El vigésimo séptimo ciclo de conversaciones de paz, entre el gobierno colombiano y las Farc en Cuba, concluyó con dos momentos inéditos: el encuentro de una delegación de víctimas del conflicto con los cabecillas del grupo guerrillero, y la llegada a La Habana de una subcomisión conformada por altos mandos militares que, según trascendió, ya se encontraron cara a cara con el enemigo.
Fue una decisión arriesgada y atípica. Las interpretaciones abundan, algunos estiman que es una jugada política para revivir la agónica imagen del proceso de paz; otros piensan que fue una audaz oportunidad para empezar a acercar al discurso de reconciliación a los directamente involucrados en la guerra.
La delegación, no obstante, no llega a Cuba para sentarse a negociar. De acuerdo con lo explicado por el presidente Juan Manuel Santos, el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón y algunos congresistas de la Comisión de Paz, la delegación será solamente una instancia técnica, de asesoría, que intercambiará documentos con los subversivos en los que se explican los mejores mecanismos para enfrentar una eventual desmovilización.
En suma, expondrán los caminos para los procedimientos de dejación de las armas, la reintegración a la vida civil de los armados y hasta los pasos a seguir para cumplir un desminado efectivo.
La subcomisión fue presentada el viernes tras su llegada a Cuba. Está liderada por el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares de Colombia, el general Javier Flórez Aristizábal.
También la conforman dos coroneles del Ejército: Vicente Sarmiento Vargas y Saúl Rojas; el capitán de Fragata de la Armada Nacional, Omar Cortes Reyes, y la Teniente de Navío Juanita Millán; el Teniente Coronel de la Policía Nacional, Edwin Chavarro Rojas; y el mayor de la Fuerza Aérea, Rodrigo Mezú.
A esta delegación también la acompañan la dirección Jurídica del Alto Comisionado para la Paz, el Centro de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa y de ella solo serán voceros los delegados plenipotenciarios del Gobierno Nacional ante la mesa de diálogos, los generales retirados Jorge Enrique Mora Rangel y Óscar Naranjo.
En opinión del consultor internacional en Seguridad y Defensa John Marulanda, la sorpresiva llegada de militares activos a Cuba, y su posterior encuentro con los dirigentes de las Farc, responde a un intento por “renovar la imagen de ese diálogo que estaba prácticamente en pérdida y con una alta dosis de incredulidad por parte de la opinión pública; esto le da un nuevo aire”.
Sin embargo, consideró preocupante el mensaje que se está dejando a las bases militares con esta intempestiva visita y también la pertinencia en que se produce el encuentro.
“Mientras esta comisión iba a La Habana, tres policías fueron asesinados en Cauca (…) En muchos procesos de negociación en la historia, los militares de uno y otro lado se sientan, pero en condiciones no de discusión sino de rendición, entrega o desmovilización. Pero es que no hemos llegado a eso; aun no se ha pactado la paz”, indicó.
El estratega militar también pidió considerar que la mayoría de los miembros de la subcomisión son coroneles. “El coronelato es el punto focal de todas las operaciones de los ejércitos del mundo. Los generales tienen una posición más política y simbólica, pero los coroneles son realmente quienes llevan el peso del conflicto”.
De esta forma, la carga simbólica del encuentro se incrementa en tanto los encargados de las operaciones militares del Estado se sentaron a la mesa con los encargados de las operaciones armadas de la guerrilla.
El sector castrense, al parecer, tiene un mayoritario mal sabor respecto a este intento por involucrar a las fuerzas militares activas en las discusiones de Cuba. Consideran que hay vicios de ilegalidad en esa subcomisión, que la invitación fue muy apresurada o que no era el momento más conveniente para poner en condiciones de igualdad a los dos ejércitos en conflicto.
KienyKe.com consultó a tres generales en retiro sobre el viaje de la subcomisión a La Habana. Ninguno de los tres ocultó su descontento.
“Esa subcomisión es ilegal”: general (r) Harold Bedoya
Para el excomandante de las Fuerzas Militares de Colombia, general (r) Harold Bedoya la misión enviada a Cuba y conformada por dirigentes de las fuerzas militares es ilegal. “La Constitución no les permite hacerlo. El militar no está preparado para entrar en un proceso de diálogo. Su razón es enfrentar las agresiones en defensa del Estado. La ley es clara en decir que los militares activos no pueden participar en actividades de deliberación o diálogos políticos”.
Añadió el general Bedoya, quien también fue candidato presidencial, que si el objetivo de los militares es brindar una asesoría técnica o intercambiar documentos “no necesitaban ir a Cuba”. Además consideró que “no tiene sentido” que un grupo de oficiales trate de asesorar a un general, como Jorge Enrique Mora, en asuntos que él conoce con suficiencia.
“El gobierno lo que quiere es darle legitimidad a un proceso de paz que ha perdido toda aceptación del pueblo y trata de presentar a los militares como el visto bueno o la legitimidad que ese proceso necesita”, indicó.
Al ser consultado sobre quién sería el responsable se ser investigada esta comisión por su presunta inconstitucionalidad, Bedoya Pizarro respondió: “Cuando se comete un acto ilegal, desde el punto de vista militar, la responsabilidad es de quien da la orden y de quien la ejecuta. Al subalterno no se le puede ordenar que cometa actos ilegales; nadie puede ordenar a un subalterno que cometa delitos”.
El general retirado estimó que el mensaje que están recibiendo las tropas con esta visita “es muy peligroso, porque en Cuba está las Farc que son la organización terrorista y narcotraficante que todavía sigue asaltando, matando, secuestrando, extorsionando. Desde el punto de vista psicológico y moral tiene efectos peligrosos”.
