
El mundo vivió uno de sus momentos más importantes en la mañana de este 8 de mayo, cuando finalmente se conoció el nombre del nuevo Papa, quien se convertirá en el Sumo Pontífice tras la muerte de Papa Francisco.
La Plaza de San Pedro enmudeció por un instante. Un silencio profundo que fue roto por el humo blanco, símbolo de consenso, de un futuro lleno de esperanza, y de una nueva era para la Iglesia. Minutos después, desde el balcón central de la Basílica, resonaron las palabras que millones esperaban: "Habemus Papam." El elegido fue Robert Francis Prevost, quien decidió llamarse León XIV.
Con esta elección, la Iglesia da un paso que, a la vez, parece audaz y natural: un Papa estadounidense con alma latinoamericana, un pastor de raíz agustiniana, formado en los márgenes del mundo. Un hombre que llega a Roma con una mirada global y una profunda sensibilidad pastoral.
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Frente a este acontecimiento que recorrió el mundo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, no tardó en referirse a la situación:
"El nuevo Papa, León XIV, es más que un estadounidense. Sus ancestros inmediatos son latinos: españoles y franceses, y vivió cuarenta años en nuestra Latinoamérica, en Perú" —inició señalando.
Asimismo, expresó su deseo de que el Papa se convierta en el líder de los pueblos migrantes: "Ojalá sea el gran líder de los pueblos migrantes en el mundo y ojalá, aliente a nuestros hermanos migrantes latinoamericanos, hoy humillados en los EEUU. Es hora de su organización".
Y no dejó de lado su esperanza en que el Papa pueda contribuir al bienestar de la humanidad: "Ojalá nos ayude en la construcción de la gran fuerza de la humanidad que defienda la vida, y derrote la codicia que ha provocado la crisis del clima y la extinción de lo viviente... Chicago es la gran ciudad obrera y progresista de los EEUU. Siento esperanza."