El hombre que sembró una escalera eléctrica en la Comuna 13

Mar, 09/04/2013 - 16:30
El ingeniero César Augusto Hernández recuerda que fue en una tarde de agosto de 2004, en una conversación con ocho colegas amigos suyos, cuando escuchó una idea revolucionaria, que desde entonces
El ingeniero César Augusto Hernández recuerda que fue en una tarde de agosto de 2004, en una conversación con ocho colegas amigos suyos, cuando escuchó una idea revolucionaria, que desde entonces le quedaría dando vueltas en la cabeza. Participaba en un taller de la alcaldía para crear un plan maestro de intervención para algunas comunas del nororiente de Medellín. En la mesa tenía vista directa con dos destacados arquitectos que habían vivido en España: Alejandro Echeverri y Carlos Mario Rodríguez. Ambos hablaron de algo que capturó la atención de César. El servicio gratuito de unas escaleras mecánicas al aire libre que facilitan a miles de turistas el cómodo y rápido ascenso hacia el parque Güell, en Barcelona. -¿Escaleras en una montaña?, preguntó. -Sí, para subir al Güell - respondió Echeverri- Están en varios tramos y prácticamente te dejan en el Calvario. En Barcelona hay unas 29 escaleras eléctricas en barrios construidos sobre pendientes. Un par de años más tarde se obsesionaría con crear algo similar para alguna de las comunas de Medellín. Para ese momento César Hernández, ingeniero Civil, consolidaba los Proyectos Urbanos Integrales (PUI) de Medellín. Se había vinculado con la alcaldía de Sergio Fajardo. César tenía asignada la ejecución de los PUI en las comunas 1 y 2. “Llegamos a los barrios a empezar a trabajar con las comunidades. Hicimos recorridos, asambleas, comités. Aprendí las cargas históricas que han llevado que la 1 y 2 sean comunas convulsas. La gente misma deja ver los abandonos, ausencias de décadas por parte del Estado, y las muchas problemáticas que pretendíamos combatir”. César Augusto Hernández, Kienyke César Augusto Hernández, exdirector de los Proyectos Urbanos Integrales, escuchó en una conversación con amigos que existían escaleras eléctricas a cielo abierto en las montañas de Barcelona. En el año 2006, un domingo en la tarde, el alcalde Fajardo llamó al ingeniero Hernández. “¿Somos capaces de pasarnos a otra comuna, a la 13?”, preguntó el gobernante. “Alcalde, claro que somos capaces de empezar en la 13”, respondió César. Quebrar pasadizos y callejones para romper la violencia La Comuna 13 de Medellín es un hito de violencia y guerra urbana. Empezó con las invasiones a fincas del occidente de Medellín por parte de familias desplazadas por la violencia rural y continuó con la construcción desordenada de asentamientos en la montaña, sin adecuada planeación, al menos para un sistema de acueducto y alcantarillado. Más tarde ingresaron a la Comuna el ELN, las FARC y grupos armados ligados al narcotráfico. Luego bloques de las autodefensas y más tarde grupos criminales sin afiliación política o militar alguna. En la 13 se realizaron las operaciones Mariscal y Orión en el año 2002. Hernández comenzó a recorrer la comuna en agosto de 2006. Lo que más llamó su atención fue la solidez de los guetos. Podrían ser solo unas cuantas cuadras de viviendas separadas entre sí por calles sin pavimento, de poca longitud, pero que se erguían como fronteras sensibles. Si alguien del lado A se atrevía a pasar la calle hacia el lado B prácticamente firmaba su sentencia de muerte. “La forma morfológica de la zona nos dio pistas muy grandes de los campos de batalla de las bandas en la comuna. Nuestra tarea era romper los pasadizos, porque de esa forma sabíamos que romperíamos los guetos”, asegura. En 2007 finalizaba el cuatrienio de Sergio Fajardo y quería resultados. Por esos días la idea de las escaleras de Barcelona era muy fuerte en César Hernández. “En un recorrido que hicimos el arquitecto Óscar Santana y yo nos dijimos de repente: esta vaina (las escaleras) hay que hacerla aquí. Nos sentamos, él hizo los primeros trazos y cuando sacamos algunos rayones dijimos: para esto toca es contratar a un arquitecto loco”. A Fajardo le gustó la idea, pero su periodo estaba por terminar. Le sugirió a Hernández que se la presentara a su sucesor: Alonso Salazar. Así lo hizo en abril de 2008. -Queremos continuar los PUI- le dijo el nuevo alcalde al ingeniero Hernández- . ¿Qué plan montamos en la Comuna 13? -Alcalde, después de pensar para esa zona, lo que sirve son unas escaleras eléctricas – respondió. -¿Cómo? ¿No será mejor un plan de vivienda? – preguntó Salazar incrédulo ante la idea. “Le expliqué bien todo esto que llevaba haciendo en cuatro años. Al comienzo me miraba como extrañado, pero después le fue gustando la idea. Le mostré un mapa urbano y los trazados