La problemática de inseguridad que vive Bogotá tiene preocupados a sus habitantes. Todos los días, se conocen una gran cantidad de denuncias en las que el común denominador son las distintas modalidades de robo que se emplean, generando que muchos se sientan en la deriva.
Según un informe de la Policía Metropolitana, a mediados de 2022, en Bogotá se robaban alrededor de 160 celulares al día, esto teniendo en cuenta que son los casos que la ciudadanía se atreve a denunciar, por lo que se estima que la cifra es mucho más alta.
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María* fue uno de los tantos casos que se registran en la capital del país de robo de celulares. A través de la modalidad de cosquilleo, le fue arrebatado de uno de los bolsillos de su abrigo su dispositivo móvil avaluado en cinco millones de pesos, mientras se encontraba caminando por las calles de la ciudad.
En cuestión de segundos, identificó que algo le hacía falta, pero cuando quiso actuar ya fue demasiado tarde. La angustia se apoderó de ella, y se dirigió de inmediato a casa para hacer efectivo el bloqueo de su línea y evitar un problema mucho mayor.
Según cuenta, apenas llegó a casa, prendió el computador para hacer un cambio de claves, para sorpresa suya, ya habían ingresado a uno de sus correos e incluso le cambiaron la contraseña, afortunadamente, era un correo que no tenía utilidad alguna. Minutos después, recibió una alerta de seguridad de inicio de sesión de su aplicación de domicilios desde un dispositivo que no estaba en su poder, por lo que su preocupación incrementó.
“Fueron tantas cosas en contra en cuestión de minutos que no sabía qué hacer, ni por dónde empezar”.
Una vez organizó sus pensamientos, optó por llamar a su operador y bloquear la línea móvil, el proceso no fue sencillo, y se demoró unos cuantos minutos por el protocolo de seguridad de su compañía. Luego, llamó a la línea de su banco, y bloqueó la banca virtual, ya que tenía sesión iniciada desde el celular que fue robado y quiso prevenir cualquier otro intento de hurto. Por último, ya en su computador, inició con todo el cambio de claves de correos y redes sociales.
Dentro de la llamada que realizó a su operador, le recomendaron que como parte del protocolo de seguridad hiciera la denuncia en la página de la Policía, la cual María denuncia que fue un proceso bastante desgastante, debido a la gran cantidad de preguntas, lo repetitivas que eran algunas de ellas y que al final, no llegó a su correo soporte alguno de la misma, por lo que siente que su proceso quedó en el limbo y se convirtió en uno de los tantos casos de robo que se registra en el país.
Cuando la tristeza se apoderó de ella, y no sabía qué sentir por el método de robo empleado en su contra, recordó que su celular contaba con una herramienta llamada ‘Buscar’ la cual le indiciaría en dónde se encontraba de acuerdo a la última señal enviada.
“La última señal la arrojó desde la avenida calle 13, lugar en el que todos sabemos que es donde terminan gran parte de los celulares robados en la ciudad, ahí ya me resigné y supe que no tenía nada que hacer”.
Al día siguiente, se acercó a una sede de su compañía móvil para realizar el proceso de reposición de SIM Card, y esta fue otra parte su viacrucis, fueron en total cuatro horas de su día las que destinó a esperar la entrega de su nuevo número, mientras la fila y el proceso parecía interminable,
El inicio de una pesadilla
Dos días después del robo, y ya con su celular, empezaron a llegar llamadas haciéndose pasar por la compañía de celulares a la que pertenecía el dispositivo robado, incluso con número de Estados Unidos y una voz robotizada, le decían que había una nueva ubicación de su smartphone y que por favor digitara el código de bloqueo para recibir la misma. Su reacción fue colgar de inmediato.
Posteriormente, recibió otra llamada, pero esta vez, desde un número de Colombia con el mismo mensaje, lo cual terminó de confirmar su sospecha y eran los ladrones intentando acceder a su celular. Además, en un lapso menor a 10 minutos, recibió tres mensajes con la misma intención, los cuales bloqueó de inmediato.
Durante una semana recibió llamadas y mensajes, incluso hubo uno que se hizo pasar por un capitán de la Policía Nacional y con nombre propio, le aseguró que mediante un operativo de recuperación de celulares robados realizado en el centro de la ciudad, habían recuperado un dispositivo el cual describieron a la perfección como el de ella y al decir que sí coincidía, el supuesto capitán le pidió datos que le resultaron sospechosos por lo que decidió colgar.
Horas después, el mismo capitán se puso en contacto con ella y ya con un discurso más severo, María le contestó que no le iba a dar ningún tipo de dato, a menos que se vieran en una estación de Policía, por lo que el individuo en cuestión decidió colgar.
Dentro de la lista de llamadas y mensajes también ha habido lugar para las amenazas y comentarios intimidatorios en los que le dejan claro que no va a recuperar su celular.
Lo cierto es que el caso de María es uno de tantos que se presenta en la ciudad, en los que además del miedo, dolor y frustración del robo, debe lidiar con las presiones de los mismos ladrones para acceder a su teléfono. La desesperación se convirtió en rabia ante la falta de alternativas para solucionar. Asimismo, hace un llamado a las autoridades a que hagan los operativos pertinentes en esta zona de la capital para que intervengan y ataquen este flagelo del robo de celulares.
