Fotos por: Isabella Bernal
Ana María Aragón vive como en un cuento de Cortázar. Infinitas letras se esconden en los rincones de una casa antigua del barrio Palermo tomada por miles de intrusos que esperan ser leídos por sus visitantes. Quienes pasan frente a la transversal 19bis#45d-23 probablemente desconozcan que detrás de esas puertas de madera ocurre un maravilloso encuentro con la lectura.
Casa Tomada es el sueño cumplido de Aragón, coordinadora hace once años del campo editorial de la Universidad Javeriana. Un espacio que más que una librería es un lugar para aprender y compartir. La programación de actividades culturales, charlas con autores, talleres de ilustración, literatura y filosofía, ciclos de cine y próximamente talleres de jardinería y cultivos urbanos, invita a todos sus visitantes no sólo a comprar el libro sino a crear un encuentro más agradable con él.
Desde 2008, niños, jóvenes y adultos vienen a este lugar aislado del ruido a tomarse un café, ojear libros, discutir o simplemente charlar sobre cualquier tema. Como dice Aragón: “las librerías deben convertirse en replicadores de formadores de lectura”. Casa Tomada es una librería de barrio, no un sitio comercial con torres de 20 libros de una misma obra sino con una gran variedad de editoriales y títulos.
Apasionada por las letras, Aragón considera que un buen librero es un prescriptor de lectura, no simplemente alguien que cuida que no se roben el libro o que esta ahí para alcanzar el ejemplar que salió en las lecturas dominicales o que Julio Sánchez nombró por La W. Lo que más se consume en las librerías de cadena son esas obras de portada que han tenido un proceso de marketing y que por eso la gente compra, el resto reposa por años en los estantes de las librerías o se descontinúan por falta de compradores.
Hay quienes se quejan de que en Colombia los libros son caros y por eso prefieren no comprarlos, sin embargo para las clases media y alta la inversión en la cultura más que ser un gasto monetariamente alto sugiere algo innecesario o de poco interés. Por eso, hoy gracias a la mucha oferta y poca demanda estamos asistiendo a la crisis de las editoriales que han preferido reducir el negocio en un país poco interesado por las letras.
En la cadena de producción que va desde el autor, pasa por el editor, el distribuidor, el librero y finalmente llega a manos del comprador los que se quedan con el dinero son los impresores, el resto no recibe ganancias si no se venden los ejemplares. Lo más costoso de este proceso es la impresión, y más aquí donde los tirajes bajitos encarecen los precios unitarios. Dentro de la actividad de consumo de los colombianos no se contempla una parte para la lectura, la compra del libro es mayormente de textos infantiles y juveniles que en casi todos los casos es una exigencia de las instituciones educativas.
Una pequeña porción de la población lee por gusto o interés personal, el resto se limita a adquirir textos por obligación que reducen el target de la industria. Aragón ha adquirido un compromiso con la preservación del objeto, que no sólo busca su venta sino ofrecer un espacio de interacción entre todos los que se dejan atrapar por el mundo de la lectura. En Casa Tomada todos son bienvenidos a disfrutar de un encuentro especial con la literatura y las ciencias sociales.
