La Azcárate también fue gorda

Mar, 07/12/2010 - 11:03
Es difícil ponerse de acuerdo cuando se habla de Alejandra Azcárate. Mientras muchos hombres mueren por ella pese a estar casada, algunos consideran su belleza y forma de hablar como algo vulgar. E
Es difícil ponerse de acuerdo cuando se habla de Alejandra Azcárate. Mientras muchos hombres mueren por ella pese a estar casada, algunos consideran su belleza y forma de hablar como algo vulgar. Eso en lo que tiene que ver con su apariencia física. Cuando se trata de su stand up comedy, las opiniones son aún más encontradas. Hay personas que la consideran genial, al tiempo que no sobra quien piensa que es poco agraciada y su show es solo una retahíla de lugares comunes. Su última columna  en la revista Aló, titulada ‘Las 7 ventajas de la gordura’, generó fuertes críticas en las redes sociales. En ella, Alejandra le faltó al respeto a las mujeres que sufren de sobrepeso diciendo cosas como: “Se sienten como unas princesas ya que ellas sí conocen de cerca la verdadera caballerosidad. Los hombres les ceden el puesto por miedo a que se les sienten encima, las miran con ternura para evitar una agresión, les sonríen, las saludan con palmada en el hombro, les corren la silla porque no caben, les abren la puerta del carro para cerciorarse de que sí entran y no las morbosean porque rayarían con la aberración”. La constante en la vida de Alejandra ha sido generar odios y amores que llegan al extremo, nunca quedarse a medio camino. Estudió en el Liceo Francés, un colegio donde no se perdía el año por la cantidad de materias que se reprobaran, sino en el que cada caso se analizaba en el consejo de la clase. Así, alguna vez aprobó el curso pese a haber perdido ocho materias. No corrió con la misma suerte cuando estudiaba en la Universidad de los Andes, de donde fue expulsada, acusada de plagio, cuando se descubrió que se había copiado en un examen. Dejó de ser una estudiante de derecho y antropología en Colombia para convertirse en periodista graduada en el Emerson College de Boston. Y aunque en su columna de Aló mujeres afirmó: "Me identifico por mi genética y metabolismo con una estética sin protuberancias, relieves y desproporciones", volvió al país con 19 kilos de más y aún así logró ser presentadora de Citytv a cargo de la sección de entretenimiento. Con paciencia, tratamientos, dieta y ejercicio recuperó  su peso normal, el mismo con el que aparecía como jurado del reality 'Colombia tiene talento'. Autopista a la fama Hay dos cosas de su vida sobre las que Alejandra prefiere no hablar: su relación con Tomás  Uribe, el hijo del expresidente Álvaro Uribe, y las polémicas fotos de La última cena en la revista SoHo. No obstante, es innegable que ambas fueron dos movidas clave para alcanzar la fama nacional de la que hoy goza. Era el primer periodo de Uribe y el rumor de que el hijo mayor del ex presidente salía con una mujer cuatro años mayor que él empezó a coger fuerza. Alejandra nunca lo confirmó, aunque tampoco lo negó, y cuando le preguntaban por su relación salía con una frase que hizo carrera: “Un niño al año no hace daño”, mezcla de velocidad mental y habilidad para echar mano del refranero popular, fórmula que le ha servido para subir escalones. Se dice que la madre de Tomás, Lina Moreno de Uribe, nunca estuvo de acuerdo con  la relación y que si bien el noviazgo le sirvió para catapultar su carrera, Alejandra hubiera podido aprovecharse mucho más de ser la pareja del hijo del Presidente. Lo que alguna vez fue realidad, la Azcárate lo volverá a vivir como Ana Villegas, su personaje en 'Las Santísimas' que se enamora de un joven de 20 años de edad. Alejandra Azcarate Era la época en la que era una famosa peso medio y en la que hizo fuerza para ser la portada de TV y Novelas. Después de mover fichas lo logró, y se dice que es una de las ediciones que menos se ha vendido en la historia de la revista más leída del país. Luego vino el desnudo de SoHo, donde Alejandra recreaba a Jesús en el cuadro la última cena junto a personajes de la vida nacional como el ex candidato presidencial Carlos Gaviria, el ex fiscal Alfonso Gómez Méndez y el ex alcalde de Bogotá Juan Martín Caicedo Ferrer. El revuelo fue tal que la revista se embarcó en un largo y arduo proceso penal contra varios demandantes, entre ellos el actual procurador, Alejandro Ordoñez.  Azcárate supo sacar renta del suceso, y salió relativamente ilesa, ya que las acusaciones iban en contra de la revista y su director. A raíz del asunto, el ex candidato presidencial conservador y rector de la universidad Gran Colombia, José Galat, se refirió a sus tetas como “siliconadas”.  Hoy Azcárate prefiere no hablar del tema, aduciendo que ya salió desnuda, y que a menos de que le salga una tercera teta no lo volverá a hacer.

