“Soy una flacuchenta sin la menor gracia”: Alejandra Azcárate

Mar, 04/06/2013 - 06:38
¿Aló?

Estoy en Cali y estoy de afán. Mucha volteadera, pero gracias a Dios hay trabajo.

Y qué sabor le deja esa volteadera.

Me deja muy feliz.

¿Aló? Estoy en Cali y estoy de afán. Mucha volteadera, pero gracias a Dios hay trabajo. Y qué sabor le deja esa volteadera. Me deja muy feliz. ¿Están mejorando los colombianos en esas audiciones de “Colombia tiene talento”? En Colombia sí hay talento, lo que no hay es escuela. Aquí es difícil encontrar en las artes una buena formación. No se entiende un coreógrafo como un profesional. Los bailarines no tienen oportunidad de formarse sino que son muchachos en condiciones muy precarias que se juntan en un colegio o en un parque. Pero es como todo. Hay locos, hay tostados como les digo yo, hay gente atrevida y hay gente que se toma el programa en serio y lo convierte una plataforma para surgir. Hay quienes dicen que usted es la mala del grupo… Si ser exigente y tratar de que un participante busque el camino de la excelencia es ser malo… pues entonces soy la mala y lo hago con mucho orgullo. A mi me aterra promover la mediocridad. Quienes escogimos el camino de las artes, en cualquier ramificación, debemos estar dispuestos a escuchar diez mil veces más el no que el sí. ¿Con qué criterio se avanza en el programa? Yo no evalúo desde la parte técnica. No canto, no declamo, no hago poesía, no hago millones de cosas. Mi evaluación es desde el plano humano, desde el punto de vista de espectadora. Me gustó o no, me aburrí. Hay gente que no es tan carismática, que no alcanza a cautivar en un escenario. El éxito es muy riesgoso. Cuando uno ve que empiezan con sobradez, uno sabe que en esos casos el éxito es muy peligroso. A mí me gusta también mirar esa parte, que sea un buen ser humano. ¿Y qué tanto les preocupa el rating? Todos los que trabajamos en esto le prestamos atención. Uno no puede decir mentiras. Lo que pasa es que soy consciente de una realidad. Nuestra competencia es un programa maravilloso, muy bien hecho, que lleva 10 años realizándose, que tiene un nicho de gente y que somos dos espectáculos completamente distintos. ¿Qué es más rentable, un reality, una novela o el teatro? Es una buena pregunta. Hablar de plata es incómodo. Pero yo estoy consciente de lo que vale mi trabajo y hago que eso se respete, en televisión, teatro o en una presentación. Hago mi trabajo con responsabilidad y así mismo me gusta que lo valoren en la parte económica, pues todos vivimos de nuestro trabajo. ¿Y cuál es su especialidad, su fortaleza en el humor? ¿Hablar de las mujeres? Es tener el descaro de presentar un reflejo de la cruda realidad, a través de un persona de la cual uno debería aprender mucho porque es bastante segura de sí misma. Hablo de “la Azcárate”, no de mí, que llego a ser tímida, así la gente no lo crea. Pretendo fijar una posición, sin pretender ser chistosa porque no lo soy. Utilizo la sátira y me la gozo. ¿Usted es tímida, dubitativa o débil, mientras su personaje es fuerte? Yo soy tremendamente frágil. La Azcárate me sirve para presentar mis opiniones, mi criterio, no mis sentimientos. Quién puede creer que usted sea tímida... Cuando me conocen en el plano personal, saben que lo que estoy diciendo es real. Cuando no conozco la gente, literalmente tiemblo. Soy insegura, soy temerosa, soy tímida, soy introvertida en muchos casos. Alejandra Azcárate, Kienyke Algunos la imaginarían apabullando a un pobre tipo, abalanzándose sobre él. No... Dios mío... Carolina Sabino dice que hoy tienen más poder dos buenas tetas que mucho talento. ¿Usted qué piensa? La realidad es que en un país como el nuestro la parte física abre puertas. El problema no es que las abra, el problema es que uno no las cierre. El problema es sostenerse. No creo que sea una cosa radical. Uno debe entender eso. Y hay que separar la fama del éxito. Yo escogí el segundo que me implica disciplina, lucha, sacrificio, entrega. Una entrega absoluta de todo. Es un camino mucho más pedregoso, lleno de obstáculos, pero al final es más largo, más estable y satisfactorio. Y cuando la mujer no es tan exuberante como usted, seguramente debe destacarse más en su talento… Seguramente se le exige más. En mi caso, de exuberante no tengo nada. Soy una flacuchenta sin la menor gracia. Y aun así me bandeo. ¿Quisiera tener con qué defenderse distinto al talento? Con lo que tengo me siento más que satisfecha. No busco tener otras herramientas. ¿Cómo ve el mundo de los artistas, de los presentadores, de la farándula?. Cómo se siente navegando en ese mar? Por un lado me siento contenta porque es lo que he estudiado, en lo que me siento cómoda y considero que hago bien. Es mi pasión y mi profesión. Por otro lado es un mundo competitivo, difícil. El ego juega un papel importantísimo, hay muchas situaciones de deslealtad, de competencia. La clave está en diferenciar el aspecto personal del laboral. En mi vida personal siempre he sido muy hermética. Es simplemente un oficio, un trabajo, que me emociona, que lo disfruto, pero que no me hiere. Al menos no permito que me hiera en la parte personal, que es donde debo trabajar día a día. La polémica siempre la ha acompañado. Una vez por posar desnuda en la revista Soho. La otra por criticar a las gordas. ¿De qué se arrepiente? Me arrepiento de la segunda. Del artículo me arrepiento profundamente. Fue una gran torpeza de mi parte. Yo lo acepté, ofrecí disculpas. Nunca me he sentado en un computador con la intención de ofender a alguien. Llevó más de dos años escribiendo en Aló y en otras revistas. No tengo alma para herir. Siempre he sido una abanderada de la mujer. He sido una voz de mi género. Sería completamente absurdo que fuera a ser tan torpe como lo fui de patear la lonchera, literalmente. Me dolió muchísimo, nunca había llorado tanto. No solamente por haber visto el daño que hice sin la menor intención, sino la reacción tan masiva que se generó. Descubrí que de acuerdo con el nivel de éxito se magnifican los errores. Aprendí a depurar mi entorno, a saber quiénes son mis amigos y quiénes no, con quién trabajo y con quién no. Afortunadamente el público fue benévolo y entendió que fue un error de mi parte sin una mala fe. De lo contrario mis funciones no se seguirían llenando, no tendría trabajo, no estaría en “Colombia tiene talento” ni tendría una gira en el exterior. Aprendí a valorar el aplauso. Aprendí que los medios son implacables. Fue muy duro lo que tuve que leer, oír, ver, lo que dijeron de mí, los juicios que hicieron de mí. Escribí una columna estúpida a título general, no me referí nunca a título personal. La gente criticó la agresión y así contestó, con agresión pero a título directo y personal. Fue una gran lección, la entendí con humildad, la acepto y espero no volver a cometer una brutalidad de tal nivel. Lea también: La Azcárate también fue gorda
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