“Tenían un criadero de chicos, como si fueran perros”

Mar, 20/11/2012 - 09:31
–Se sobrevive, no se vive. La historia se acepta porque es la que te tocó. Supongo que podría extrañar una madre, pero como yo no tengo recuerdos precisos de mis viejos, no puedo decir que los ex
–Se sobrevive, no se vive. La historia se acepta porque es la que te tocó. Supongo que podría extrañar una madre, pero como yo no tengo recuerdos precisos de mis viejos, no puedo decir que los extraño. Extraño la posibilidad de tener padres. Uno no puede amar algo que no conoce. Solo tengo fotos y es muy difícil construir un vínculo con una foto. Solo me acuerdo del olor a café. Después supe que mis viejos tomaban mucho café. Jimena Vicario Gallicchio está amargada. Completamente sola en la vida. Se declara una ‘súper nerd’ y no le interesa salir a la calle. “Soy de las que no sale mucho al sol porque el sol quema”. Le llama más la atención quedarse en la casa el fin de semana jugando y chateando en el computador con gente de otras partes del mundo y sus amistades son a larga distancia. Como protección para no sufrir le cuesta mucho trabajo construir lazos afectivos. Nunca extraña a nadie. Tiene dolor pero no tiene rabia: “La rabia no cambia nada”, dice con la voz muy ronca de una fumadora empedernida. Desde el golpe de estado, el 24 de marzo de 1976, hasta el 10 de diciembre de 1983, Argentina sufrió una de las dictaduras militares más sangrientas e infames de la historia de América Latina. Esta etapa, a la que se le denominó “El Proceso”, se caracterizó por el secuestro y ejecución de miles de personas que fueron enterradas como N.N. en cementerios y tumbas clandestinas, y por el robo sistemático de recién nacidos. Jimena nunca encontró los cuerpos de sus padres. Nunca los buscó: “No estoy lista. No puedo. No quiero saber qué les pasó. No quiero saber si los acribillaron, si les llenaron el cuerpo de balas, si los ahogaron…No puedo saber eso”, dice con una escalofriante calma que delata terapias psicológicas y psiquiátricas desde que tenía 7 años. A sus 36, Jimena sufre de distimia, un trastorno afectivo, crónico y de carácter depresivo, caracterizado por baja autoestima, un estado de ánimo melancólico, triste y apesadumbrado. Toma antidepresivos, estabilizadores, pastillas para dormir (si no, no duerme) y ha tenido episodios depresivos clínicos. Afirma, además, que todos los rescatados están medicados. Casi un año después de empezada la dictadura, el 5 de febrero de 1977, a Jimena le cambió la vida para siempre. Entonces tenía solo 9 meses y vivía en Rosario, a 300 kilómetros de Buenos Aires. Dos meses atrás sus padres, Juan Carlos Vicario y Stella Maris Gallicchio, habían decidido irse a vivir a España. Ambos eran estudiantes de psicología y dueños de un almacén de joyas. Vendieron algunas propiedades y comenzaron a ahorrar para irse de Argentina. Jimena Vicario GallicchioEste fue el día del matrimonio de Juan Carlos Vicario y Stella Maris Gallicchio, los padres de Jimena. Juan Carlos era de origen español, y debió irse de su país con la dictadura de Franco. En cuanto este bajó del poder, su padre recuperó la nacionalidad española y comenzaron los planes para volver. Ni Juan Carlos ni Stella Maris eran militantes, pero vivían en una época de terror y abusos, en que si a un vecino no lo había dejado dormir el ladrido de un perro, a la mañana siguiente bien podía llamar al Estado y denunciar a sus vecinos de ser militantes. Comenzaron a hacer los trámites para obtener sus pasaportes y cuando pidieron la partida de nacimiento de Jimena se dieron cuenta de que al nacer le dieron un número de identidad repetido. Por eso no pudieron sacar su pasaporte y quedaron en volver después de hacer el cambio de partida. El número de identidad original terminaba en 55, pero a Jimena le