cada vez las entonaba un poco más efusivo. Cuando el hombre cantó con el alma 'La suerte está echada', también del Cacique de la Junta, su esposa, según testigos, entró en cólera, así lo dice Q'hubo.
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Después de una pequeña discusión la pareja se fue su residencia, ubicada a pocos metros de la cantina. Allí, al parecer, la rabia de la mujer se incrementó y una pelea de desató en la sala de la vivienda.
Nadie sabe qué pasó dentro de las cuatro paredes. Lo único cierto es que minutos después de haber ingresado a la casa, Francisco apareció muerto con una puñalada en el pecho, causada con un cuchillo y la única persona que estaba con él era la mujer que decía amarlo.
Aunque el hermano de la víctima llegó al lugar a los pocos minutos y llevó a su hermano hasta el hospital más cercano, Francisco llegó sin vida, mientras que su esposa fue detenida y deberá responder por el crimen que empezó en una cantina bajo las notas musicales de Diomedes Díaz
La muerte apareció con una canción de Diomedes Díaz
Mié, 17/05/2017 - 08:59
Fue una puñalada certera. Fue una sola. Se la propinó su esposa, la mujer con la que llevaba tres años conviviendo. Él se llamaba Francisco Javier Guerra.
Dicen algunas personas, que era una pa
Dicen algunas personas, que era una pa