Desde hace seis años Christian Peterson se tomó una parte del arte callejero de Bogotá.
Con muy poco español y unos enormes ojos verdes, Crisp, como es conocido en la escena grafitera colombiana, logró ingresar al mundo del arte callejero aún cuando su profesión no era esa.
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El artista creció en Australia. Su padre es artista de cerámicas y pintura y su madre hace paisajismo tradicional y fue profesora de arte. Desde muy pequeño aprendió sobre las formas y arte.
Se destacó por hacer diferentes trabajos artísticos, entre ellos esculturas. Estuvo nueve años en Londres donde conoció de cerca el arte de Banksy y los esténciles.
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Como muchos otros extranjeros fue atrapado por la belleza geográfica de Colombia. El país, dice, “me ha dado todo lo lindo en la vida, una linda esposa, una linda hija y una linda familia”.
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En el 2009, cuando recorría la ciudad desde el aeropuerto hacia el hostal donde se alojaría, ‘Crisp’ observó los diferentes estilos y técnicas que las calles mostraban, y que no tenían nada que envidiar al arte de las llamadas capitales del grafiti en el mundo.
En su país la práctica está prohibida en vías y áreas públicas y eso fue precisamente lo que hizo que el australiano decidiera quedarse en Bogotá.
Hasta el 2011 se desconocía la normatividad de la práctica, pero luego de la muerte del graffitero Diego Felipe Becerra, que dejó en evidencia la falta de reglamentación y de control policivo y ambiental de la ciudad, se hizo un llamado a la sociedad, a las instancias gubernamentales y judiciales para reglamentar la práctica.
En el 2013 se publicó el Decreto 75 del 2013 que “promueve la práctica artística y responsable del grafiti en la ciudad”, y así mismo se reglamentaron los lugares no autorizados para ella.
Pero antes de que el grafiti fuera reconocido, en el 2011 el artista australiano, junto a un grupo de grafiteros locales, crearon el ‘Graffiti Tour’.
Una ruta turística por los stencils y graffitis más emblemáticos de La Candelaria que se realiza tres días a la semana durante dos horas y media, donde artistas locales como Dj Lu y Toxicómano dejan ver su trabajo.
Durante el recorrido, los artistas hacen una interpretación de la historia del país, así como una explicación de lo bueno y malo de la movida y cómo se distingue ésta de la europea y norteamericana.
El tour eviencia el potencial del talento que se puede encontrar en Bogotá, no en vano artistas internacionales como el catalán ‘Pez’ escogió a Bogotá para vivir y trabajar.
“Mi arte es para la gente, no es necesario tener cierto nivel de inteligencia para entenderlo, es expresión libre y muy sensible, muestra los diferentes aspectos políticos, sociales, económicos, el medio ambiente y la paz en el mundo”, comenta el australiano.
El graffiti en Bogotá se destaca por el mensaje social que contiene, puesto que expresa la corrupción, justicia, desigualdad y generosidad, lo cual se convierte en inspiración, “esas cosas hacen que Bogotá sea un lugar especial y único en el mundo", asegura Crisp.
Artistas como Pez, Kochino, Toxicómano, Dj Lu, y Dast junto al australiano donaron su tiempo y trabajo con el objetivo de recaudar fondos que les serán otorgados a las fundaciones que hacen parte de American Women’s Club, "siento que es una manera de dar a conocer a Colombia por su arte a la audiencia internacional".
American Women's Club es un conjunto de organizaciones que ayudan a mujeres como madres cabeza de familia y está enfocada a ayudar a población rural.
El hombre detrás de esta máscara es uno de los grafiteros más talentosos de Bogotá
Dom, 25/10/2015 - 03:55
Desde hace seis años Christian Peterson se tomó una parte del arte callejero de Bogotá.
Con muy poco español y unos enormes ojos verdes, Crisp, como es conocido en la escena grafitera colombian
Con muy poco español y unos enormes ojos verdes, Crisp, como es conocido en la escena grafitera colombian