"Señorita, ¿me permite usted que la convierta en señora? Será cuestión de unos pocos minutos". Este es el parlamento que burlescamente le acomodaron a don Gregorio Pérez, un paisa de comienzos del siglo pasado conocido por su educación y urbanidad, en su noche de bodas. Era la época en la cual la primera noche era la culminación y el desfogue de deseos acumulados durante meses tanto por el novio como por la novia. Era la noche de estreno de un libreto imaginado muchas veces. Y la cama, tendida con sábanas de un blanco virginal, era una especie de altar del sacrificio de doncellas. Era la época en la que dejar de ser señorita necesariamente implicaba volverse señora. La luna de miel era también la prueba para determinar si ese matrimonio sería o no feliz. Las sorpresas y las insatisfacciones en la intimidad podían ser la condena para toda una vida de convivencia obligada, sufriendo en silencio la ausencia de placer sexual.
Hoy, las bisnietas de don Gregorio Pérez ven las cosas y las viven de otra manera. Se visten de blanco para casarse y tienen luna de miel pero con significados muy distintos. A partir de la revolución sexual de los años 60 se impuso "la pruebita" y la mayoría de las parejas "comen torta antes de la fiesta". Así las cosas, las noches de boda del siglo XXI son bien distintas de la de don Gregorio. "Es que la luna de miel no es solo sexo. Se trata de hacer algo emocionante, distinto, lo cual no excluye el sexo, pero no está centrado en eso", dice Tatiana, una odontóloga de 27 años que vive con su novio hace dos y no piensa casarse. Juan Carlos es un arquitecto que lleva tres años de matrimonio, para quien la luna de miel fue algo especial pero no sexual. "Habíamos vivido juntos y compartido economías tres años antes de casarnos y decidimos que la luna de miel sería un premio, así que economizamos plata para darnos un viaje de ensueño que no habíamos podido hacer antes. Fue algo excepcional para nuestras vidas, el sexo era lo de menos". Gabriella, filósofa y profesora universitaria, no es casada pero admite que ha tenido varias lunas de miel: "Es que la primera vez con cada novio es una luna de miel. Quién dijo que tiene que haber un matrimonio de por medio? Eso sí, hay que buscar un escenario chévere para que sea una buena experiencia y quede un buen recuerdo", dice.
¿Se acabó el sexo en la luna de miel? No hay una respuesta categórica para esa pregunta. Lo que sí es cierto es que muy comunmente no hay sexo en la noche de bodas. Así lo indica una encuesta hecha en Inglaterra entre 2.128 recién casados, pagada por la firma Voucher Codes Pro, dedicada a mercadear cupones de descuento, y publicada en el Daily Mail. La encuesta indicó que el que supuestamente es "el día más feliz de mi vida" no siempre tiene un buen final y demostró que el 52% de las parejas no tuvieron sexo en su noche de bodas. El 17% admitió que lo hicieron después de tres días de luna de miel.
Las causas por las cuales no tuvieron una relación la noche de bodas son varias:
- * 24% dijeron no haberlo hecho porque el novio estaba demasiado borracho.
- * El 16% porque la novia estaba demasiado cansada del ajetreo del matrimonio y se quedó dormida.
- * Porque la novia estaba demasiado borracha: El 13%
- * El 11% no pudo tener sexo en la noche de su matrimonio porque tenían que cuidar los niños...
- * El 9% confesaron haber tenido una pelea durante la fiesta, se fueron a la cama enojados y seguramente se dieron la espalda.
- * Otro 9% pasaron la noche de bodas viajando hacia el lugar de la luna de miel.
- * 7% se quedaron con sus amigos en la fiesta de matrimonio toda la noche
- * Y en el 4% de los casos, fue el novio quien se quedó dormido.
- * Los restantes sí tuvieron sexo en su primera noche de luna de miel.