A las 7:50 a. m. del domingo pasado, el dragoniante Juan Carlos García, guardián de la cárcel municipal de Barne, Cómbita, Boyacá, observó que cerca del puesto de información donde se encontraba una paloma trataba de volar con dificultad.
Al acercarse, el guardia vio que el ave no podía volar porque tenía mucho peso sobre su lomo. El animalito trataba de subir el muro que separa el puesto de información interno del penal del pabellón de mediana seguridad, donde se encuentran condenados por delitos de secuestro, extorsión, narcotráfico, hurto y estafa.
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La paloma tenía puesto un chaleco, donde llevaba el mecanismo interno de un teléfono celular, identificado con el número de serie 026705006, y una batería con número de referencia BL-5CA.
La Policía dijo que llevaba una carta, pero eso no es cierto, como tampoco la versión que decía que la paloma se dirigía a la cárcel de Cómbita y que su dueño era un narcotraficante que aguarda para ser extraditado.
La paloma llevaba el mecanismo interno de un celular y una batería. El INPEC no sabe por qué la Policía afirmó que la paloma transportaba una carta.
No hay datos concretos, pero se sabe que esta práctica, conocida como Colombofilia, es común en el mundo carcelario para transportar pequeñas dosis de droga, cartas con información cifrada entre detenidos y diminutos aparatos tecnológicos que sirven para comunicarse con el exterior.
La paloma fue capturada y procesada por las autoridades penitenciarias. Se encuentra bajo cadena de custodia, como lo dice la ley, y fue conducida en una pequeña jaula a una residencia del municipio de Tuta, Boyacá.
Cárcel El Barne, Boyacá, donde fue atrapada la paloma.

