Después de la devastación producida por la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los principales líderes del mundo se dieron cuenta de la necesidad de formular unos principios básicos que impidieran la ocurrencia de más tragedias como las vistas en el holocausto nazi, por eso se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada hace 70 años, el 10 de diciembre de 1948.
Era casi un tradición en el continente europeo que después de los conflictos bélicos se dictaran una clase de máximas para impedir su repetición, aunque la historia demostró la ineficacia de sus intentos. El primer registro que se tiene de un documento similar de protección de los derechos humanos apareció en 539 a.C., firmado por Ciro El Grande del Imperio Aqueménida de Persia (antiguo Irán) tras la conquista de Babilonia.
Luego apareció la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano redactada tras la Revolución Francesa. Ese documento llegó a la Nueva Granada de manos Antonio Nariño, después de traducirla al castellano, pero su heroica acción fue considerada por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición como un acto de alta traición y fue llevado a prisión y posteriormente exiliado.
[single-related post_id="995247"]
Sin embargo, hubo que volver cerca de dos siglos después a la misma Francia, devastada por la Segunda Guerra Mundial, para que unos 50 miembros de la recién creada Organización de Naciones Unidas se comprometieran a respetar e impulsar, así fuera en el papel, 30 artículos que buscaban proteger la esencia y la dignidad del ser humano.
Pero no fue nada fácil, según relató Eleanor Roosevelt, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en sus memorias. Tardó un año la discusión del texto, desde diciembre de 1947 hasta el mismo mes del año siguiente, pero a pesar del arduo trabajo ella no se daba por vencida, los miles de documentos de atrocidades sucedidas en el mundo que llegaban a su oficina le recordaban a diario la necesidad de finalizar el documento.
“Somos los autores de nuestra propia historia (...) Es más inteligente tener esperanza que no tenerla, tratar de hacer las cosas que no tratar. Nada logra la persona que dice que no puede hacerse”, afirmó Roosevelt.El punto más álgido era precisamente ese enfoque 'universal' que pretendía el texto. Por eso el debate era más filosófico. Roosevelt redactó uno de esos intercambios de argumentos entre el vicepresidente de la Comisión Peng Chung Chang, de China, y el relator Charles Malik, proveniente de Líbano. Chang tenía claro el enfoque pluralista y comprendía que había más de un tipo de realidad, es decir distintas formas de concebir los derechos, por eso pedía a la Comisión que el documento no incluyera únicamente el pensamiento occidental. A eso le contestó Malik con una larga exposición de la filosofía de, nada más y nada menos, que el teólogo y filósofo católico Tomás de Aquino, una argumentación a la que Chang contestó fácilmente sugiriendo que tal vez convendría que la Comisión dedicara algunos meses a estudiar los fundamentos del confucianismo. Así transcurrió una discusión palabra a palabra del documento inicial, que terminó a tan solo cuatro minutos de las 12:00 a.m. del 10 de diciembre de 1948, cuando decidieron iniciar la votación para aprobar el texto.
“Nos encontramos en el umbral de un gran acontecimiento, tanto en la vida de las Naciones Unidas como en la vida de la humanidad”, afirmó Roosevelt entonces.Un total de 50 países votaron a favor, ninguno en contra, y la Declaración Universal de Derechos Humanos fue aprobada esa madrugada. La reunión finalizó con una ovación a la presidenta de la Comisión.