España: la crisis que ya cuesta suicidios

Sáb, 27/04/2013 - 13:31
Las derrotas del Real Madrid y el Barcelona en la Copa de Campeones de Europa terminaron por correr el velo de la crisis española. Ya ni el fútbol con sus equipos fastuosos, poderosos y mediáticos;
Las derrotas del Real Madrid y el Barcelona en la Copa de Campeones de Europa terminaron por correr el velo de la crisis española. Ya ni el fútbol con sus equipos fastuosos, poderosos y mediáticos; ni la selección, que en cada campeonato que disputa rompe marcas y paradigmas, han podido subvertir, o al menos apaciguar, la realidad del país: España está en crisis. No se trata de cualquier recesión o ciclo económico propios del capitalismo, o los vaivenes de la política que cada cierto tiempo se van renovando. Sino de una bola de nieve que ha crecido sin cesar y que en su paso va tragándose todo lo que está delante de ella: los escándalos por corrupción, la pobreza, el abandono en las calles, la crisis inmobiliaria, la desvergüenza de la monarquía y el desenfreno de los políticos. Un conjunto de males en distintas esferas de la sociedad española que han dado al traste con la prosperidad que el país empezó a construir desde la vuelta de la democracia a mediados de los setenta y las crecientes expectativas de inversión en las décadas siguientes. Durante esas décadas España dejó de ser uno de los países más pobres de Europa. La sensación de abundancia se percibía en el ambiente no solo económico sino cultural y deportivo. En 1992 Barcelona fue la sede de los primeros Juegos Olímpicos posteriores a la Guerra Fría, y ese mismo año se conmemoraron quinientos años del Descubrimiento de América. Por otro lado, el cine español se mostraba al mundo con una generación prolífica y sagaz encabezada por Pedro Almodóvar, Julio Medem y Alejandro Amenábar. En las letras Arturo Pérez-Reverte junto a una generación de jóvenes escritores como Almudena Grandes y María Jaén contaban la buena nueva de España. Por si fuera poco, en aquel 1992 el Barcelona de la mano de Johan Cruyff se coronó campeón de clubes de Europa con un estilo revolucionario. De aquellos años no queda mucho. Y la frase que más se escucha en las calles madrileñas es “estamos viviendo nuestras siete plagas bíblicas”. Crisis en España, Cristiano Ronaldo, Kienyke España se escribe con "E" de endeudamiento Esta semana el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) comunicó al país las cifras de desempleo: el 27,2% de la población económicamente activa está desocupada. Es decir, que más de seis millones de españoles en edad de trabajar están a la deriva sin seguridad social ni amparo económico. Esta cifra es la más alta desde 1976, y el único aliciente es que el ritmo de crecimiento del índice de desocupación se ha desacelerado, pues según las cifras oficiales, 237.400 personas en el primer tercio del año han perdido su empleo. En tanto, las medidas promovidas por el gobierno de Mariano Rajoy como la disminución del gasto público y el aumento de impuestos, establecidas por el Banco Central Europeo para mantener a trompicones la estabilidad de la región, han tenido un efecto contraproducente, que en vez de paliar la recesión la ha profundizado. Según José Luis Martínez, consultor de estrategia del Banco Citi, “estas cifras son peores que las que se esperaban y ponen de manifiesto la seria situación de España, así como la enorme distancia entre la economía real y la financiera”. Para Ramón Muñoz, periodista económico del diario El País, la situación es más dramática: “El Estado no logra hacer frente al pago de su astronómica deuda, y la situación del sistema financiero es tan crítica que ni siquiera están seguros ni los ahorros”, escribió en su libro ‘España: destino tercer mundo’. Si se revisan las estadísticas, desde mediados del 2007, cuando la tasa de desocupación se situó en 7,9%, ésta no ha hecho sino aumentar continuamente desde la crisis inmobiliaria del 2008, que produjo la burbuja económica y desencadenó la recesión y la deuda interna, no solo en España sino en casi todo el mundo, con su epicentro en los Estados Unidos. Así las cosas, muchos de los inconformes que protestan en las calles y los grupos de indignados, como el Movimiento 15-M o los Escrache, adaptación de su pionero en Argentina, tienen como bandera, además de la apertura democrática del país, peticiones contundentes como el cese de  los desalojados, es decir, que los bancos no saquen a las personas de sus casas por el atraso en sus cuotas hipotecarias. La situación ha llegado a tal punto de dramatismo que los suicidios se han multiplicado desde el 2008. Por ejemplo, Amaia Egaña, exdiputada del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) falleció en la localidad vizcaína de Barakaldo, cuando una comisión judicial iba a proceder a desahuciarla de su casa. Desesperada y próxima a quedarse en la calle, tomó una silla, se acercó hasta el balcón y se lanzó al vacío desde el cuarto piso del inmueble. Según El País “el médico que iba con la comisión tan sólo pudo certificar su muerte”. Hay otros casos sobrecogedores. Un joven madrileño que se suicidó porque había sido despedido de su trabajo, y al no tener con qué sostener a su familia, puso fin a su vida. En Cataluña, un vigilante se suicidó acosado por las deudas: debía cerca de 10 mil euros y su ingreso mensual era mileurista, es decir, ganaba menos de 1.000 euros al mes, una especie de salario mínimo. Este hombre dejó dos hijos de 25 y 21 años.  