A sus 39 años de edad y con más de 15 tatuajes en su cuerpo Elizabeth Lumbreras se ha destacado por romper con el esquema de la típica mujer en la sociedad tradicional, ya que en muchas culturas marcarse el cuerpo, y más por una mujer, es visto como una práctica estigmatizada. Ella relata a Aula y Asfalto los cambios que se ha realizado en su piel y ojos desde que se tatuó por primera vez a los 20 años y empezó a perforarse.
Gullveig, como la llaman sus amigos (hace referencia a una bruja nórdica) vive en México, ha convertido su cuerpo en un lienzo en el que ha plasmado sus pensamientos, sentimientos y experiencias que han marcado su vida. Se ha caracterizado por tener tatuajes en las zonas más sensibles y a la vista, como en la cabeza, los ojos y el cuello. La historia de esta mujer es algo inusual al igual que la de aquellos que tienen el coraje de tatuarse todo su cuerpo, especialmente los ojos, exponiéndose a la intolerancia de otras personas como le ocurrió a la bogotana Michelle Gil, que fue agredida por su apariencia.
Elizabeth afirma que sus transformaciones (tatuajes y perforaciones) no han afectado su salud, ni su vida personal o social, “Lo que hacemos es parte de nosotros, de nuestra esencia, es algo primordial en nuestra vida, tanto así que no me incomoda que las personas en la calle me miren y me pidan fotos”. Elizabeth se siente satisfecha con todas las modificaciones que le ha hecho a su cuerpo.
Su familia está conformada por Joel (su esposo) y sus tres hijos de 19, 4 y 2 años, y asegura que está dispuesta a apoyarlos en cualquier modificación corporal que deseen hacerse. Su hija mayor se hizo su primer tatuaje a los 16 años con el apoyo de ella.
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Con su mirada de luto afirma haberse practicado una de las intervenciones más peligrosas: el Eyeball Tattoo (tatuarse los ojos), proceso llevado a cabo por el tatuador Álvaro Ojeda.
El color negro que se apoderó de su globo ocular demuestra el duelo que vive por la muerte de su abuelo. Sin embargo, este motivo no disminuye los riesgos de esta práctica.
El optómetra Édgar Castro afirma que “los riesgos que se corren al practicarse este tipo de alteraciones son: hemorragias, infecciones por mal cuidado, sufrir de endoftalmitis (infección en todo el globo ocular), perder la visión y en algunos casos hasta el ojo, si no se tienen las medidas de higiene adecuadas en el momento de realizar el procedimiento”.
Por otro lado Elizabeth agrega que "las consecuencias de esta intervención son inciertas, ya que la persona que lo realiza debe saberlo hacer con la máxima protección para que no existan riesgos a futuro".
El Eyeball inició hace 10 años con el tatuador australiano Luna Cobra, quien con esta expresión artística pretendía que las personas tuvieran un parecido a los personajes de la película “Dune”, los cuales tenían el globo ocular azul que les daba una apariencia diabólica.
¿Cómo es el procedimiento?
Elizabeth, quien se ha desempeñado desde hace tiempo como tatuadora, asegura que se puede escoger cualquier color que la persona se desee inyectar (existen alrededor de 100 colores). Por otro lado Gerson Araujo, joven tatuador brasileño, agrega que se pueden mezclar tres colores a la vez, y que se puede aplicar o no anestesia si el cliente lo quiere. En su caso, sus ojos negros son el resultado de un procedimiento que duró dos días realizado por él mismo.
Se aplican tres inyecciones cerca a los ojos para que la tinta ingrese en la túnica blanca, que es la capa que protege el ojo, llamada esclera. Esta tinta va mezclada con un antibiótico para que el ojo no se infecte. Las inyecciones pueden tener un alto nivel de dolor lo que las puede hacer difíciles de controlar si la punción es demasiado profunda o muy superficial puede traer distintos riesgos, dado que la capa del ojo mide un milímetro de espesor. Después de una hora de haber inyectado la tinta, ésta empieza a esparcirse por todo el globo ocular sin penetrar el iris.
Los tatuadores que se enfocan en este ejercicio recomiendan el uso de gafas oscuras después del procedimiento y tener los mismos cuidados que cuando se realiza cualquier tatuaje como: no consumir alcohol, cigarrillo ni grasas, evitar la luz directa del sol, saunas, piscinas y cuidarse la zona tatuada.
Otras de las partes más sensibles del cuerpo son las costillas, el empeine, muñecas, rodillas, codos, cuello, columna, axilas, la parte posterior de la oreja, y la parte dorsal de la mano. La razón de que sean sensibles es que están muy cerca a los huesos, la piel es muy delgada puesto que no tiene exposición al sol, tocan nervios y tienen muy poca grasa por lo tanto generan más dolor y su proceso de cicatrización es más lento.
Algunos dermatólogos aseguran que realizarse un tatuaje puede producir riesgos en la piel como granulomas (granos causados por la inflamación), cicatrices queloides, reacciones alérgicas y contagio de enfermedades como el SIDA, Tétanos y Hepatitis B y C, más aún si se encuentran ubicados en las partes sensibles del cuerpo. Tampoco es conveniente tatuarse sobre lunares, ya que hace más difícil detectar el crecimiento cancerígeno.
¿Arte o Moda?
En Colombia, como en otros países, el tatuaje es visto por las personas como una moda para cumplir con las expectativas que piden algunos grupos juveniles y es evidente que la misma sociedad rechaza estas prácticas al percibirlas como una tendencia de rebeldía o de querer parecerse a sus ídolos. Las personas que ejercen esta labor se vinculan a ella porque ven en el tatuaje una forma de expresar aquello que con las palabras no se puede.
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Daniela Duque, tatuadora de Gothica Tattoo expresa que “para estar en este oficio es necesario adquirir conceptos básicos del arte, por lo tanto el tatuador se convierte en artista, por otro lado el tatto trae cargas en el diseño, y en las agrupaciones de cosas que permiten que cada tatuaje sea arte”. Además comenta que el diseño del tatuaje es un proceso donde el experto plasma su experiencia, demostrando sus habilidades artísticas.
Sin embargo, considera que alterar los ojos no es tatuarse sino realizarse una modificación corporal, “ya que la gran mayoría que hace este procedimiento son más que todo modificadores corporales”.
La postura de muchos tatuadores y personas tatuadas es parecida, ya que coinciden en que el cuerpo es un lienzo donde se puede pintar momentos significativos de la vida, aspectos que complementan al ser y con los que una persona se siente identificada. Lo que puntualizan los médicos que se deben conocer las consecuencias de esas modificaciones, que pueden ser numerosas y permanentes.