
Doris Salcedo invade las calles y los museos del mundo con muebles, armarios y telas que podrían ser la decoración perfecta para cualquier casa. Ha llenado lotes completos con sillas de madera y ha perforado el piso de uno de los mejores museos del mundo. Sus obras sobrepasan los 800 millones de pesos y la convierten en una de las artistas contemporáneas más cotizadas del momento. En un estudio luminoso de Bogotá, Salcedo cuida cada detalle de las piezas construidas con ayuda de 30 técnicos y artesanos que son exhibidas en los espacios más importantes del mundo.
Plegaria muda y A flor de piel son sus obras más recientes, que se están presentando en White Cube. La primera es una instalación de 45 pares de mesas invertidas y separadas por un bloque de tierra, y la segunda, una enorme tela hecha de pétalos de rosa. Ambas reúnen una temática recurrente a lo largo de su carrera: el problema social de Colombia. A flor de piel está hecha de miles de pétalos que recrean una piel lastimada e inunda la galería más grande de Londres con un olor parecido al de un depósito de cadáveres. Con este trabajo, Salcedo sugiere lo imposible que es hacer una ofrenda floral a una víctima de la tortura.
Salcedo es una vocera de los marginados. Una contadora de historias violentas que visita familias de asesinados, recorre los campos minados y luego convierte sus experiencias en esculturas. Su materia prima es el dolor y su estímulo el peligro, pues para esta bogotana “el artista no es una persona creativa sino alguien que conecta pensamientos, historias y materiales”.
Doris Salcedo empezó a ser reconocida después de colgar 280 sillas en la fachada del Palacio de Justicia, en Bogotá, como símbolo de la masacre ocurrida allí en 1985. El tiempo, la memoria y el espacio público se unieron en esta pieza que fue el inicio de un trabajo que refleja la situación de las víctimas de la injusticia colombiana; obras que recuerdan y ahondan la fragilidad de la vida.
Entre sus trabajos más recordados está Shibboleth, exhibido en la Tate Modern de Londres, una grieta de dos metros de profundidad y 167 metros de largo que representaba la discriminación racial y la segregación que viven los inmigrantes. Durante la octava bienal de Estambul arrumó 1.550 sillas de madera en un lote abandonado. Esta pieza simbolizaba las fosas comunes repletas de víctimas anónimas; el caos y la ausencia, dos elementos claves de la guerra.
Salcedo es una artista que lleva el país a cuestas, que desarrolla un trabajo social y estético contra de la violencia, la corrupción y la injusticia. Una combatiente de 54 años que expone la crudeza que vive Colombia en las calles, las galerías y museos de todo el mundo.



