¿Cómo es sobrevivir a la cárcel, el sida y el matrimonio según Ozzy Osbourne?

Vie, 18/10/2013 - 13:01


Es sorprendente que Ozzy Osbourne esté vivo. Tal como otras estrellas de rock como Keith Richards o Eric Clapton, que han vivido todo tipo de excesos y protagonizado cualquier cantidad de es
Es sorprendente que Ozzy Osbourne esté vivo. Tal como otras estrellas de rock como Keith Richards o Eric Clapton, que han vivido todo tipo de excesos y protagonizado cualquier cantidad de escándalos de la mano de la sutil y demoledora mezcla de fama, dinero, alcohol y drogas; causa estupor y desconfianza que a estas alturas de su vida, cuando ronda los setenta años, continúe dando de qué hablar, no desde la soledad del retiro voluntario u obligado, sino desde la primera línea del rock y la farándula, que es en últimas donde siempre ha estado Ozzy.
No lo ha hecho solo. No lo hubiera hecho sin su esposa Sharon, quien se convirtió en lo que alguna vez Dalí dijo de su esposa Gala: una embajadora de la realidad. No bajo la fórmula de enigmas o secretos vedados, sino desde un espacio más terrenal: la administradora, enfermera, abogada y representante que lo sacó del fango y lo ayudó (y en algunos, obligó) a mantenerse a flote a pesar de sí mismo. El matrimonio ideal según Ozzy En 1982 Ozzy Osbourne acababa de perder el contrato para distribuir sus discos en Alemania, no había vuelta atrás después del espectáculo que protagonizó en una fiesta ofrecida por la disquera CBS. Viajó de Berlín hasta París, donde vivió el peor bajón de cocaína de su vida. Temblaba y sudaba acosado por fantasías paranoicas. Intentaba darse vuelta para a abrazar a Sharon, que dormía plácidamente y entre gruñidos lo apartaba. “Sharon, creo que me estoy muriendo”, imploraba Ozzy a su esposa, quien le respondía con un silencio que lo angustiaba aun más. “Sharon, creo que…”. —Pues muérete en silencio. Necesito dormir. Mañana por la mañana tengo una reunión. Ozzy Osbourne y Sharon Osbourne, Kienyke Sharon Rachel Levy es hija de un exmánager de Black Sabbath, contrajo matrimonio con Ozzy en 1982, luego que él se divorciara de Thelma Malfayr ese mismo año.  Para Ozzy esta escena muestra que con su esposa no hacían más que tomarse del pelo. Divertirse uno a costa del otro. De hecho, su relación nació en el peor momento de la carrera de Ozzy, quien acababa de ser despedido de Black Sabbath por su adicción a las drogas y al alcohol, y fue reemplazado por Ronnie James Dio. La situación de su matrimonio con Thelma Malfayrr (su primera esposa) pasaba por su peor momento, justamente por la misma causa. El retrato que hace de aquella época en su autobiografía ‘I am Ozzy (confieso que he bebido)’ es revelador: “comía tanta pizza y bebía tanta cerveza que tenía tetas como la del hermano gordo de Jabba el Hutt”. Al final de su etapa con Black Sabbath los matrimonios de los cuatro integrantes estaban al borde del abismo. La solución de Ozzy para atravesar aquellos días de angustia fue la que aprendió desde su paso por la escuela y los reformatorios: evadirse, olvidarse de todo. “Así que me escondí en el Le Parc (Los Ángeles), y bebí, bebí y bebí”. En esos días de enclaustramiento a inicios de 1981 Mark Nauseef le dejó un sobre que Sharon, de Jet Records, recogería más tarde. Ozzy abrió el sobre: eran quinientos dólares en efectivo. No lo pensó dos veces, llamó a su dealer para encargarle quinientos dólares de cocaína. Cuando Sharon pasó por su cuarto y él no supo explicar la pérdida de su recado lo entendió de inmediato, lo insultó y se fue. Al día siguiente regresó con una propuesta: quería ser su representante. La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda El padre Ozzy, John Thomas Osbourne, después de tomarse unas cervezas le decía a su hijo en un tono de advertencia fatídica: “O acabas haciendo algo muy especial o acabas en la cárcel”. Tenía razón, antes de los 18 años Ozzy estuvo en la cárcel. Lo condenaron por entrar a una casa en Birmingham y robarse 25 libras esterlinas. Aunque como ladrón no tenía mucho futuro, a los 16 años robaba una tienda que vendía ropa de segunda cerca de su casa en Aston. El botín nunca fue bueno ni lujoso, más bien mentecato: una noche olvidó llevar linterna para el robo y agarró lo primero que sintió al tacto, cuando fue a ver qué era, resultó ser ropa de bebé y camisillas de niños. En otra ocasión, con la lección ya aprendida llevó una linterna