Historias en las que el vallenato fue arma de paz

Mié, 02/04/2014 - 12:30
A lo largo de la historia el vallenato se ha visto envuelto en episodios que marcaron el andar de la región Caribe o de Colombia entera. El folclor de acordeones se ganó el derecho de opinar en d

A lo largo de la historia el vallenato se ha visto envuelto en episodios que marcaron el andar de la región Caribe o de Colombia entera. El folclor de acordeones se ganó el derecho de opinar en disputas pero sin ponerse del lado de un bando. En todo caso, hay un factor común que no se puede obviar: el vallenato defiende al bien y la paz.

Una de las historias más extraordinarias de las que se tiene conocimiento es la leyenda de Francisco El Hombre. Nadie sabe quién impuso el mito, pero tampoco ninguno se atreve a desmentirlo. En un camino luego de una parranda memorable, Francisco entonaba notas con su acordeón encima de su burro, cuando con asombro vio que en lo profundo del camino unas notas más armónicas y melodiosas opacaban las de él.

Ahí comenzó una batalla de cantos y acordeones, lo que en Valledupar se le conoce como piquería. Francisco el Hombre lanzaba el verso y aquel desconocido de la oscuridad lanzaba uno mejor. Ni siquiera el ‘Amor Amor’, según cuenta la gente, pudieron derrotar esas tonadas tan macabras como brillantes.

“Este es el amor, amor,

El amor que me divierte,

Cuando estoy en la parranda,

No me acuerdo de la muerte”

Francisco agudizó sus sentidos y pudo observar quién era su contrincante. Se trataba del mismísimo Diablo, que en su deseo de vencer al primer juglar de la música vallenata lo llevó a un último reto musical al pie de un árbol de raíces profundas, mientras que la oscuridad invadió toda la región.

Enseguida, en una disputa entre el bien y el mal, Francisco el Hombre se aferró a Dios y entonó el credo al revés, haciendo temblar a Satanás, que resignado y derrotado, se marchó hacia las montañas arrastrando su acordeón. La historia inspiró a los viejos acordeoneros que se aferraron a su instrumento para sentirse invencibles ante la adversidad.

Francisco el hombre, Kienyke

Francisco el Hombre, el precursor de la música vallenata

El origen de Francisco el Hombre es confuso. Hay quienes dicen que nació en La Guajira, en el pueblo de Machobayo y que su verdadero nombre es Francisco Moscote. Otros lo emparentan con el pueblo de Plato en Magdalena, encarnado en Francisco ‘Pacho’ Rada, pero tampoco es del todo seguro. Lo que es cierto es que su leyenda es inmortal y que todavía se le sigue viendo por las calles inmortales de Macondo según describió García Márquez en Cien Años de Soledad: “Francisco, un anciano trotamundos de casi doscientos años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo”.

Otra de las historias que tuvo como actor protagónico al folclor vallenato fue la visita de dos líderes políticos a Valledupar: Fabio Lozano Simonelli, liberal, y Belisario Betancur, conservador. Ante magno evento, por la emisora local citaron a Rafael Escalona, que no apareció ni debajo de las piedras.

Rafael Escalona, Kienyke

Escalona le sacaba canto a todo; esta vez a un liberal, también a un godo decente.

Liberal confeso, Escalona enfureció a la cúpula liberal valduparense por su ausencia. Además, según se dice, los ánimos entre los líderes más añejos de cada partido en la ciudad, combatientes en la Guerra de los Mil Días, estaban caldeados. Sin embargo, Rafael se inventó una canción y el acontecimiento quedó inmortalizado y saldado en paz.

“El avión llegó temprano,

De un cielo lejano azul,

Trajo a Fabito Lozano,

Y a Belisario Betancur,

El uno es muy liberal,

Y el otro es godo decente,

Dos tipos tan importantes,

Que pueden ser presidentes”.

La historia quedó retratada en el canto “El godo decente”. Lozano y Betancur terminaron siendo amigos, no se sabe si gracias a la canción. El conservador Betancur llegó a la presidencia tiempo después mientras que Fabito Lozano Simonelli nunca pudo hacerlo, pero Escalona dejó su nombre en la memoria.

En tiempos más recientes, un colegio de El Copey, en el César, prefiere resolver los problemas de sus alumnos con caja, guacharaca y acordeón. El colegio Delicias San Carlos es el sitio donde cada semana la piquería y los cantos inéditos terminan por apaciguar los conflictos entre sus estudiantes.

Niños vallenato, Kienyke

El vallenato, cosa de grandes y chicos

El impulsor de esta innovadora idea es el coordinador del colegio, Jorge Luis Rocha, que cree que esta es la mejor forma para conseguir la paz. “Lo que hago con la música tradicional, en este caso la música vallenata, es buscar la reflexión de los estudiantes sobre ciertos comportamientos y actitudes que muchas veces no nos permiten vivir una convivencia amena”, expresó al diario El Pilón de Valledupar.

La emoción entre los alumnos ha sido tal que muchos se han interesados por interpretar los instrumentos, o convertirse en cantantes. Ellos, con el espíritu de Francisco el Hombre en sus dedos para tocar el acordeón, o con la impronta de Escalona a la hora de componer una canción, son los encargados de mantener vivo el folclor del Valle que para abril se aviva más que nunca con su festival y que usted tendrá el placer de disfrutar con el cubrimiento de KienyKe.com como homenaje a un pedazo de la historia nacional.

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