Panamá se encuentra en el sur de América Central, vecinos de Colombia por el sureste y de Costa Rica en el lado noroeste, además de compartir fronteras con el mar Caribe en el este, como con el Océano Pacífico en el oeste.
Su territorio está lleno de cadenas montañosas, colinas, montañas y mesetas, pero las regiones costeras cubren una parte considerable del país, siendo la mayor altitud la del pico Volcán de Chiriquí, que se eleva cerca de 3.475 metros sobre el nivel del mar, mejor conocido como el país del istmo, porque es puente entre América del Norte y América del Sur.
Panamá es reconocido por ser uno de los países con la mayor biodiversidad en el mundo, donde se le conocen más de 2.000 especies de plantas en la costa norte nada más, con un total de más de 10.000 especies en todo el país y 1.200 sólo orquídeas, de las cuales más del 90% son de plantas florales, formando parte de la fundación de una cadena ecológica sorprendentemente diversa.
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A su vez incluye miles de especies de insectos y arañas, como cerca de 975 especies de aves, 230 especies de mamíferos que incluyen, ballenas, manatíes, primates, conejos, jabalíes, venados, tapires, zarigüeyas, grandes felinos, roedores, murciélagos, armadillos, osos hormigueros y, por supuesto, los familiares perezosos; aunado a unas 229 especies de reptiles y 179 de anfibios, que incluyen cocodrilos, caimanes, lagartos, serpientes, lagartijas, tortugas terrestres y marinas, entre otros.
Es también el primer país en peces, con 1.497 especies, más que ningún otro país de Centroamérica, así como poseen 8º diferentes de coral, 40% más que cualquier otra región del pacífico oriental desde México a Ecuador, muchas de ellas en la Isla de Coiba.
Con este rico e importante escenario natural y viendo la fauna y la flora como un recurso natural de vital atención, no sólo en el área de salud y la conciencia ambiental y social, sino particularmente en el terreno del turismo verde y la BioDiversidad, se creó el BioMuseo: Museo de la Biodiversidad en Panamá, un vibrante edificio multicolor concebido por el renombrado arquitecto canadiense Frank Gehry y abierto por completo el 2 de octubre del 2014.
El Biomuseo está ubicado con vista a la bahía de Panamá hacia el este y de la entrada del océano Pacífico al Canal de Panamá hacia el oeste, albergando una serie de exposiciones permanentes diseñadas en conjunto con Bruce Mau, rodeado por un parque botánico cuyo plan maestro fue elaborado por el paisajista Edwina von Gal, también en colaboración con el arquitecto.
El Biomuseo de Panamá se convirtió en el primer museo de ciencias naturales construido en el siglo XXI y su exhibición permanente, titulada Panamá: Puente de Vida, cuenta su historia a través de lo que Bruce Mau bautizó como “artefactos de asombro” en ocho galerías: Galería de la Biodiversidad; Panamarama; el Puente Surge; el Gran Intercambio; La Huella Humana; Océanos Divididos; La Red Viviente; y Panamá es el Museo.
En conjunto, el edificio, las exposiciones y el parque ofrecen un nuevo recurso cívico y educativo de gran importancia para la gente en Panamá, como es un destino cultural de vital importancia para inspirar en los visitantes de todo el mundo, el papel decisivo del istmo de Panamá en tres millones de años de cambio y evolución biológica.
“La formación del istmo creó una barrera entre los océanos Pacífico y Atlántico, causando que las dos regiones evolucionaran ecológicamente en direcciones notablemente diferentes,” explicó el Dr. Anthony Coates, asesor científico del BioMuseo y miembro fundador del Proyecto de Geología de Panamá, a cargo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
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El BioMuseo es uno de los pocos afiliados al Smithsonian fuera de los Estados Unidos, gestado entre la Fundación Amador, establecida para conocer la historia natural y cultural del país, como para fomentar la preservación de su extraordinaria biodiversidad, y el Gobierno de Panamá.
“Nuestra organización se fundó para ser un agente de cambio para Panamá, motivando a los ciudadanos a sentirse orgullosos de la historia natural de su país y contribuir a su preservación…”, destacó María del Pilar Arosemena de Alemán, presidenta de la Fundación Amador.
Con información de Analítica.