El poder de la palabra

Cuando Alejandra Azacárate se juntó con su amiga Isabella Santodomingo para hacer el stand up comedy Los caballeros las prefieren brutas, la vida de ambas cambió para siempre. La obra se convirtió en libro y luego en serie de televisión gracias a la Santodomingo, mientras que a la Azcárate le sirvió de ensayo para armar su propio espectáculo, Descárate con la Azcárate. Es sabido que las dos son muy cercanas, pero de temperamentos fuertes, lo que obligó a la separación, al menos en el aspecto profesional. Pese al éxito de las presentaciones dos personalidades tan fuertes hacían casi estallar el escenario. Hoy la relación se mantiene cordial, aunque no tan cercana como antes. El suceso sirvió para destapar una faceta que sus conocidos ya intuían, pero que el gran público desconocía, la de humorista. El discurso con el que Alejandra Azcárate ha llenado teatros en toda Colombia se basa en las relaciones entre hombres y mujeres,  y ninguno de los dos géneros sale bien librado. Infidelidades, celos, suegros, citas románticas y todo lo que tenga que ver con las relaciones son sus temas recurrentes. En todo esto fue pieza clave su padre, Gerardo, un bugueño dueño de un humor negro que le pasó a su hija, a quien ayudó a escribir muchos de los apuntes de sus espectáculos. Quienes conocieron a Alejandra por el programa del Canal RCN Comediantes de la noche dicen que es una persona muy seria en lo que hace, que prepara el material con anticipación aunque también se le ha visto minutos antes de salir al escenario, muerta de miedo, creando nuevos apuntes que minutos después dirá en público. A veces le salen bien, a veces no tanto.  Alguna vez su show coincidió con uno de Amparo Grisales llamado No seré feliz, pero tengo marido, lo  que generó rencillas entre ambas. La primera afirmó que ella era la única diva y que la Azcárate había plagiado apartes de su acto. Ésta se defendió diciendo que a esa edad el Alzheimer era cosa seria. Mientras sus seguidores alaban su humor negro y su capacidad para decir las cosas en la cara así no siempre tenga razón, sus detractores –que se cuentan en igual número que sus adeptos- la tachan de no tener gracia y de estar jugando a ser irreverente, un papel que no siempre le sale bien. Al mismo tiempo la conminan a que regrese a presentar, como ya lo hizo en City Tv, a sus días de radio en la emisora juvenil La Mega, o a actuar, como ya lo ha hecho en las series En los tacones de Eva y Amor en custodia. Alejandra quiere seguir haciendo humor, aunque hay quien dice que no será tan chistosa el día en que deje de hablar de los conflictos entre hombres y mujeres.   Vidas privadas  Pese a ser polémica, Alejandra no es escandalosa y su vida privada no la mezcla con la  pública. Se sabe que aunque  es vista como una devoradora de hombres, es capaz de enamorarse como cualquiera. Con Miguel, su esposo desde hace seis años, se fue a vivir apenas a las semanas de conocerlo y hoy dice que es el mejor descubrimiento de su vida. Pese a lo repentino de su romance y a lo bien que les ha ido, muchos se sorprendieron de que hubiera un hombre capaz en este mundo de medírsele a convivir con ella. La pareja tiene muchas cosas en común, aunque no todas. Él es un publicista de bajo perfil que casi siempre anda en jeans y camiseta y que disfruta volando avionetas, siempre alejado de las cámaras. Ella, en cambio, es tan adicta a la fama como a la ropa de marca y a los diseñadores famosos como  la venezolana Carolina Herrera. 0 El nombre de Alejandra Azcárate sonó mucho cuando murió la modelo Lina Marulanda, una de sus amigas más cercanas. Alejandra estaba chateando con ella por Blackberry minutos antes de que la expresentadora se lanzara por la ventana del baño de su apartamento en abril de 2010.  Lo último que le mandó Lina a Alejandra fue una carita feliz. A raíz de ese detalle, Azcárate dio declaraciones a varios medios de comunicación. Se dice que cuando Beatriz, la madre de Lina, dijo en la revista Cromos que el único amigo de verdad de su hija era Iván Lalinde y que había gente que se decía su amiga pero que en realidad no lo era, se refería a Alejandra, aunque nunca dio nombres. Por donde pasa despierta admiración y envidia, y todo se lo ha ganado por ser frentera y no callarse nada. Quienes dicen que no es irreverente sino sincera lo hacen para criticarla,  pero ella lo toma como un elogio. Alejandra Azcárate no tiene pelos en la lengua, pero solo le crecen, como lo ha confesado en más de una oportunidad, cuando le habla a su madre, que todavía la regaña. Debe de ser una de las pocas personas que puede darse semejante lujo.   Lea también Los caprichos de Laura Acuña ¿Por qué salió Jessica Cediel de Muy buenos días?
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