Aparecen junto a la foto de Helmer Yesid Sandoval Romero, un hombre que por celos tomó un cuchillo y lo descargó sesenta veces sobre su esposa. Consumada la venganza, huyó dejando el cadáver sobre la cama y a dos hijos bañados en lágrimas, ahora huérfanos por la muerte y el abandono.
Al lado derecho de la foto de Sandoval Romero en el cartel de los 16 más buscados de la capital del país, emitido por la Policía Metropolitana de Bogotá, está Ángel Lizeth Jiménez Acevedo: 27 años, 1,65 m. de estatura, de estado civil casada, aunque lo casada no impidiera que coqueteara con otros hombres para quitarles dinero.
Pertenecía a la banda Los Norteños. Era la única mujer del grupo en medio de 14 hombres. Su misión dentro de la banda: captar caballeros solos, adinerados y desesperados por compañía.
Las dos mujeres aparecen en el cartel de los 16 más buscados de Bogotá junto a ladrones y homicidas.
Jiménez Acevedo llegaba arreglada a los bares del norte de Bogotá. Se sentaba sola, pedía algo para tomar y esperaba que algún hombre se fijara en el escote de su camisa o en el talle de su falda o pantalón. Aunque en la foto no goza de mayores atributos físicos, exceptuando unos labios colorados y carnosos, los compañeros de Jiménez dicen que es una mujer bella pero no fotogénica.
Cuando lograba captar la atención de un caballero después de un par de sonrisas, guiñadas y poses, aceptaba ser invitada. Él bebió mucho; ella, poco. Hablaban del trabajo, la vivienda, la familia y los ingresos. Con una lista completa de características para obtener un buen botín en la noche, la mujer, con más sonrisas y poses que al principio, convencía al hombre de finalizar la noche conociéndose un poco más.
Han logrado huir en los allamientos. La policía está tras la pista para condenarlas por hurto, extorsión, entre otros delitos.
A la salida del bar o a pocas cuadras de allí, otros integrantes de Los Norteños abordaban el carro, se subían y encañonaban al conductor. Jiménez cambiaba la actitud: pasaba de la coquetería a la agresión. En el día el conductor despertaba en un potrero o en un caño sin carro, sin papeles y sin dinero.
La banda hurtó 37 vehículos en los dos últimos meses de 2008. Frente a las denuncias de los hombres que fueron engañados y los retratos hablados, conocieron los nombres de los integrantes del grupo criminal. El 6 de julio de 2009 se emitió una orden de captura por los delitos de hurto, concierto para delinquir, atraco y paseo millonario.
Una semana después fueron allanadas 12 viviendas en el sur oriente de Bogotá. Los 14 hombres de Los Norteños salieron con las esposas puestas. En el último allanamiento en la calle 2 con 8, en la casa de la única mujer de la banda, no encontraron nada. Quizá una llamada, una conversación o un sexto sentido femenino le indicaron que debía huir. No hay indicios del paradero. Puede estar en cualquier ciudad del país, con el pelo negro y corto, robando a hombres solos.
Tras mucho licor por parte de la víctima y poco de Jimenez, hablaban del trabajo, la vivienda y los ingresos. Luego ella lo convencía de ir a otra parte.
La otra mujer se llama Yasmile Morales Medina. Cuarenta y dos años, 1,67 de estatura, estado civil casada. A diferencia de Jiménez, Morales Medina no es joven, ni coqueta, ni bonita. Comparte una vida delictiva con su marido, Luis Alfredo Castillo, de 54 años y nacido en Chiquinquirá, la capital religiosa de Colombia. Él también aparece en el cartel de los más buscados.
Sin la juventud para correr y sin la belleza para engañar, la pareja decidió aprovechar sus rostros de benevolencia para robar ancianas millonarias. En la Policía aparecen varias demandas en contra de la pareja, pero la última, la más conocida y la más millonaria se presentó en 2009.
Los dos conocieron a una mujer de 65 años, con bastante dinero y sin saber qué hacer con él. El matrimonio, fingiéndose abogados, le dijeron que invirtiera en finca raíz. Al parecer la millonaria señora no tenía ni idea del negocio, o no quería encargarse directamente. Morales y Castillo ofrecieron ser los apoderados para que la anciana no tuviera preocupaciones jurídicas.
Ángel Lizeth Jimenez conquistaba hombres en los bares para drogarlos y robarlos.
El negocio consistía en la venta de lotes en el sur de la ciudad. Los nuevos apoderados de los bienes de la señora firmaban documentos, falsificaban otros y vendían los lotes. Cada vez que la señora dueña preguntaba por sus dominios, la pareja decía que el mercado inmobiliario estaba complicado y nadie tenía dinero. En mayo del mismo año, el matrimonio se marchó y los lotes tenían dueño. El dinero se había desaparecido con los apoderados, en total 12 mil millones de pesos. Aunque hay una orden de captura por el matrimonio, aún no se ha sabido el paradero.
En la lista aparecen personajes macabros de la ciudad. Las dos mujeres están junto a homicidas que han matado con arma de fuego y blanca, clonadores de tarjetas bancarias y Hugo Alejandro Pintor, el hombre que está detrás de los atentados del 7 de agosto de 2002, durante la posesión de Álvaro Uribe Vélez.