y un juego de cables para abrir la casa. Aquella noche se robó un televisor de 24 pulgadas, pero era tan pesado que cuando intentó saltar el muro que separaba las casas, tropezó y el traste le cayó sobre el pecho, “estuve una hora sin poder moverme, tirado en una zanja de ortigas”. Ozzy pasó tres meses en la cárcel de Winson Green por robo, aunque el juez le dio la oportunidad de pagar la fianza, no tenía las 40 libras de multa, y pedírselas a su padre era trabajo perdido, pues pensaba que a su hijo le hacía falta una buena lección, aunque fuese a las malas. Ozzy Osbourne, Kienyke Ozzy en uno de sus números más conocidos. Algunos dicen que le arrancó la cabeza a un murciélago de un mordisco, él ha dicho que en realidad eran palomas negras.  Winson Green era un antiguo penal victoriano construido en 1849. Algunos reclusos y guardias la consideraban como la peor de toda la isla británica. Cuando Ozzy iba a ser internado estaba aterrorizado, el corazón se le quería salir del pecho. Los guardias guardaron sus pertenencias (cartera, llaves, tabaco) y se rieron cruelmente de su cabello castaño largo. —Le vas a encantar a los del Bloque H, (le susurró un guardia al oído) disfruta de las duchas, guapetón. No tenía ni idea a qué se refería. —Pero me enteré muy rápido. Contó años después Ozzy. Ozzy únicamente es fiel a sí mismo Cuando apareció el sida y se expandió a lo largo de Estados Unidos y el mundo muchos no se preocuparon, pues pensaban que era cuestión de homosexuales y drogadictos extremos. Entre ellos Ozzy. Hasta que una noche se fue a la cama con una joven que conoció en un bar del hotel Sunset Marquis de West Hollywood. Cuando terminó supo que algo no estaba bien, así que llamó al médico de guardia, quien subió a la habitación, lo revisó y le dijo que para salir de dudas lo mejor era que se hiciera algunas pruebas. — ¿Cómo que unas pruebas?, preguntó Ozzy. — La prueba del sida, dijo el médico. Ozzy Osbourne, Kienyke En los años ochenta la carrera de Ozzy se centró en dos objetivos: continuar haciendo música sin Rhoads, y permanecer sobrio.  Durante varios días creyó que se iba a volver loco de tanta preocupación. Era imposible que alguien estuviese con él, por lo que decidió contárselo a Sharon. Fue tal el enfado que en una entrevista Ozzy confesó que prefería estar muerto a aguantarse su cantaleta de aquellos días. A pesar de todo se hizo las pruebas y una semana más tarde fue con su esposa a recoger los resultados. —Bien, señor Osbourne, la buena noticia es que usted no tiene herpes, sífilis o gonorrea. Dijo el médico — ¿Cuáles son las malas?, preguntó Ozzy. A Ozzy se le entumeció el alma. “Es usted seropositivo”, aseveró el médico. Cayó de rodillas, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a bramar. “Es como si hubiera matado a la madre de mis hijos”, dijo Ozzy en su autobiografía. No se atrevía a mirar a Sharon, aunque ella no decía nada. En ese momento el médico recibió una llamada del laboratorio que le indicaba que había un error en las pruebas, por lo que se debían hacer de nuevo y esperar una semana los resultados. Sharon también debió hacérselas. Además, pagaron mucho más por tener los resultados al día siguiente. Los resultados señalaban que la pareja no era portadora, pero le comunicó un daño colateral: su sistema inmunológico no funcionaba. Algunos factores en su estilo de vida explicaban la anomalía. ¿Cuáles? El médico lo explico así: “En su sangre hay niveles casi letales de alcohol y cocaína, señor Osbourne, por no mencionar otras sustancias ilegales. En el laboratorio nunca había visto algo igual”, y sentenció aquella mañana con una frase desconcertante: —Usted no tiene VIH, pero su cuerpo cree que sí. El alivio de Ozzy  no duró mucho. Quince días después recibió la llamada de Sharon desde Los Ángeles contándole que John McCollum, un joven de 19 años, se había pegado un tiro con la escopeta de su padre mientras escuchaba sin cesar Speak of the Devil, en especial la canción “Suicide Solution”. Sin saber cómo, Ozzy se había convertido en el enemigo número uno de los padre norteamericanos y el blanco de las persecuciones de organizaciones calvinistas en todo el país. Familia Osbourne, Kienyke Los Osbourne en pleno, el reality que hicieron para MTV fue muy popular por las situaciones tan alocadas que vivían.  Lea también ¿Qué pasó con Rock al Parque?
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