Gran revuelo ha causado un sacerdote en Bogotá por cuenta de un discurso que fue calificado como homófobo por varias personas, ya que prácticamente calificó la homosexualidad como “el pecado más terrible que puede existir” y de hecho, haciendo una interpretación de la biblia, dio a entender que la única forma de revertir dicho pecado es “acabarlos”.
Los hechos habrían ocurrido en la misa dominical del domingo 24 de julio, en la parroquia Nuestra Señora de la Milagrosa en el barrio Ciudad Salitre, de Bogotá. Allí, para introducir el tema, el padre relató que Dios “no quiere destruir”, sino propiciar un espacio para la conversión y recuperar el rumbo de la vida. Aunque, por otro lado, señaló que frente a ello había un gran problema: los gays de Sodoma y Gomorra.
“El gran problema de la primera lectura, lo que ocurre en Sodoma y Gomorra, es que el hombre había perdido el horizonte de la vida, había actuado en contra de la naturaleza humana. Se habían todos los hombres convertido en gays y todas las mujeres en lesbianas”, señaló el padre.
Luego añadió: “Dios dice que ese es el pecado más terrible que puede existir: atentar contra mi propia naturaleza. Yo que soy hombre, ¿me porto como mujer? No, es perder cualquier horizonte de la vida. El representante a la Cámara que llegó el 20 de julio con corbata, vestido de paño y tacones ¿Quién dice algo? Nadie, porque estamos en una sociedad enferma”.
Luego de todo ello, vino la peor parte, en medio de la cual el sacerdote se mostró molesto con que un futuro pueda llegar a ser considerado raro ver a un hombre y una mujer juntos. “Para allá vamos”, aseguró.
“Es el pecado más terrible que existe. El atentar contra nosotros mismos y el atentar contra el creador. Entonces en el recateo inútil se deja ver Dios, diciendo ‘yo lo que veo es carencia de inocentes, no hay inocentes en Sodoma y Gomorra. Hay que acabarlos’”, finalizó, ante el silencio absoluto de su audiencia.
No obstante, por otro lado, fueron muchas las reacciones que el discurso del sacerdote obtuvo en redes sociales, donde precisamente se transmiten las misas de la parroquia Nuestra Señora de la Milagrosa. En su mayoría críticas por lo que a muchos les pareció una intervención homófoba, incluso contando con la reacción de Andrés Cancimance, el representante a la Cámara que asistió en tacones a su posesión como congresista.
Este caso, aunque muy controvertido, está lejos de ser la primera vez que la transmisión en vivo de las misas les cobra factura a los sacerdotes que difunden este tipo de discursos. Un ejemplo de ello fue la indignación que causó el sacerdote Ricardo Zabala del municipio de Natagaima, en el Tolima, cuando en septiembre de 2021 dijo no estar de acuerdo con que se celebren festividades de la comunidad gay en presencia de niños y jóvenes.
“Ahora, a que no adivinan dónde acá en Colombia es la ciudad donde más maric... hay ¿De dónde salió la reina de los gays? De Natagaima ¿O sea que las maric... más bonitas dónde están? En Natagaima. Imagínese eso, disque tener uno que soportar y ver todo eso, dizque los maric... en desfiles acá y los niños mirando”, señaló.
Entre el amor a dios y el odio
Este nuevo caso de presunta homofobia, se suma a la gran cantidad de veces que los sacerdotes han sido captados expresando ideas que, a criterio de cada quien, podrían ser contrarias a la idea del amor y el perdón profesadas por la religión. Precisamente hace pocos días, en entrevista con Kienyke.com, el exsacerdote Alberto Linero habló sobre los “paradigmas religiosos que le hacen mucho daño a la sociedad”.
Sobre ello, expuso que “el odio no causa felicidad y nada que nazca del odio es bueno”; añadiendo que sueña con una con una sociedad basada en el amor.
“¿Qué es el amor? Recuperar la equidad y eso supone estructuras sociales justas, no más machismo, no más racismo, no más gordofobia y cualquiera de esas vainas que nos permiten discriminar al otro. Necesitamos generar una sociedad equitativa, donde tengamos posibilidad de realizarnos”, afirmó, señalando que incluso en algún momento él fue homofóbico pero que hoy entiende que esa “diversidad es también creación de Dios”.
Así las cosas, más allá de una posición personal o incluso en algunos casos institucional, este nuevo caso vuelve a abrir el debate sobre los límites del discurso cuando se tiene cierto grado de injerencia en la comunidad y cómo este debería estar en balance también con los derechos constitucionales al libre desarrollo de la personalidad y a vivir en un ambiente libre de discriminación y mensajes de odio.
