A raíz del éxito de la marca Andrés Carne de Res en el centro comercial El Retiro con el restaurante y La Plaza, a los inversionistas de este proyecto se les ocurrió proponer una franquicia en Cartagena. Quienes ayudaron con los trámites para lograr que se hiciera realidad el desarrollo en el Retiro, compraron una propiedad en el Centro Histórico –la Casa del Colegio– al tiempo que otro grupo de inversionistas planeaban adquirir o tomar en renta un espacio en el Centro Comercial Chambacú. De entrada, la idea de desarrollar un hotel boutique y restaurante bar resultaba más atractiva en el casco antiguo. Así que ambas partes decidieron unirse para crear el concepto de Andrés Carne de Res, que es básicamente un lugar que comienza como restaurante familiar y termina como discoteca.
El proyecto era integrado por los inversionistas del centro comercial El Retiro, los dueños de la propiedad, el equipo de diseñadores y arquitectos de Andrés y el arquitecto restaurador, Eduardo Franco, encargado de proteger el inmueble.
La tradicional Casa del Colegio, en el centro de Cartagena, fue declarada Monumento Nacional.
A medida que avanzaba el proyecto, los impedimentos en el diseño de la infraestructura, determinados en gran parte por el extenso menú del restaurante, fueron apareciendo. La comida de Andrés Carne de Res es preparada en su mayoría en la parrilla, lo cual exige grandes depósitos, campanas extractoras, aislamientos acústicos, control de incendios y demás herramientas necesarias para garantizar tanto la calidad del producto como la seguridad de los comensales.
Parece que al equipo de Andrés no le fue fácil adaptarse a trabajar dentro de un edificio cuyas limitaciones estéticas y funcionales son muy complicadas por tratarse de un inmueble de conservación declarado Monumento Nacional. Para el arquitecto Eduardo Franco el lugar donde queda el edificio es más importante que la decoración que en éste se quiera implantar, tema que para los diseñadores de Andrés resultaba primordial y para quienes era imposible trabajar con la misma libertad que tuvieron en el Retiro.
Las diferencias entre los arquitectos hicieron que el ambicioso proyecto se hundiera.
El equipo de Andrés no supo adaptarse a la realidad del centro de Cartagena y sus arquitectos tuvieron dificultad en entender que cuando se trabaja en restauración, los criterios de conservación son tan o más importantes que el funcionamiento. Sus constantes choques con el arquitecto Franco llevaron a la cancelación del proyecto, porque al parecer el equipo de Andrés no contaba con un conocimiento previo del inmueble ni del entorno socio-cultural donde se desarrollaría la propuesta. El edificio condiciona todas las ideas y por tratarse de un monumento nacional a los funcionarios del patrimonio de Cartagena y el Ministerio, cuanto les interesa que se conserve es su integridad.