dieron por error el 56. El proceso podía tardar hasta un año, pero su mamá logró cambiar la partida de nacimiento y viajó a Buenos Aires con Jimena el 5 de febrero de 1977, al Departamento Central de Policía donde hacían los pasaportes. Allá llegaron con la partida de nacimiento correcta, pero todavía faltaba un papel. Estando en la fila, Stella preguntó por el pasaporte de su marido, quien aún no lo había recibido. Hacia las 9:20 a.m. la hicieron pasar a otra oficina y jamás volvió a salir de ahí. A las 11:20 a.m. del mismo día, un camión de la Policía llegó a su casa en Rosario y se llevaron a su papá. Algunos testigos oyeron disparos, pero no se sabe si ocurrieron dentro de la casa o en el camión, lo que hace que Jimena crea que ahí mismo mataron a su papá. Les robaron un cajón con dinero que tenían ahorrado para comprar una casa en España. También se llevaron unos dólares y tiquetes de avión. Ese día su abuela materna había ido a almorzar con su yerno a la casa, y cuando llegó la Policía la encerraron en un baño que tenía la cerradura rota y entonces ella vio cómo uno de los policías se dirigió directamente al cajón de la plata, como si supiera que allí estaba. Los policías pertenecían a la AAA (Agencia Anticomunista Argentina), una especie de policía paramilitar que se instituyó durante el gobierno de Isabel Perón y luchaba contra el terrorismo. “Eran sádicos como la SS”, dice Jimena. Se sabe que tenían una compra venta de muebles usados: muebles de los desaparecidos. Cuando entraron a la casa de Ximena se llevaron todo. “Solo dejaron el calefón porque no lo pudieron arrancar de la pared”. Cuando la policía entró a la casa había ropa colgada secándose en el patio, los policías descolgaron todo pero se les quedó una bata blanca de Jimena a la cual le quedó la huella de una bota de uno de los policías que se llevaron a su papá. Jimena Vicario GallicchioEsta fue la última foto que le tomaron a Jimena antes de que desaparecieran a su familia, tenía 5 meses. Ese mismo día Jimena fue abandonada en un corredor de un hospital de niños cercano al Departamento Central de Policía donde desapareció su mamá. Una mujer soltera que trabajaba en el hospital pasó tres veces por el corredor y vio a una bebita abandonada en el piso, era Jimena. Se compadeció y la tomó en sus brazos. Algunos testigos vieron que la Policía Federal la había dejado ahí, pero a esta mujer le dio miedo hacer la denuncia en la Policía Federal y  decidió acudir a la Policía de la provincia de Buenos Aires. No era una época para hacer preguntas y denuncias. Desde enero de 1976 hasta octubre del mismo año, a los niños y bebés que se llevaban los militares y la policía los devolvían a sus vecinos o la familia que había quedado, pero después vieron que se los podían quedar y comenzaron a desaparecerlos. Tenían lo que Jimena llama un “Criadero de chicos, como si fueran perros”, donde apresaban a embarazadas, esperaban que dieran a luz y después las mataban. También las mataban embarazadas, pues se han encontrado cuerpos de mujeres hasta con 9 meses de embarazo, con los bebes aún en sus vientres. A los bebes y niños que se llevaban les borraban toda la historia clínica. Como si nunca hubieran existido. La mujer adoptó a Jimena, la llamó Romina Siciliano y la crió en una casa de la capital argentina. Jimena siempre supo que era adoptada. Pensaba que si la habían abandonado debía de ser porque algo terrible había pasado, pues en su cabeza no cabía la posibilidad de que una madre abandonara a un hijo sin motivo aparente. Por eso, siempre esperó que vinieran a buscarla. En 1983, cuando Jimena tenía casi 8 años, un vecino hizo una denuncia anónima a las Abuelas de la Plaza de Mayo, una agrupación de mujeres que busca a sus nietos, hijos de sus hijos desaparecidos durante la dictadura, y así