"Va a ser 25 años que comencé mi trajín político en Tuluá para cambiarle la cara a este pueblo de mis afectos. Tal vez si no hubiésemos pensado en un Tuluá desarrollándose con ímpetu alrededor de la Transversal 12, este barrio no existiría. Hoy ustedes, don Efrén y doña Ruby, y todos los que recuerdan mi gestión desde el parque de los 50 mil metros hasta este barrio, han creído conveniente descubrir mi busto cuando todavía estoy vivo. No se estila tanto homenaje cuando lo que he hecho por Tuluá es tan mínimo y podría haber hecho mucho más.
Siento un terrible peso en los hombros. Tal vez podría decir que a partir de este momento ya no hago parte de los que me vieron protegiendo carretilleros, dando albergue a los inundados, consiguiendo comida para los hambrientos. Pero como desde hoy mi recuerdo ha quedado trepado en este pedestal y representado en este busto, no me queda más remedio que dejarlo ahí y seguir caminando por sus calles, oyendo sus cuitas, contando sus historias y tratando que la ciudad no se pierda por caminos escabrosos. No puedo ser más. Soy y seré un tulueño que todo el país me reconoce por eso, por tulueño y por escribir sobre Tuluá.
Ahí queda el busto para que no se olvide mi nombre ni el de mi novela. Los Cóndores no se entierran todos los días, pero a los bustos y a las estatuas siempre los cagan las palomas".
Gardeazábal recibe el titulo Honoris Causa de la Universidad del Valle.