“Las negociaciones de los militares se hacen en el campo de batalla”: General (r) Néstor Ramírez
El general retirado Nésto Ramírez estuvo en servicio activo más de 30 años en el Ejército y luego fue nombrado agregado militar de la Embajada de Colombia en Estados Unidos. En su opinión era innecesario el viaje de la subcomisión a Cuba si su objetivo era enteramente de asesoría.
“Si es para asesorar sobre el cese al fuego bilateral, hay un error a aclarar. El cese al fuego bilateral no existe; se hace entre dos actores jurídicos y las Farc no tienen ese estatus. Lo que existe es que la guerrilla deje de disparar y por sustracción de materia el Estado deja de disparar también”.
Se teme un ambiente de desmoralización dentro de las fuerzas militares.
Además calificó como “una afrenta” la orden de Santos de enviar a un cara a cara a dirigentes militares con sus enemigos.
“Considero inconveniente causarle esta afrenta a la institución militar. Mire que de alguna forma el señor presidente no va a dialogar directamente con Timochenko, sino que envía personas de segundo nivel. El ejército no debería haberse avocado para enfrentarse a aquellas personas que aun están combatiendo al Estado y a la institución militar”.
Sostuvo que confía en la buena fe del propósito que el gobierno ha confiado a esta comisión, pero insiste que hubiese sido más adecuado que los militares realizaran las asesorías en privado con el general Mora, más no con presencia de los otros combatientes ni en terreno de la mesa de diálogos.
“Lo cierto es que los militares no quieren la guerra. Pero la negociación de los militares se hace en el campo de batalla. El propósito de los ejércitos del mundo es la paz, pero para lograr la paz se hace la guerra. El escenario natural es el campo de combate y el escenario político les corresponde a los políticos”.
“Este tipo de mensajes y encuentros se pueden dar, pero una vez se firme el acuerdo”: General (r) Jairo Delgado
Jairo Delgado, general retirado de la Policía Nacional y director de análisis del Observatorio de Política y Estrategia en América Latina (OPEAL), coincide con sus colegas en uso de buen retiro en que no era necesario el desplazamiento de una subcomisión con generales y coroneles activos para expresar asesorías técnicas sobre un eventual posconflicto.
“Son temas que se han venido abordando acá en Colombia y se pueden seguir abordando en el país. Es muy escaso el argumento para justificar el desplazamiento. Al no estar establecido todavía el fin del conflicto, expone a que los miembros de la fuerza pública queden asumiendo un costo político y costo militar”.
Sobre las motivaciones que tendría el gobierno por realizar en este momento esta subcomisión, el general Delgado cree que es un intento por “restablecer o restaurar la confianza que el ejecutivo piensa que se perdió” luego de las pasadas campañas a la presidencia. Cabe recordar que en medio de la polarizada carrera por Palacio de Nariño, el actual vicepresidente Germán Vargas Lleras acusó a la Fuerza Pública y las Fuerzas Armadas de participar en campaña a favor del uribismo.
“El gobierno busca conciliar esos puntos y que haya un mensaje mutuo entre Fuerzas Militares y guerrilla de que ambos se van a comprometer a avanzar en la negociación, lo que no me parece necesario. Esos mensajes y gestos se pueden dar una vez se firme el acuerdo”, indicó.
Los generales (r) Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo son la cuota de las fuerzas armadas y de policía en la mesa de negociación de paz, entre el gobierno y las Farc.
Además asegura que el mensaje que rodea a la tropa es el del “desconcierto”. “Como no está muy claro el papel del ejército deliberando en medio del conflicto, se piensa que la guerrilla pueda utilizar este encuentro para tratar de mejorar su imagen, como queriendo ser visto como ejército irregular, de igual, y esto no cae bien entre las tropas”.
¿Era la hora de sentarse?
Los generales retirados y el estratega militar John Marulanda creen que no era el momento adecuado para citar a la mencionada subcomisión. Consideran que es irregular que las fuerzas armadas sean vinculadas a la mesa de diálogos que es completamente política. Para ellos un momento indicado para la aparición de dicha subcomisión sería luego de la firma de la paz.
“Mi temor es que ese rótulo de comisión técnica se vea contrapuesto a lo que hay en La Habana -que es una discusión política-, y sea imposible que ese rótulo se mantenga. Tendrá implicaciones muy graves, hay grandes riesgos en esta decisión”, explicó Marulanda antes de justificar que la verdadera carga simbólica que se debería analizar es lo que se produzca luego de varios encuentros entre los militares y los guerrilleros.
“La experiencia es que cuando se tiene a un enemigo acérrimo, cuando se le mira a los ojos, se acerca a él, ya no es tan enemigo, empieza a convertirse en otra persona más: se humaniza al enemigo y humanizado ese enemigo no hay sino un paso para que se haga comprensión de su causa y lo que ha tratado de hacer. Y de ahí no hay sino un paso para que haya simpatía”, teme.
Marulanda concluyó que ha consultado a fuentes dentro de la tropa, en las bases militares, y de forma extraoficial le han dicho que hay descontento y desconcierto con la llegada de sus comandantes a Cuba.
Humberto de la Calle, el jefe negociador del gobierno en el Proceso de Paz, dijo que los tiempos y la agenda de la subcomisión no la controlan ni sincronizan con las otras discusiones que avanzan.
El sabor amargo del encuentro entre militares activos y las Farc
Sáb, 23/08/2014 - 02:53
El vigésimo séptimo ciclo de conversaciones de paz, entre el gobierno colombiano y las Farc en Cuba, concluyó con dos momentos inéditos: el encuentro de una delegación de víctimas del conflicto