de las escaleras para romper los guetos. Le dije también que cualquier alcalde hacía colegios, hospitales o parques, pero que él podría hacer algo inédito que rompiera la composición social y la reconstruyera, reduciendo la violencia y entregándole a la comuna una obra que le hiciera sentir lo que quizá nunca antes habían sentido: orgullo”. César Augusto Hernández, Kienyke "Esta gente está loca". Así describió el ingeniero Hernández la impresión de un grupo de ingenieros japoneses que revisaron el proyecto de las escaleras eléctricas en la Comuna 13. La construcción de las escaleras era de por sí una tarea de alta ingeniería. Pero antes de empezar el montaje, los funcionarios liderados por César tenían un problema fundamental: convencer a los lugareños para que permitieran que un coloso mecánico atravesara su territorio. “Cuando fuimos a las comunas no les presentamos la idea de golpe. Íbamos explorando lo que pensaban sobre las escalas eléctricas. La gente ni sabía qué eran. Nos tocó hacer un convenio con el centro comercial Santa Fé en el Poblado y fuimos llevando gente al lugar para hacer una salida pedagógica y que conocieran cómo eran unas escaleras mecánicas. “Fue una experiencia impresionante porque muchos jamás habían salido de su comuna, no conocían centros comerciales, almacenes ni pisos brillantes. La experiencia los dejó asombrados a nosotros, y a ellos les gustó”. La obra se inició en el 2011. Cada escalera puede pesar más de 14 toneladas y la pregunta inicial fue ¿cómo montarlas en una montaña que tiene una pendiente superior a los45°? Sugirieron valerse de un helicóptero, pero los riesgos de daños en las viviendas con tejas de lata eran muy altos. Invitaron a un grupo de ingenieros japoneses. “Cuando llegaron, revisaron el proyecto, vieron la comuna y a penas dijeron: esta gente está loca”. “Pero terminamos arreglando un plan paisa-japonés y decidimos partir la escalera en ocho pedazos. Algo nunca antes hecho”. Las obras duraron diez meses y no estuvieron exentas de contrariedades. César recuerda una anécdota con un hombre conocido como el Barbado. “Cuando estábamos construyendo este tipo preciso salió de la cárcel, llevaba casi diez años en prisión. Pues llegó a la zona, y al ver las obras encendió a bala el proyecto porque no se le había pedido permiso. Supimos que poco después lo mataron en la misma zona”. Las escaleras son una estructura de 384 metros de longitud que se divide en seis trayectos y serpentea por la montaña. 300 hombres levantaron las estructuras. Su andamiaje mecánico interior está fuertemente blindado con caucho y plástico para protegerlo del agua, y adicionalmente fue dispuesto un techo que resguarda las escaleras. El proyecto beneficia directamente a unas 20 mil personas y costó 12 mil millones de pesos. Simultáneamente fueron construidos cientos de metros cuadrados de espacio público y otras obras de embellecimiento y se articularon unos 184 programas sociales. Se inauguró el 23 de diciembre de 2011. Escaleras de Medellín, Kienyke El proyecto beneficia a unas 20 mil personas y costó 12 mil millones de pesos. Además de romper las fronteras y los guetos, el sistema mecánico generó sensación de orgullo en los pobladores del lugar. Zonas como Independencias 1 renovó su cara y sus habitantes guardan aprecio por sus escaleras, las cuales rompieron sus fronteras. La obra parece reponer el olvido del Estado en varias décadas o sanar, de alguna forma, las heridas dejadas por las operaciones Orión y Mariscal. Con poco más de un año de funcionamiento, César Hernández, expresa aprecio por el resultado tangible de una idea sin precedentes en el planeta: las primeras escaleras eléctricas para un barrio marginado. Desmintió que en el lugar algunos residentes estuvieran cobrando por el uso de la estructura: “Los vecinos del lugar me llamaban y decían: es mentira doctor que estén cobrando vacunas”. Esto lo califica de “estrategia para seguir estigmatizando” la comuna. En cambio destaca los premios que han recibido tanto las escaleras como el PUI,  y no duda que la obra influyó de manera importante en el premio que tituló a Medellín como la más innovadora del mundo. La idea ha sido tan exitosa que se ha convertido en un modelo que ambicionan otras capitales latinoamericanas. En el distrito limeño de San Juan de Lurigancho, a inicios del año pasado, comenzaron las obras para unas escaleras mecánicas a cielo abierto en el asentamiento popular de Saúl Cantoral. En Brasil también la idea suena para la Favela de Alemão. Un grupo de colombianos fue llamado a México para aplicar el PUI en Monterrey y Ciudad Juárez, y hay estudios para escaleras similares en Ecuador y Argentina.
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