
Era la mañana del 16 de marzo de 2020 cuando el país recibió la noticia que marcaría el inicio de una tragedia sanitaria sin precedentes: Colombia registraba su primera muerte por Covid-19. La víctima, Arnold de Jesús Ricardo Iregui, un taxista de 58 años oriundo de Cartagena, falleció el 13 de marzo, pero solo tres días después se confirmó que el coronavirus había sido la causa de su deceso.
Arnold de Jesús, un hombre trabajador y querido en su comunidad, había dedicado su vida al oficio del transporte, recorriendo las calles de la ciudad amurallada con la amabilidad y el espíritu de servicio que lo caracterizaban. Su rutina diaria cambió cuando transportó a turistas extranjeros provenientes de Italia, uno de los países más afectados en ese momento por el virus. Fue entonces cuando, sin saberlo, entró en contacto con la enfermedad que días después acabaría con su vida.
El 4 de marzo, Arnold comenzó a experimentar los primeros síntomas: fiebre, tos persistente y malestar general. Con el paso de los días, su estado de salud se agravó, hasta que finalmente tuvo que ser hospitalizado en la Clínica Cartagena del Mar. A pesar de los esfuerzos del personal médico, la infección progresó rápidamente, provocando una neumonía severa que terminó con su vida el 13 de marzo.
Lea también: La terrible profecía que se cumpliría en el Vaticano
El Ministerio de Salud confirmó la causa de su muerte tras realizar las pruebas post mortem, lo que generó un fuerte impacto en la opinión pública. Hasta ese momento, Colombia solo había reportado casos importados, pero este primer fallecimiento dejaba claro que el virus ya estaba circulando dentro del país. La noticia encendió las alarmas y llevó a las autoridades a endurecer las medidas sanitarias. Apenas un día después del anuncio, el gobierno decretó el cierre de fronteras y la restricción de vuelos internacionales.
La historia de Arnold de Jesús Ricardo Iregui se convirtió en un símbolo del inicio de una crisis que transformaría la vida de millones de personas. El dolor de su familia se sumó al de miles que, en los meses siguientes, perderían a sus seres queridos sin poder despedirse, en hospitales colapsados o confinados en sus hogares. La pandemia avanzó y las cifras de contagios y muertes se multiplicaron, pero el recuerdo de aquel taxista quedó grabado en la memoria colectiva como la primera víctima de una enfermedad que cambió el curso de la historia.
Desde entonces, Colombia ha enfrentado múltiples olas de la pandemia, con momentos de esperanza y desesperanza, entre confinamientos, campañas de vacunación y la lucha incansable del personal de salud. Pero aquel 16 de marzo de 2020 sigue siendo una fecha imborrable: el día en que el país comprendió que el Covid-19 no era solo un problema ajeno, sino una realidad devastadora que marcaría el rumbo de los tiempos venideros.