Suiza deportó a Paula Echeverría, una venezolana con nacionalidad y familia colombiana que al parecer tendría nexos con una célula terrorista de Isis. Para el país de la Europa central la mujer representa una amenaza para la seguridad nacional.
Echeverría ya había sido detenida el pasado 7 de noviembre de 2017 y aunque logró recuperar su libertad el pasado 7 de febrero, ese mismo día la policía emitió una orden de captura. En el momento de la detención la Fiscalía la acusó de haber violado la ley federal por haber apoyado a una organización criminal.
Por otro lado, Paula y su esposo Milutin Jakovljevic, que se logró comprobar que era la cabeza de una célula del Estado Islámico tienen dos hijos de corta edad; cuatro años y siete meses respectivamente. Mientras se resolvía la situación judicial de los padres, los niños permanecían con sus abuelas que están radicadas en el país.
Antes de que la colombiana fuera deportada se había estudiado la posibilidad de que ellos se quedaran con sus abuelas. Sin embargo, cuando se consultó a la prensa sobre la situación de los menores explicaron que no se podían dar detalles por lo complicada que era la situación y la doble nacionalidad de los menores.
Además, sobre el proceso penal que se adelanta contra Echeverría se informó que sigue vigente pero que aún no se sabe si Suiza pedirá su extradición para juzgarla. Por ahora, la colombiana no fue acusada de terrorismo porque no se halló evidencia de planes, armas o propaganda islámica.
Incluso, no habría participado en los chats en los que estaba envuelto su esposo. Según la información recopilada por las autoridades, se logró determinar que Milutin buscaba contactos con islamitas radicales en Francia a través de redes sociales y chats encriptados.
Según las grabaciones que unidades antiterroristas recolectaron durante cinco meses al instalar micrófonos en el carro y apartamento de la colombiana, se logró escuchar a la joven hablando de hacer descarrilar un tren, poner una bomba en una reconocida discoteca o una iglesia, entre otros ataques.
Antes de que la colombiana fuera deportada se había estudiado la posibilidad de que ellos se quedaran con sus abuelas. Sin embargo, cuando se consultó a la prensa sobre la situación de los menores explicaron que no se podían dar detalles por lo complicada que era la situación y la doble nacionalidad de los menores.
Además, sobre el proceso penal que se adelanta contra Echeverría se informó que sigue vigente pero que aún no se sabe si Suiza pedirá su extradición para juzgarla. Por ahora, la colombiana no fue acusada de terrorismo porque no se halló evidencia de planes, armas o propaganda islámica.
Incluso, no habría participado en los chats en los que estaba envuelto su esposo. Según la información recopilada por las autoridades, se logró determinar que Milutin buscaba contactos con islamitas radicales en Francia a través de redes sociales y chats encriptados.
Según las grabaciones que unidades antiterroristas recolectaron durante cinco meses al instalar micrófonos en el carro y apartamento de la colombiana, se logró escuchar a la joven hablando de hacer descarrilar un tren, poner una bomba en una reconocida discoteca o una iglesia, entre otros ataques.