Tragedias como la de un viudo de 75 años que mató a su hijo discapacitado de 46 porque no podía seguir haciéndose cargo de él, posteriormente se suicidó. En Málaga, una mujer discapacitada se lanzó desde el piso catorce de su apartamento, una escena presenciada por un centenar de personas. A comienzos de febrero el gobierno de Rajoy reconoció la realidad de los suicidios y anunció medidas administrativas y legales para contrarrestar la Ley de Hipotecas. En las grandes crisis el corazón se rompe o se curte José Navarro, hijo de un panadero tradicional de Quart de Poblet, provincia de Valencia, está causando un remezón social con un ingenio de economía doméstica: ha rebajado el precio del pan hasta en una quinta parte, pues lo vende a 20 céntimos de euro, mucho más barato que en cualquier tienda del país. Y eso se nota, pues su panadería registra ventas por unas 60 mil unidades diarias. Desencadenando lo que se ha llamado ‘La Guerra del Pan’. El pan es un artículo de primera necesidad en España. Pero con la crisis, ha subido de costo, pues los ingredientes para prepararlo cada vez son más escasos, el trigo, la levadura y la harina han triplicado su precio en los últimos cinco años, por lo que muchas panaderías tradicionales se han visto obligadas a hacer malabares con sus recetas y arreglárselas con sus panaderos para no perder sus clientes. Por ejemplo, señala el portal de la BBC que “en Torrent los panaderos han sacado sus pistolas, un tipo de pan más alargado a un precio competitivo para hacer frente al pan de bajo costo. Mercadona, ha bajado su barra de 40 a 37 céntimos de Euro, mientras que Carrefour compite con dos barras por 66 céntimos”. Por su parte, el gremio de panaderos vaticina una crisis como la que vivió el sector hace una década, cuando los grandes supermercados lanzaron todo tipo de bizcochos y pastelitos a mitad de precio.  Esta guerra del pan tiene una explicación concreta: según la Organización de Consumidores y Usuarios, desde que entró el euro en España, hace más de diez años, la barra de pan es uno de los artículos que más se ha encarecido: hasta en un 85%. El pan ha terminado por convertirse en un artículo de lujo. Además de servir de salvavidas de último minuto, los cocineros se han convertido en protagonistas de la indignación contra la corrupción política. Falsarius, ‘El Antichef’, es la sensación por su humor de sutil ironía con sus “recetas para impostores”. Uno de sus platos más reconocidos es el “perro caliente a lo político corrupto”, que según la receta “tiene que ir en un pan ajustadillo, que le calce como un guante… con un exterior muy vistoso que esconde dentro un pedazo de cerdo”. Crisis en España, Kienyke "Aunque los reyes obren bien se habla mal de ellos" Al clima de incertidumbre e indignación, no se ha escapado la propia monarquía española. Hace menos de un año don Juan Carlos de Borbón apareció en unas fotografías cazando elefantes en Botswana junto a uno de sus sobrinos, que accidentalmente se disparó en un pie. De inmediato se desató el escándalo: la izquierda alzó su voz pidiendo al rey que rinda cuentas sobre sus paseos inesperados y desconocidos para los españoles, en tanto diarios como El País y El Mundo, sacaron en primera página dicha fotografía dejando ver su descontento y pidiendo “que se hagan públicos los viajes y gastos de nuestra Majestad para evitar inconvenientes de este tipo” (El País). A esto, se suma la ya conocida carrera de ‘Don Juan’ del rey, pues las revistas del corazón no tardaron en dar con la amante que venía menoscabando su matrimonio con doña Sofía. Se trataba de Corinne Larson, quien lleva cuatro años acompañando al Rey en sus escapadas extraoficiales por todo el mundo. Por su parte, el yerno del rey Iñaki Urdangarin, hombre de negocios y medallista olímpico, enfrenta un proceso desde el 2012 por presuntamente desviar dineros públicos en el Instituto Noos, una sociedad de mecenazgo que presidió entre 2004 y 2006. A su llegada a los juzgados en Mallorca los abucheos y señalamientos no se han hecho esperar: “Cuidado con la cartera, que llegó Urdangarin” o “monarquía=corrupción”  han sido los más coreados en sus audiencias judiciales. Suerte similar han corrido los Príncipes de Asturias, Felipe de Borbón y Leticia. Hace unas semanas en la celebración de la entrega del Premio Cervantes, fueron recibidos con la frase “Borbón, cabrón, trabaja de peón” en La Universidad de Alcalá de Henares. Lo que ha servido para traer de nuevo el debate sobre la regulación del gasto de la Corona. Entre las exigencias de grupos minoritarios y nacionalistas en el Parlamento español están hacer pública la agenda privada de la casa real, así como recortar los gastos que supone mantener a la familia real y su séquito. Al final del camino Esta es la realidad de España. La misma que García Lorca poetizó como aquella que sale de adentro, del dolor de la desgracia para revelar las causas esenciales. Lo complejo del asunto es que los destinos del país no están en ninguno de los dos partidos tradicionales (el PSOE y el Partido Popular, PP), ni en el liderazgo de sus figuras más importantes, sino en la mesa de negociaciones del Banco Central Europeo, cuyo músculo financiero es Alemania, liderada por la austera y disciplinada Angela Meckel, quien se ha mostrado inflexible a la hora de salvar la economía del continente. Grecia, Italia y España han sentido su autoridad y su estrategia de salvación, fundamentada en la austeridad o la reducción del gasto público. Que España se recupere de la crisis es tan complicado como la remontada de los grandes del fútbol español ante los alemanes. Si el fútbol es la dinámica de lo impensable, queda la esperanza, o al menos la fe en que las cosas mejoren. Ya no puede estar peor. Lea también Mi sueldo por una final alemana en la Champions
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