fue como la abuela biológica fue a dar a su casa en Buenos Aires. Alguien había estado pendiente de los bebés desaparecidos y en la denuncia dijo que Jimena había sido adoptada en la época en que una bebita había desaparecido y que se parecía a esa bebita. Su abuela la reconoció de inmediato pero ella no se enteró de que se trataba de su abuela, pues en ese momento su mamá adoptiva no estaba segura de nada. La madre le contó sobre los niños que se habían robado durante la dictadura y le dijo que había una señora que decía que podía ser su abuela. A Ximena le habían hecho una adopción plena. En el sistema legal argentino existen dos tipos de adopciones: la adopción simple (El niño no pierde el lazo sanguíneo con su familia biológica. Tiene el nuevo apellido pero no es heredero de la familia adoptante) y la adopción plena (Lleva mucho más tiempo. El niño pierde todo lazo sanguíneo con su familia biológica y pasa a ser parte de su familia adoptiva como si hubiera nacido en ella. Esta adopción, pensada para huérfanos, no era revocable, la ley no permitía anularla). Su abuela presentó la causa al gobierno pero no se pudo demostrar ningún delito: un juez la había dado en adopción, era válido legalmente. Jimena Vicario GallicchioA la izquierda,  Juan Carlos Vicario; a la derecha, Jimena dos meses después de que la adoptaran. La similitud es evidente. Casi un año y medio más tarde, a finales de 1984, se hizo el primer estudio de ADN en que se podía comparar el ADN de un bebé con el de un abuelo (faltando la segunda generación, los padres).  Jimena fue la segunda persona en Argentina a quien le hicieron esta prueba. El resultado fue 99% positivo. Entonces este examen le generó una nueva identidad biológica, que no correspondía con su identidad legal, la que le había dado la adopción. En Argentina es ilegal tener dos identidades. Como legalmente ambas identidades tenían el mismo peso, decidieron dejarla como N.N., era la única opción legal. A sus 9 años, Jimena salió del sistema y se hizo un juicio penal a nivel nacional por el delito federal de apropiación de un menor y falsificación de documento público. La otra causa fue en la provincia de Buenos Aires, en Morón, por la adopción: si ella era hija de desaparecidos y la estaban buscando, ¿por qué un juez la había dado en adopción? Para empeorar las cosas, este juez murió en 1981, por lo que nunca se le pudo cuestionar o acusar. La causa penal no encontró pruebas y estaba esperando que la causa civil encontrara alguna falla en la adopción. A su vez, como la causa civil no encontraba ningún delito, estaba esperando una falla en la causa penal. Así estuvo hasta cuando cumplió 23 años, como N.N., bajo tutoría de un juzgado. Todo lo legal pasaba por las manos del juez. Luego de las pruebas de ADN se creó un régimen de visitas. Inicialmente Jimena se quedó viviendo con su familia adoptiva en Buenos Aires, y recibía visitas de su familia biológica. A los 12 años comenzó a vivir la mitad del tiempo con su familia biológica en Rosario, y la otra mitad con la adoptiva. Entre semana,  Jimena y residía en Rosario, y los fines de semana era Romina y vivía en la capital. En 1991, cuando cumplió 16 años, cambiaron el juez del juzgado por una jueza que la llamó a preguntarle qué quería hacer. Fue la primera persona que se lo preguntó. Jimena le dijo que no quería volver a ver a ninguna de las dos familias. Se sentía como una copa, un premio que se habían ganado ambas familias y por ende se la turnaban. La jueza le dijo que debía decidir con cuál de las familias quedarse, pero a Jimena le daba igual. La jueza decidió mandarla con su familia biológica. Así pues, Jimena debió comenzar a construir una identidad (legalmente no tenía ninguna, pero en la práctica tenía dos) y por lo tanto cortó todos los vínculos con su familia