Madres migrantes impulsan la natalidad

Mié, 27/01/2021 - 01:46
En 2018, los hijos de madres migrantes representaron el 14% de partos en Chile. Mujeres colombianas y venezolanas suman a esta estadística.
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Hachely Barret / Cortesía

Cuando Hachely Barret llegó a Chile en el 2013 no venía con planes de quedarse ni de formar una familia. Su prioridad era poder trabajar para mejorar la situación económica de su familia en Haití y poder devolverse. Sin embargo, a los pocos meses quedó en embarazo. “Mi hija nació en el 2014 y criarla aquí en Chile ha sido bonito. El Gobierno me ha dado oportunidades: no pago colegio, todo es gratis. Me atendieron bien en el hospital, no tengo nada de qué quejarme”, cuenta.

Barret hace parte de las más recientes cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que indican que en el 2018 hubo un total de 221.731 nacidos vivos, lo que significa 2.545 bebés más comparados con el año 2017. Esto marca una ruptura frente al descenso de natalidad que venía afectando al país cuatro años atrás.

En esta cifras son las madres haitianas las que representan la mayor cantidad de nacimientos entre la población migrante de Chile, con un 21,1%, seguidas por las mujeres provenientes de Perú (14,7%), Venezuela (11,4%), Bolivia (8,4%) y Colombia (7,6%). Estos cinco colectivos concentran casi el 65% de los hijos de extranjeras.

Barret, que actualmente está esperando mellizos, asegura que su vida y la de su hija han sido relativamente más sencillas porque sabía hablar español debido a que había trabajado en República Dominicana.

Sin embargo, aún espera que le den una residencia definitiva para poder postular a otros beneficios estatales. “Uno nunca va a tener todo lo que necesita, todavía no tengo residencia definitiva, cada vez que la pido me la rechazan y me dan carnet por un año. Dicen que no tengo suficiente dinero para vivir en el país”, asegura la mujer de 34 años, que trabaja vendiendo productos extranjeros en una feria de San Fernando (sur), mientras ayuda a otros haitianos a conseguir un trabajo y a hacer las diligencias para una residencia que, en más de siete años, ella aún no consigue.

De acuerdo con las cifras del INE, en el 2018 se dieron 31.788 nacimientos de madres extranjeras, lo cual corresponde al 14% de los nacidos de ese año, que es el registro más reciente. La mayoría de estos niños llegaron en las regiones norteñas de Tarapacá (33,7%), Antofagasta (28,5%), y Arica y Parinacota (22,8%), en donde sus familias se asentaron luego de llegar por la frontera.

El drama de nacer lejos de casa

Entre las madres migrantes que llegan por la frontera norte de Chile existe el común denominador de venir huyendo de la pobreza de países como Venezuela, Bolivia o Perú, pero en algunos casos también se suma el factor de la violencia que obliga a cientos de familias a pedir refugio, a enfrentarse a duras travesías por tierra y a residir en albergues hasta que el Estado los auxilia.

En esas condiciones llegó hace dos años al país Alejandra Murillo, quien tuvo que salir corriendo de su casa en Colombia porque la guerrilla secuestró a su esposo, lo torturó y quemó su casa por no ceder ante las constantes extorsiones.

Con sus dos hijas y su esposo decidieron emprender el viaje hacia Ecuador, pero allí también los encontraron los delincuentes, por lo que tuvieron que seguir bajando por el continente hasta llegar a un lugar seguro.

“Primero estuvimos en Antofagasta (norte), pero la pandemia nos dejó en la calle, tuvimos que irnos a Santiago, llegamos a vivir a un albergue. Quedé embarazada y no era capaz de probar la comida en ese lugar porque estaba lleno de drogadictos; lloraba todo el tiempo. Incluso pensé en abortar porque no podíamos mantener una bebé en esas condiciones”, recuerda Alejandra.

La hija de Murillo nació en la capital chilena, que es la tercera región del país en donde más nacen niños de inmigrantes. Según las cifras reveladas por el Instituto Nacional de Estadística, las madres colombianas representan el 32,2% y el 17,6% de los nacimientos en regiones sureñas como Magallanes y Aysén, respectivamente, y un 23,8% en Antofagasta.

Actualmente esta familia colombiana vive en una habitación ubicada en el centro de Santiago y sobrevive con lo que gana el esposo de Murillo cargando bultos en una plaza de mercado y con su sueldo de carnicero, a lo que se suma un reemplazo que ella está haciendo como aseadora de un condominio. Sin embargo, sus hijas tienen garantizado el acceso a la educación, aunque a la pequeña nacida en Chile le falta el carnet para acceder a los subsidios estatales.

“Mis niñas han estudiado gratis, con acceso a libros y uniformes, y aunque nos otorgaron el refugio no hemos podido hacer las vueltas (trámites) del carnet porque la página siempre está caída y por eso no podemos tener las ayudas de la municipalidad para la bebé”, asegura Murillo.

Tanto Barret como Murillo coinciden en que el Estado chileno ha garantizado que tengan acceso a hospitalización y a primeros cuidados para sus recién nacidas. Sin embargo, los trámites para acceder a un estatus legal migratorio que les permita tener mejores condiciones que las que tenían en sus respectivos países se han visto endurecidos por leyes aprobadas durante el actual Gobierno.

Por: Andrea Aguilar Córdoba / Anadolu

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