Las cámaras de Zona Hostil se internaron al interior de los centros penitenciarios de La Picota y La Modelo en Bogotá, esto, con el fin de relatar las duras condiciones en que sobreviven allí las personas privadas de la libertad. 

Los pocos rayos de sol que logran filtrarse en las cárceles mencionadas, iluminan centímetros de la vida de las personas que allí pagan sus condenas. La luz les permite contar los días que con esfuerzo sobreviven y que asumen como un logro. Sus historias, segundo a segundo están en riesgo, sin embargo, apuestan a la supervivencia para lograr reparar sus errores y borrar la huella negativa de su pasado. 

En un primer plano y con su pecado a cuestas, hacen su aparición Johan Rodríguez de 40 años y que está ahí por tráfico de estupefacientes, Andrés Barbosa de 44 años, condenado por homicidio a 18 años y Alejandro Baena, capturado por sus delitos como sicario. Los tres juegan en un tablero de ajedrez a diario con la vida como respaldo. 

La historia de Johan Rodríguez

A Johan el bazuco le fue cambiando la vida poco a poco desde los 17 años, su voluntad fue cediendo hasta desaparecer y llevarlo a cometer delitos como por el que fue capturado, tráfico de estupefacientes. Él traía desde el departamento del Cauca al centro del país, grandes cantidades de marihuana y en el microtráfico, vendió de todo, a la vez que se iba consumiendo en la drogadicción.

Busca en la cárcel sobrevivir a diario para pagar su condena. El consumo ya no hace parte de su estilo de vida y piensa en caminos diferentes para resarcir su deuda y error. 

La historia de Andrés Barbosa

Andrés tiene hoy 44 años, fue capturado por homicidio y sentenciado a 220 meses de prisión. Él mató a su hermano por haber apuñaleado a su hija de ocho años para robarle unos aretes. 

"No pensamos en mi mamá, imagínese el dolor de ella, mi hermano en el cementerio y yo acá en la Cárcel", dice Barbosa. 

Durante su relato las lágrimas se escurren por sus mejillas y con la voz entrecortada dice que son del dolor que siente, del arrepentimiento por lo que hizo, de la incomunicación que sobrevino por parte de su familia tras el hecho. "No hay día en que no piense en lo que hice, han pasado 11 años y aún lo recuerdo como si fuera ayer". 

Andrés se funde en un abrazo con Raúl Arévalo, periodista de Zona Hostil como si de un salvavidas se tratase. La culpa carcome a Andrés y es notorio, busca reparar su error, una oportunidad para resarcir lo hecho, a la vez que sobrevive a las condiciones extremas de la cárcel. 

La historia de Alejandro Baena

"Acá llegamos consumidos por la droga y de todo lo malo que ella nos trae. Acá un rollo de papel lo daba uno por un bareto, un jabón por una felpa de perico, acá uno consumido por la droga ni pensaba en llamar a la familia", dice Alejandro Baena, persona privada por la libertad. 

Baena lidera diversas iniciativas culturales y de resocialización en la cárcel. Fue capturado mientras estaba en un operativo de sicariato, era bueno para el deporte y la actividad física, sin embargo, se fue desviando a negocios ilícitos a muy temprana edad. Hoy busca salir adelante y reparar a la sociedad con sus mejores acciones. 

Cifras de la Defensoría del Pueblo

Carlos Camargo, defensor del Pueblo compartió algunas cifras con respecto al panorama de los centros carcelarios. "A la fecha el inpec cuenta con una capacidad instalada de 81.175 cupos carcelarios y registra 97.838 personas privadas de la libertad, con una sobrepoblación de 16.663 personas, lo que representa el 20.53% de hacinamiento de los establecimientos de reclusión en el país, la crisis de hacinamiento luego de la pandemia se traslado a los diferentes centros de detención transitoria". 

El hacinamiento es una de las condiciones extremas a las que deben sobrevivir los privados de libertad. El pasado 20 de enero en La Picota los reclusos iniciaron una huelga de hambre para protestar por las malas condiciones de alimentación, los escasos recursos en salud y la hacinamiento. Develando los flagelos que sufren. 

Además de esto, las condiciones violentas al interior de la cárcel para garantizar la supervivencia, termina de ampliar un panorama difícil para quienes pagan sus penas ahí. 

Estas personas, como los tres reclusos que hablaron en Zona Hostil, esperan que un rayo de luz ilumine al terminar su condena, una oportunidad para vivir mejor y construir desde la reparación un mejor camino.