adoptiva y no volvió a verlos jamás. Durante esa misma época descubrieron que el juez que la había dado en adopción sabía quién era ella y también había dado en adopción (plena) a muchos otros bebés. Esto se supo porque las abuelas encontraron a otros 5 bebés que también habían sido dados en adopción plena por el mismo juez que firmaba como si hubiera hecho una búsqueda de antecedentes de cada niño, cuando en realidad nunca lo hizo. Legalmente existe una ventana de 4 a 6 años en que se debe buscar a la familia de un bebé antes de poder darlo en adopción plena. En algún momento de la búsqueda, alguien les dijo a las abuelas que Jimena había pasado por el juzgado de ese juez, y cuando su abuela habló con el, el juez le dijo: “Yo no sé nada, pero le aseguro que la niña está bien. No la busque más”. Abuelas-plaza-de-mayoEn 1983, Las Abuelas de Plaza de Mayo recibieron una denuncia anónima que indicaba dónde se encontraba Jimena. Foto: AFP Fue una dictadura con un terrorismo de Estado. Solo se oía la voz del gobierno y el pueblo estaba convencido de que el Estado decía la verdad. Existían denuncias de comisiones de derechos humanos que trataban de investigar. Pero cuando comenzaron tales investigaciones se organizó el mundial de fútbol de 1978, que era una cortina de humo para el tema de los desaparecidos. “Hicieron el mundial para demostrarle al mundo que en Argentina no pasaba nada”, dice Jimena. El slogan de Argentina en esa época era: LOS ARGENTINOS SOMOS DERECHOS Y HUMANOS. “Obviamente lo ganamos, no podía ser de otra manera”. Para poder anular la adopción plena había que cambiar el código civil. A partir del año 1992 Jimena y su abuela comenzaron un proyecto para cambiar la ley con la ayuda de un diputado.  Lograron hacerlo en 1996, cuando se le hizo una modificación que decía que todas aquellas adopciones plenas realizadas en cierto período de tiempo que lograran demostrar que se trataba de hijos de desaparecidos se podrían anular. Jimena tenía 20 años y seguía siendo N.N. No fue sino hasta 1999 cuando salió la sentencia de anulación de adopción y solo entonces Jimena volvió a tener una identidad, como una persona normal, y volvió a llamarse Jimena Vicario Gallicchio. Tenía 23 años. Hasta el momento no había podido trabajar pues no tenía identidad, y la mantenía su abuela con su jubilación. El Estado no las ayudó con un peso. Nadie las ayudó. Una vez que ubican a estos niños desaparecidos, se los devuelven a sus familias biológicas y luego ellos mismos tienen que salir adelante por su cuenta. “Este gobierno habla mucho de derechos humanos, pero es mentira. Sus derechos son para sus militantes” dice. Actualmente, el gran interés de Jimena es que se conozca la historia para que no se vuelva a repetir. Mientras tanto, sigue viviendo una vida solitaria y triste. Ningún juez le devolvió el tiempo perdido. Hasta octubre de 2012 las Abuelas de Plaza de Mayo han recuperado la identidad original de 107 nietos. A pesar de que han sido reportados 13.000 casos de desaparecidos, las Abuelas calculan unos 30.000 en total. Pero cuanto más tiempo pase, será más difícil ubicar a estos niños que hoy en día son adultos que desconocen su origen. No es una película de terror, es una de las peores dictaduras de la historia del continente.
Más KienyKe
El fortalecimiento regional y la Colombia del futuro estuvieron en el centro del más reciente encuentro de 'Propósito Colombia ¿Quiénes participaron?
Este personaje lleva representando la marca cafetera desde el 2026 y recorrió cerca de 30 países.
La viceministra de Desarrollo Empresarial explicó cuáles son los sectores y aliados clave que buscan potenciar para la reindustrialización de Colombia.
Conozca las bondades de este enigmático fruto que busca posicionarse en mercados de Estados Unidos y China.
Kien Opina